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Salud

Descubre el daño de los edulcorantes en tu cerebro según un nuevo estudio

Los edulcorantes artificiales se han instalado en la vida diaria de forma casi silenciosa. Aparecen en refrescos, yogures light, aguas saborizadas y todo tipo de postres bajos en calorías. Durante años, la idea de que estas alternativas “sin azúcar” eran seguras y útiles dominó la percepción pública. Ahora, un nuevo estudio pone en duda esa sensación de seguridad y desafía la confianza que muchos han puesto en los productos etiquetados como “light” o “cero”.

Edulcorantes artificiales: ¿dónde y cómo se consumen?

En la revisión científica más reciente, los investigadores pusieron su atención en siete edulcorantes usados ampliamente: aspartame, sacarina, acesulfame-K, eritritol, xilitol, sorbitol y tagatosa. Todos aparecen en productos ultraprocesados, pero su presencia se multiplica especialmente en las bebidas energéticas, refrescos sin azúcar, yogures bajos en calorías y una larga lista de postres y golosinas dirigidos a quienes buscan cuidar la línea.

Estos sustitutos se encuentran no solo en comidas y bebidas manufacturadas. Muchos hogares los usan en polvo o líquido para endulzar café o preparar postres caseros con menos calorías. Su consumo se ha expandido en parte porque las marcas los presentan como la alternativa moderna al azúcar tradicional.

La facilidad para identificar estos ingredientes en la etiqueta ha bajado. A veces aparecen como parte de mezclas “light”, otras con nombres poco familiares que permiten pasar desapercibidos. Pero la realidad es que poca gente sospecha que un simple vaso de té frío ya puede contener varios tipos de edulcorantes.

Impacto de los edulcorantes en la salud cerebral según estudios recientes

Lo que parecía una fórmula sin riesgo empieza a cambiar ante la evidencia científica. Un estudio publicado en septiembre de 2025 en la revista Neurology siguió durante cerca de ocho años a 12,772 adultos de Brasil de un promedio de 52 años. El objetivo era claro: observar cómo el consumo habitual de estos edulcorantes afecta el desempeño mental a lo largo del tiempo.

A los participantes se les pidió detallar su dieta, incluyendo la frecuencia y cantidad de alimentos y bebidas con edulcorantes. Luego, los investigadores evaluaron funciones cognitivas usando pruebas centradas en memoria, concentración y capacidad para resolver problemas sencillos.

Los hallazgos generaron sorpresa. Los consumidores más frecuentes mostraron señales de deterioro cognitivo acentuado respecto a quienes usaban poco o nada estos sustitutos del azúcar. Se observó principalmente un cambio en la velocidad con la que recordaban detalles o mantenían la atención, incluso después de controlar factores como edad, educación o enfermedades previas.

Aunque el mecanismo exacto sigue en estudio, la señal es cada vez más clara: el consumo regular y en grandes cantidades de edulcorantes puede estar asociado a una peor salud cerebral a mediano y largo plazo.

Foto Freepik

Grupos de consumo y diferencias observadas

Para analizar con precisión, los científicos separaron a los voluntarios en tres grupos según su nivel de consumo: bajo, intermedio y alto. Aquellos que consumían altas dosis de edulcorantes en su dieta diaria, por ejemplo varias bebidas light al día o postres endulzados artificialmente después de cada comida, terminaron con peores resultados en pruebas de memoria y atención.

El grupo con consumo bajo mostró menos cambios en la función cerebral y un deterioro mucho más lento. Las diferencias entre grupos resultaron claras: quienes dependían más de productos bajos en azúcar perdieron una parte de sus capacidades mentales antes que otros. Estos resultados alertan sobre la costumbre de elegir productos etiquetados como “dietéticos”, creyendo que no existe ningún impacto negativo en el organismo.

El estudio apunta a una relación entre cantidad consumida y velocidad del deterioro, lo que sugiere que la moderación en el uso de estos productos puede marcar la diferencia a largo plazo.

Recomendaciones prácticas para reducir el uso de edulcorantes artificiales

Detectar y evitar los edulcorantes artificiales no requiere un cambio extremo. El primer paso es aprender a identificar los ingredientes en las etiquetas de los alimentos. Los nombres como aspartame o acesulfame-K suelen figurar en los componentes de bebidas, yogures y cereales “light”. Prestar atención a estos pequeños detalles puede ayudar mucho.

A la hora de endulzar comidas y bebidas en casa, las alternativas naturales ganan terreno. Un poco de miel, canela o incluso fruta fresca como plátano o manzana, puede dar dulzor sin recurrir a productos sintéticos. Reducir poco a poco la cantidad de azúcar y edulcorantes acostumbrados también funciona para que el paladar se adapte de forma paulatina.

Darle espacio al gusto natural de los alimentos y priorizar el consumo de productos frescos ayuda a mantener la salud cerebral a largo plazo. Esta adaptación gradual no solo baja el riesgo de deterioro cognitivo, sino que también fomenta una relación más saludable con la comida.

Pequeños ajustes en las compras y en la cocina, sumados a un poco de conciencia sobre lo que hay detrás de cada etiqueta, abren el camino hacia mejores decisiones. La información disponible sugiere que un consumo más moderado o la elección de ingredientes naturales favorece el bienestar mental y puede proteger la memoria y la concentración con el paso de los años.

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