Gases vaginales: causas y soluciones para estas extrañas flatulencias

Los gases vaginales son un fenómeno común y a veces desconcertante. Muchas mujeres han notado alguna vez un sonido inesperado, parecido a una flatulencia, proveniente de la vagina. Estos ruidos, conocidos como “frouts” o “pedos vaginales”, no son flatulencias intestinales. Se trata de aire que entra al canal vaginal y luego se expulsa de forma repentina.
Causas mecánicas y fisiológicas
Los gases vaginales aparecen porque el aire se introduce en la vagina y posteriormente sale, provocando ese sonido característico. Esto casi siempre tiene que ver con situaciones que permiten la entrada de aire, junto con la capacidad del suelo pélvico de retenerlo. Los factores que contribuyen pueden clasificarse en causas externas e internas.
Actividad sexual y penetración
Durante las relaciones sexuales con penetración, es habitual que el aire entre en la vagina, sobre todo si hay movimientos repetitivos o cambios de posición. Posiciones como la levrette y todas aquellas en las que el canal vaginal queda expuesto a la entrada de aire facilitan este fenómeno. También puede suceder durante la masturbación con juguetes sexuales. El uso de lubricantes, la excitación que dilata el canal y la lubricación natural incrementan el efecto. Pequeños cambios como evitar pasar rápidamente de una posición a otra o apretar los muslos ayudan a minimizar que el aire quede atrapado y, luego, salga en forma de gas.
Ejercicio y movimientos bruscos
El ejercicio, especialmente actividades de alto impacto como saltos, running, gimnasia y posturas invertidas en yoga, puede provocar la expulsión de aire que entró al canal vaginal. Los movimientos rápidos, la presión intraabdominal y ciertos estiramientos generan pequeñas diferencias de presión, facilitando la entrada de aire y su posterior salida en forma de “frout”. Adaptar rutinas, calentar bien y mantener un control postural ayuda a reducir la frecuencia de estos episodios durante el entrenamiento físico.
Debilidad del suelo pélvico
Un suelo pélvico debilitado o hipotónico tiene menos capacidad para cerrar la entrada del canal vaginal, volviéndose más permisivo al paso del aire. El embarazo, parto vaginal, envejecimiento y cambios hormonales contribuyen a la pérdida de tono muscular. También puede influir el sobrepeso o la realización frecuente de deportes de impacto. Por eso, después del parto o con el paso de los años, es más probable notar un aumento de los gases vaginales. Fortalecer la musculatura pélvica resulta clave.
Impacto emocional y cuándo buscar ayuda
Vivir con gases vaginales puede generar vergüenza, incomodidad y ansiedad, especialmente en situaciones íntimas. Sin embargo, este fenómeno no implica falta de higiene ni problemas graves de salud en la mayoría de los casos. Aprender a hablar del tema y saber cuándo pedir ayuda resulta fundamental para el bienestar y la confianza.
Sentimientos y comunicación de pareja
Sentirse apenada durante un momento íntimo es normal. Compartir con la pareja lo que ocurre, incluso usando el humor, favorece un ambiente relajado y de apoyo. Conversar en confianza ayuda a disminuir la ansiedad y normaliza el fenómeno, evitando que cause tensión o conflicto en la relación. Hablar abiertamente reduce el impacto emocional negativo y fortalece los lazos.

Síntomas que indican un problema subyacente
Aunque la mayoría de los gases vaginales son inocuos, hay que prestar atención si se acompañan de otras señales. Dolor pélvico, irritación, flujo con mal olor, sangrados fuera del ciclo menstrual o infecciones recurrentes pueden ser indicadores de infecciones vaginales, problemas en el suelo pélvico o, en raros casos, de una fístula vaginal. Si aparecen estos síntomas, se recomienda buscar una evaluación profesional para descartar complicaciones que requieran tratamientos médicos específicos.
Soluciones y prevención prácticas
Controlar los gases vaginales y reducir la incomodidad es posible con algunos cambios de hábitos y ejercicios. El enfoque debe centrarse en fortalecer los músculos internos, adoptar rutinas sexuales conscientes y cuidar la salud ginecológica.
Ejercicios de Kegel y entrenamiento del perineo
Ejercitar el suelo pélvico con rutinas como los ejercicios de Kegel es una de las formas más efectivas para mejorar el tono muscular, reducir la entrada de aire y ganar control. Contraer los músculos del perineo (como si se intentara detener el flujo de orina), mantener la tensión algunos segundos y relajar después ayuda a fortalecer la zona. Repetir varias veces al día ofrece beneficios en pocas semanas. Tanto en el periodo postparto como durante la madurez, la constancia con este tipo de entrenamiento puede marcar la diferencia.
Uso de lubricantes y técnicas durante el sexo
El uso de lubricantes a base de agua disminuye la fricción vaginal y evita microtraumas que permitan la entrada de aire. Cambiar el ritmo, optar por posiciones menos expuestas y evitar el uso brusco de juguetes sexuales ayudan a reducir la acumulación de aire en la cavidad vaginal. Atención al ritmo y a los movimientos más suaves puede hacer la experiencia sexual más cómoda.
Modificaciones en la actividad física
Los ejercicios de alto impacto son los que más favorecen la entrada de aire. Adaptar las rutinas, mantener una respiración coordinada y elegir posiciones donde la pelvis esté más estable son ajustes que protegen el suelo pélvico y reducen este fenómeno durante el deporte. Estiramientos suaves y descanso adecuado también contribuyen a minimizar estos episodios.
Atención médica y tratamientos especializados
En ocasiones, la debilidad muscular o la presencia de síntomas persistentes requiere una valoración médica. La fisioterapia del suelo pélvico, técnicas manuales y, en casos excepcionales, la cirugía, forman parte de las opciones para tratar casos complejos o persistentes. Una ginecóloga o fisioterapeuta especializada puede evaluar la situación y proponer el plan más adecuado según el origen del problema. Buscar ayuda profesional garantiza un abordaje global y seguro.
Los gases vaginales forman parte de la vida íntima femenina. Entender por qué ocurren y cómo manejar el fenómeno permite vivir la sexualidad y la actividad física con mayor seguridad y tranquilidad. El cuidado del suelo pélvico y la comunicación honesta son aliados valiosos para afrontar esta situación tan habitual como poco hablada.
