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Estilo de vida

Estas son las razas de perros con mayor riesgo de padecer cáncer

El cáncer es una de las principales causas de muerte en perros. Afecta con más fuerza a muchas razas puras, y se presenta a edades cada vez más tempranas. En estudios recientes hasta 2025, se observan riesgos elevados en Boxer y Golden Retriever, junto con otras razas grandes y medianas. Para los dueños, conocer estos datos no es un lujo, es parte del cuidado diario.

Razas de perros con mayor riesgo de padecer cáncer

Varias razas muestran tasas más altas de tumores malignos por carga genética, tamaño corporal y patrones reproducidos durante décadas. El Boxer destaca por su alta propensión a tumores de mastocitos, linfoma y hemangiosarcoma. Su historia de selección y ciertos linajes han concentrado mutaciones que favorecen la aparición de estas neoplasias. En la práctica, suelen detectarse bultos cutáneos, lesiones en mucosas o cansancio inusual.

El Golden Retriever mantiene una mortalidad por cáncer cercana al 40%, con especial frecuencia del hemangiosarcoma y el linfoma. Su tamaño mediano, pecho profundo y una base genética muy cerrada se relacionan con ese patrón. Suele verse en bazo, hígado o corazón, lo que explica cuadros repentinos con palidez, abdomen distendido o colapsos agudos.

El Boyero de Berna sufre un riesgo notable de sarcoma histiocítico, un tumor agresivo que avanza con rapidez. Esta enfermedad corta la expectativa de vida de la raza, y requiere vigilancia estrecha desde edades medianas. Señales como tos persistente, cojera o pérdida de peso deben tomarse en serio, incluso si el perro parece activo.

El Rottweiler presenta alta incidencia de osteosarcoma, un cáncer óseo muy doloroso que aparece con mayor frecuencia en huesos largos. Es habitual ver cojera que no mejora o aumento de volumen en una extremidad. Las radiografías tempranas y el control del peso ayudan a reducir la carga mecánica y facilitan un diagnóstico precoz.

El Pastor Alemán también muestra predisposición a hemangiosarcoma y linfomas. Su talla grande, su metabolismo y ciertos linajes profundizan el riesgo. En muchos casos, los diagnósticos llegan alrededor de los 6 años, por lo que conviene iniciar controles específicos desde esa edad.

Otras razas con predisposición, aunque con variabilidad entre líneas, incluyen Labrador Retriever, Dóberman, Caniche y Cocker Spaniel. En ellas se observan mastocitomas, tumores de bazo, neoplasias mamarias en hembras no esterilizadas y neoplasias cutáneas. El patrón no es uniforme, pero amerita una pauta de chequeos más estricta a partir de la madurez.

El Boxer y su propensión a tumores malignos

El Boxer se sitúa entre las razas con mayor riesgo relativo. Destacan los mastocitomas, el linfoma y el hemangiosarcoma. La genética juega un papel clave, con líneas familiares donde el patrón tumoral se repite. Muchas lesiones comienzan como bultos pequeños en piel, por eso el tacto diario es una herramienta sencilla.

Conviene revisar al perro con la mano, cabeza, cuello, tronco y extremidades. Un bulto que crece rápido, cambia de color o duele, debe evaluarse sin demora. Cambios en apetito, apatía o picor intenso también importan. Mantener un peso estable y visitas anuales, que incluyan citología de masas sospechosas, pueden adelantar el diagnóstico.

Golden Retriever: alto riesgo de hemangiosarcoma

El Golden Retriever tiene una carga alta de cáncer, con una mortalidad cercana al 40%. El hemangiosarcoma de bazo es el cuadro más temido por su inicio silencioso y evolución súbita. Su tamaño mediano y su popularidad, que redujo la diversidad genética en ciertos países, aumentan la susceptibilidad.

