7 posturas para estimular el punto G: guía clara y práctica

El punto G se describe como una zona esponjosa ubicada en la pared frontal de la vagina, a unos pocos centímetros de la entrada, que responde mejor a una presión firme y rítmica. Cuando recibe el ángulo adecuado, puede intensificar la lubricación, aumentar la excitación y llevar a orgasmos más profundos.
¿Qué necesitas saber antes de probar estas posturas?
El punto G responde mejor cuando la excitación ya está alta. La preparación importa. Un ambiente cómodo, un buen lubricante y preliminares que suban la sensibilidad hacen la diferencia. Durante el contacto, el ángulo de penetración que dirige el roce hacia la pared frontal suele dar mejores resultados. Varios profesionales de la salud sexual señalan que posiciones con inclinación pélvica o caderas elevadas facilitan ese ángulo, y que la combinación con estimulación clitoriana multiplica las sensaciones.
No todas las mujeres sienten el punto G de la misma forma. Algunas perciben un deseo de orinar o un cosquilleo intenso, otras apenas notan un cambio de textura. La clave es ir despacio, sumar pausas, y pedir retroalimentación. Si duele, se ajusta la postura, se reduce la profundidad o se cambia el ritmo. La paciencia abre el camino, no la fuerza.
Localiza el punto G con facilidad
Para ubicarlo en solitario o en pareja, la guía clásica funciona. Se introducen uno o dos dedos con la palma hacia arriba, se doblan levemente como en un gesto de “ven aquí” y se presiona la pared frontal con suavidad. La textura puede sentirse un poco más rugosa o esponjosa que el resto. Un buen truco es alternar presión rítmica con pequeños círculos y, en paralelo, tocar el clítoris con la otra mano o con un juguete externo. Si la sensación es placentera y crece con la presión, se está en la zona correcta. Si no, se ajusta la profundidad o el ángulo de la muñeca hasta encontrar el punto.
Prepara el ambiente para mayor placer
El entorno marca el tono. Luces suaves, música que relaje, poca prisa y una temperatura agradable ayudan a bajar tensiones. Unas cuantas almohadas sostienen caderas y espalda, lo que facilita ángulos precisos sin esfuerzo. Los preliminares, con besos, caricias lentas y respiración guiada, elevan el flujo sanguíneo y vuelven la pared anterior más sensible. Los juguetes de vibración externa se suman bien a estas prácticas, igual que un lubricante a base de agua para mantener comodidad y evitar roces incómodos.

Siete posturas efectivas para estimular el punto G
Postura del perrito para penetración profunda
La persona receptora se coloca sobre manos y rodillas, con la espalda relajada y las caderas ligeramente elevadas. La penetración desde atrás dirige el tronco del pene o del juguete hacia la pared frontal, lo que favorece el contacto directo con el punto G. Una almohada bajo el vientre o las caderas mejora el ángulo sin exigir rigidez. La pareja puede usar una mano para estimular el clítoris al mismo tiempo, lo que potencia la excitación y facilita llegar al pico. Conviene mantener un ritmo constante y hacer pequeñas pausas para preguntar por sensaciones, ajustando la profundidad con movimientos cortos y controlados.
Cucharita para intimidad relajada
Ambas personas se recuestan de lado, la que penetra queda detrás, pegada a la espalda de la receptora. Esta postura ofrece un control suave del movimiento y un roce que suele rozar el punto G con menos esfuerzo. El contacto cuerpo a cuerpo suma calma y cercanía, ideal para quienes prefieren un ritmo lento. Los muslos pueden abrirse un poco para cambiar el ángulo, y los brazos quedan libres para acariciar cuello, pecho o clítoris. Es una elección segura cuando se busca placer sin tensión en rodillas o espalda.
Vaquera para control total
La receptora se sienta encima de la pareja, de frente, y mueve las caderas a su ritmo. El control total facilita ubicar el ángulo perfecto, con inclinaciones hacia adelante o hacia atrás para orientar la presión exactamente donde se siente mejor. Los movimientos cortos y ondulantes favorecen la estimulación focalizada del punto G, sobre todo si la pelvis se inclina ligeramente hacia el frente. Las manos libres permiten tocar el clítoris o sujetarse del torso para sostener el tempo. Una base firme, como un colchón poco hundido, ayuda a mantener la postura sin fatiga.
Misionera con almohada para elevación perfecta
Con ambas personas frente a frente, una o dos almohadas bajo la pelvis de la receptora cambian la alineación y acercan el contacto al punto G. Este leve ascenso orienta la penetración hacia la pared anterior y permite ajustar profundidad con facilidad. La persona que penetra puede apoyar una mano sobre el pubis, entre el ombligo y el hueso púbico, para ejercer una presión suave que intensifica el estímulo interno. El contacto visual y los besos aumentan la confianza, y una respiración sincronizada ayuda a mantener un ritmo cómodo para los dos.
Amazona invertida para variedad excitante
Similar a la vaquera, pero la receptora se coloca encima mirando hacia los pies de su pareja. Esta variante cambia el ángulo de entrada y ofrece un roce distintivo en la pared frontal. Los movimientos circulares y en ocho con las caderas suelen encender el punto G con rapidez. La persona de abajo puede sostener la cadera de su pareja para dar estabilidad y, con una mano libre, estimular el clítoris. Si el colchón se hunde demasiado, conviene moverse a una superficie más firme, lo que mantiene el ángulo y reduce el cansancio.
Flor de loto para conexión emocional
Ambas personas se sientan una frente a la otra, con las piernas entrelazadas y los torsos muy cerca. La penetración es lenta y controlada, ideal para dirigir el eje hacia la pared anterior sin perder el contacto visual. Los movimientos cortos, acompañados de respiraciones profundas, amplifican la sensación interna y el vínculo emocional. Las manos quedan libres para sostener la espalda, acariciar la cintura o tocar el clítoris. Un cojín bajo los glúteos de la receptora ajusta el ángulo y evita tensión en la cadera, lo que permite sostener la postura más tiempo.
La silla para aventura espontánea
La receptora se sienta en una silla firme o en el borde de la cama, con la espalda apoyada y los pies plantados. La pareja permanece de pie al frente, lo que crea un ángulo ascendente que apunta hacia el punto G. El apoyo de la silla da estabilidad y deja las manos libres para besos intensos y caricias. Si se usa un arnés o un juguete, el control del eje es aún mayor, lo que facilita una presión constante sin perder la comodidad. Separar un poco las rodillas o elevar los pies con un reposapiés puede afinar el contacto con la pared anterior.