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Cómo mantener la masa muscular después de los 65 años

Envejecer con autonomía y vitalidad es posible si se presta atención a la masa muscular. Con la edad, especialmente después de los 65 años, el cuerpo empieza a perder músculo, un proceso natural conocido como sarcopenia. Esta pérdida, si no se contrarresta, afecta la movilidad, el equilibrio y la independencia. Priorizar el envejecimiento activo ayuda a prevenir la fragilidad y sostiene la calidad de vida.

Factores que afectan la masa muscular en adultos mayores

A medida que pasan los años, el cuerpo reduce su capacidad para sintetizar proteínas, lo que dificulta la construcción y reparación muscular. Los cambios hormonales también juegan un papel, ya que disminuyen las hormonas encargadas de mantener la masa muscular. La inactividad física incrementa este problema, pues los músculos, al no usarse, se debilitan y pierden volumen.

La presencia de enfermedades crónicas o el uso prolongado de ciertos medicamentos pueden acelerar la pérdida muscular, al igual que una alimentación deficiente en nutrientes esenciales. Uno de los riesgos principales de ignorar estos factores es el desarrollo de sarcopenia, un síndrome que eleva el peligro de caídas y dificulta actividades diarias como levantarse de una silla o subir escaleras.

La combinación de todos estos elementos amenaza la autonomía y la seguridad. Las personas mayores que no cuidan su masa muscular ven limitada su capacidad para realizar tareas rutinarias, aumentando la dependencia y el riesgo de complicaciones en la salud general.

Estrategias efectivas para mantener y recuperar la masa muscular

Detener el avance de la sarcopenia requiere un enfoque integral. La actividad física regular, combinada con una alimentación inteligente, puede estabilizar y hasta mejorar la masa muscular, incluso en edades avanzadas. Los ejercicios de fuerza, como levantar pesas, usar bandas elásticas o hacer sentadillas, estimulan directamente los grupos musculares principales.

El ejercicio aeróbico también es importante. Caminar, nadar o andar en bicicleta promueven la salud cardiovascular y ayudan a mantener un peso saludable, lo que protege la masa muscular existente. La regularidad es clave, ya que la constancia sostiene los beneficios a largo plazo. Alternar tipos de ejercicio previene el aburrimiento y fomenta un entrenamiento corporal equilibrado; la variedad estimula músculos distintos y mejora la movilidad total.

No hay que olvidar el papel de la recuperación muscular. Descansar lo suficiente cada noche es tan importante como el ejercicio mismo, ya que el cuerpo necesita tiempo para reconstruir fibras y recuperarse del esfuerzo. Dormir bien reduce el riesgo de lesiones y asegura que los músculos crezcan y se fortalezcan.

Foto Freepik

La importancia de las proteínas y la nutrición adecuada

Después de los 65 años el cuerpo requiere más proteínas que en la juventud. La recomendación es alcanzar entre 1 y 1,2 gramos de proteína por cada kilo de peso corporal al día. Para una persona de 70 kilos, eso equivale a unos 70 gramos diarios. Obtener suficiente proteína ayuda a frenar la pérdida muscular y mejora la respuesta al ejercicio.

Las opciones son múltiples y variadas. Lo ideal es alternar fuentes animales como carnes magras (pollo, pavo), pescados, huevos y productos lácteos, con fuentes vegetales como legumbres (lentejas, garbanzos), soja y derivados. Esta combinación asegura todos los aminoácidos esenciales y enriquece la dieta con fibra y micronutrientes.

No menos importante es el aporte de vitaminas y minerales. El calcio y la vitamina D mantienen los huesos fuertes, mientras el magnesio y los antioxidantes contribuyen a la función muscular y a la recuperación. Si por apetito reducido, problemas al masticar, o restricciones médicas resulta difícil alcanzar los niveles requeridos, puede ser útil usar suplementos alimenticios, pero solo bajo el consejo de un profesional de la salud para no generar desequilibrios.

Ejercicio estructurado y supervisión profesional

Iniciar una rutina de ejercicio a cualquier edad debe hacerse con atención y progresión. Es recomendable empezar con ejercicios sencillos de bajo impacto, realizando pocas repeticiones, y aumentar la dificultad poco a poco. La orientación de un fisioterapeuta o entrenador especializado garantiza que los ejercicios se adapten a las necesidades y capacidades individuales, minimizando riesgos.

Los ejercicios de resistencia como el uso de bandas elásticas o pequeñas pesas son especialmente útiles. Trabajos funcionales, como ponerse de pie y sentarse repetidas veces, caminar con peso ligero o levantar una caja vacía, mejoran notablemente la fuerza y la agilidad. El acompañamiento profesional, además de reducir el peligro de lesiones, mejora la motivación y la constancia.

Las sesiones pueden realizarse en solitario o en grupo. Participar en clases sociales motiva y aporta beneficios emocionales. Lo importante es la regularidad, pues sólo a través de la práctica constante se logran resultados visibles y duraderos. No hace falta buscar grandes logros inmediatos, ya que la ganancia muscular, aunque lenta en la edad adulta, es alcanzable y significativa con dedicación.

Mantener la masa muscular tras los 65 años es posible y aporta enormes ventajas en el día a día. Con una alimentación rica en proteínas, actividad física adaptada y un descanso adecuado, se logra una mejor calidad de vida, más independencia y mayor seguridad a la hora de moverse. Cuidar los músculos es cuidar el bienestar y la libertad, sin importar la edad.

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