A partir de los 5 años conviene programar chequeos anuales con analítica y ecografía abdominal. A los 7 años, muchos veterinarios recomiendan pasar a controles cada seis meses, sobre todo si hay antecedentes familiares. Señales como encías pálidas, abdomen hinchado, desmayo o respiración rápida ameritan consulta urgente.

Foto Freepik

Otras razas vulnerables como Rottweiler y Pastor Alemán

El Rottweiler muestra una tasa alta de osteosarcoma. Suele iniciar con cojera persistente o dolor localizado en un hueso. La rapidez en tomar radiografías marca la diferencia. En perros de esta talla, el dolor óseo no es un asunto menor, y una semana de observación puede ser demasiado.

El Pastor Alemán destaca por linfomas y hemangiosarcoma. En razas grandes y puras, muchos cánceres se diagnostican alrededor de los 6 años. La vigilancia temprana, con palpación de ganglios y analíticas regulares, ayuda a interceptar la enfermedad en fases más tratables. Son perros activos, por eso una caída en el rendimiento físico debe leerse como señal de alerta.

Factores de riesgo y medidas preventivas para el cáncer en perros

El riesgo nace de varias piezas que encajan. La genética concentra susceptibilidades en ciertas líneas. El tamaño de la raza y el ritmo de crecimiento aumentan la probabilidad de tumores óseos y viscerales. La edad eleva la incidencia, sobre todo a partir de los 6 o 7 años. La exposición ambiental suma, con humo de tabaco, pesticidas y radiación solar como ejemplos frecuentes.

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La detección temprana salva vidas. Un bulto pequeño, una citología simple y una cirugía planificada dan mejores resultados que un tumor avanzado con metástasis. En casa, el tacto mensual detecta masas cutáneas, el control de peso descubre pérdida involuntaria y el seguimiento del apetito revela cambios sutiles. Un perro que bebe más agua, que se fatiga en paseos cortos o que presenta moretones sin causa merece pruebas.

El plan básico se construye con hábitos. Visitas veterinarias regulares, al menos una vez al año en adultos y dos veces al año en senior. Dieta balanceada, raciones medidas y buena hidratación para mantener condición corporal ideal. Ejercicio diario según edad y estado articular, que mejora la inmunidad y el ánimo. Evitar el tabaco dentro del hogar, guardar productos de limpieza y pesticidas, y usar protección solar en zonas claras expuestas al sol. La esterilización temprana en hembras reduce el riesgo de tumores mamarios, una decisión que debe hablarse con el veterinario.

La clave es actuar antes. Un perfil sanguíneo anual, una ecografía en razas de riesgo y radiografías cuando hay dolor óseo. La inversión en prevención suele ser menor que el costo de tratamientos avanzados.

Influencia de la genética y el tamaño en el riesgo

La genética agrupa variantes que aumentan la probabilidad de cáncer. Las razas puras comparten linajes cerrados, lo que eleva ese riesgo. El tamaño importa, los perros grandes sufren más tumores óseos y viscerales. Los mestizos suelen tener menor riesgo por mayor diversidad genética. Aun así, todos los perros pueden enfermar, por eso cuentan los hábitos.

Consejos para dueños: chequeos y hábitos saludables

Los chequeos anuales en adultos y semestrales en senior ayudan a llegar a tiempo. Observar síntomas como pérdida de peso, letargo, tos persistente, cojera, masas en piel o encías pálidas sirve como alerta. Una dieta de calidad, con raciones exactas y control de premios, mantiene un peso sano. El ejercicio diario, adaptado a la edad, sostiene el sistema inmune y mejora la circulación.

El veterinario es un aliado. Citologías de bultos, ecografías en razas de riesgo y radiografías ante dolor óseo no deben posponerse. Evitar humo de tabaco y químicos reduce exposición. Un calendario claro de visitas, vacunas al día y desparasitación cierra el círculo de prevención. Un diario simple de salud, con fechas y síntomas, ayuda a detectar patrones y acelera decisiones.

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