¿Alguna información? ¿Necesitas contactar al equipo editorial? Envía tus correos electrónicos a [email protected] o ve a nuestro formulario.
Belleza

¿De verdad el sol hace desaparecer el acné?

Durante años ha circulado la creencia de que tomar el sol ayuda a mejorar la piel con acné, secando los granos y difuminando las marcas. Esta idea sigue ganando fuerza, sobre todo en verano, cuando muchos notan que las imperfecciones parecen disminuir con la exposición solar.

El impacto real del sol sobre el acné

Al exponerse al sol, la piel atraviesa varios cambios. A simple vista, parece que el sol mejora el acné: los granos se secan, las rojeces se suavizan y el bronceado disimula marcas antiguas. Estos cambios rápidos y visibles pueden llevar a pensar que el sol es un aliado fiel.

Sin embargo, este efecto es solo una ilusión momentánea. La radiación ultravioleta engrosa la capa superficial de la piel, haciendo que las lesiones queden temporalmente atrapadas bajo una barrera más gruesa. Por otro lado, el calor y la deshidratación que produce el sol reducen la cantidad de sebo en la superficie, dando ese aspecto de piel más limpia y menos brillante. Además, la luz solar tiene cierta capacidad antibacteriana y antiinflamatoria al principio; seca los granos y calma el enrojecimiento por unos días o semanas.

Pese a esta mejoría inicial, el efecto acaba y puede revertirse. Una vez la piel deja de recibir esa radiación constante, los folículos bloqueados y el sebo acumulado buscan salir, provocando brotes y empeoramiento. La supuesta “mejoría” del acné tras el sol rara vez es duradera.

Riesgos y consecuencias de la exposición solar en pieles con acné

La exposición prolongada al sol sin protección impacta la salud de la piel, sobre todo en quienes sufren acné. Aunque al inicio la piel se ve mejor, el sol deshidrata y estresa las glándulas sebáceas. Pronto, la producción aumenta, y los poros se tapan con más facilidad justamente por el engrosamiento de la epidermis.

Otro peligro es la tendencia a que las cicatrices recientes o las lesiones activas se pigmenten. El sol puede oscurecer las marcas y dejar manchas difíciles de quitar. A esto se suman los signos de envejecimiento prematuro: arrugas, textura áspera y pérdida de firmeza. El daño solar no se limita al acné; afecta todo el proceso de curación de la piel y complica la evolución de cualquier brote.

El riesgo de quemaduras y problemas serios de pigmentación aumenta en personas que usan tratamientos tópicos o medicamentos orales para el acné, ya que muchos de estos productos hacen la piel más sensible a los rayos UV.

Foto Freepik

Efecto rebote y empeoramiento tras el verano

Un fenómeno muy común y poco comentado es el efecto rebote. Durante el verano, la piel con acné parece estar más controlada porque los brotes no “salen”. Al terminar la temporada, al dejar de recibir radiación, la piel se vuelve a normalizar y retoma su actividad. El sebo retenido bajo la piel engrosada busca camino, se destapan los poros y afloran granos, muchas veces más grandes o extendidos.

Esto puede resultar muy frustrante, ya que parece que la piel empeora sin causa, cuando en realidad refleja el daño acumulado y la sobreproducción de grasa inducida por el propio sol. Por todo esto, la protección diaria es esencial, tanto en verano como durante el resto del año.

Prevención, protección y rutina solar segura para piel con acné

La mejor defensa es una rutina sencilla y constante. Elegir protectores solares específicos, formulados para piel grasa y con acné, marca la diferencia. Los productos no comedogénicos y de alta protección (SPF 50+) previenen el daño sin taponar los poros. Es importante aplicar el protector unos 15 a 30 minutos antes de salir y reaplicar en caso de sudor o baño.

Junto a la protección solar, la hidratación ayuda a restablecer el equilibrio de la piel. Una crema ligera y sin aceites pesados, junto a una buena ingesta de agua, mantiene la barrera cutánea sana. La higiene es otro pilar: limpiar suavemente la piel, evitando los exfoliantes y geles abrasivos, ayuda a evitar irritaciones y sobreinfecciones.

Incorporar opciones con ingredientes calmantes como niacinamida, zinc o ácido salicílico mejora la calidad de la rutina y ayuda a controlar la inflamación y el brillo sin dañar la superficie de la piel. El uso de sombreros o gorras suma protección, sobre todo al mediodía, cuando los rayos UV golpean con más fuerza.

Quienes usan tratamientos para el acné deben consultar con su dermatólogo antes del verano, ya que muchos medicamentos aumentan la sensibilidad y las probabilidades de quemaduras o manchas. Seguir los consejos médicos en cuanto a sombra, reaplicación del protector y horarios seguros de exposición es imprescindible.

¿Le resultó útil este artículo?