Las 7 fantasías sexuales más frecuentes en las mujeres (y por qué no lo cuentan)

¿Quién no ha tenido un pensamiento erótico que enciende el cuerpo sin pedir permiso? Las mujeres tienen fantasías sexuales tan variadas y comunes como los hombres, pero muchas las guardan en silencio. No es raro, el miedo al juicio pesa. La mayoría imagina, experimenta con la mente y disfruta sin contarlo. Encuestas europeas como la de Ifop para Femmes Actuelles, ya en 2013, mostraban cifras altísimas de mujeres que fantasean, y esa tendencia sigue hoy. En ese marco, se cita que cerca del 98% ha tenido fantasías y que alrededor del 79% en pareja querría compartirlas con su compañero, al menos en confianza.
Las 7 fantasías sexuales más comunes en las mujeres
Las fantasías cambian con la vida, pero comparten un hilo: romper la rutina, sentir emoción, jugar con el poder o con la ternura. Estudios recientes, desde reportes divulgados por Medscape en 2023 hasta encuestas de hábitos sexuales de 2025, indican que dominación y sumisión, sexo en grupo, juegos de rol, exhibicionismo y voyeurismo aparecen a menudo. A continuación, siete temas que se repiten en relatos actuales, con porcentajes aproximados que se han visto en investigaciones y medios especializados.
Sexo en lugares públicos: la emoción del riesgo
La magia está en la adrenalina. Ascensores casi vacíos, un parque al atardecer o el asiento trasero de un auto crean ese cosquilleo que apaga la vergüenza y enciende el pulso. Es una fantasía que rompe el guion del dormitorio, trae novedad y pinta la piel con nervio. Muchas mujeres la perciben como una aventura sin compromisos emocionales, un juego entre el pudor y el impulso. Informes de hábitos sexuales recientes la sitúan entre las favoritas, justo detrás de dinámicas de poder, en parte por ese toque de riesgo que activa la mente.
Encuentro con otra mujer: explorando la sensualidad
Aparece como curiosidad, una mirada distinta a la suavidad, al olor y al ritmo de un cuerpo femenino. No define orientación, abre una puerta de autoexploración y empatía con el deseo ajeno. En encuestas actuales se cita que cerca del 15% imagina esta escena incluso durante el sexo con hombres. Aporta ternura, caricias lentas y una presencia que muchas describen como espejo, aprender del propio cuerpo a través del de otra.
Ser dominada: entrega y pérdida de control
La idea de aflojar el mando y entregarse guía esta fantasía. Hablamos de prácticas suaves, ataduras ligeras, palabras directas, reglas claras. Se juega con el consentimiento y la seguridad, se acuerdan límites y señales, y el cuerpo se permite sentir sin pensar tanto. Encuestas divulgadas en 2025 reportan que más de la mitad de mujeres con identidad de género femenino fantasean con ser dominadas, con cifras cercanas al 59%. Además, los juegos de azotes aumentaron en popularidad, pasando de ser minoritarios en los años 80 a rondar un cuarto de las preferencias en la década pasada, con un 24% citado en 2012. La escena evoca protección, brazos fuertes, control cuidado, placer que sube cuando alguien fiable dirige el ritmo.
Sexo con varios hombres: centro de atención
El eje es ser el foco de todas las miradas y caricias. La mujer como protagonista absoluta, atendida con ganas y paciencia. Esta fantasía incluye ideas intensas, como doble penetración, y aparece en cifras cercanas al 21% cuando se pregunta por orgías o sexo grupal. El atractivo está en sentirse deseada sin descanso, sin turnos largos de espera, sin juicio. La cultura pop, con títulos que ponen sobre la mesa vínculos de poder y entrega, empujó este imaginario a la conversación pública. La mente combina deseo, validación y exceso controlado.
El atractivo del uniforme: virilidad y poder
Bomberos, militares, policías, pilotos, médicos. No es solo el traje, es lo que simboliza, fuerza, pericia, protección, decisión. El uniforme reduce la incertidumbre y crea un marco de autoridad que excita. Eventos populares como el Bal des Pompiers en París muestran en vivo ese imán, filas para bailar, fotos y sonrisas encendidas. El uniforme funciona como atajo mental, un código que dice: aquí hay alguien que sabe qué hacer, y esa seguridad erotiza.

Noche con una celebridad: el sueño de lo inalcanzable
La mente dibuja hoteles de lujo, alfombras rojas y puertas privadas. Más que un cuerpo perfecto, esta fantasía trabaja con el poder del estatus, el glamour, el brillo de quien parece intocable. Actores, cantantes, deportistas, incluso líderes de opinión. En curiosidades de encuestas se ve variación por perfiles políticos, aunque el core es el mismo, lo inalcanzable seduce. El valor aquí es el escenario, no el nombre. Importa la sensación de excepción, una noche fuera de la vida normal.
El desconocido misterioso: pasión sin ataduras
Hay libertad en lo anónimo. Un cruce de miradas, una química rápida, una habitación que no vuelve a repetirse. Sin nombres, sin redes, sin historia. Esta fantasía reduce la culpa, apaga el ruido de la comparación y amplifica el disfrute del momento. Es el aquí y ahora en su forma más simple, puro estímulo y consentimiento. Para muchas, el atractivo es soltar el papel de siempre y probar una versión más osada de sí mismas.
Por qué las mujeres guardan silencio sobre sus fantasías
No se calla por falta de deseo. Se calla por miedo, por hábitos culturales y por confusión entre imaginar y querer hacer. La psicología del sexo subraya una idea clave, fantasear es sano, normal y útil para el placer mental. Aun así, compartir no siempre resulta fácil. En varias encuestas, una gran mayoría dice fantasear a menudo, y muchas lo hacen con personas del entorno, compañeros de trabajo, amistades, ex parejas, algo que se ha cifrado en torno al 66%. También se ha visto que cerca del 79% de quienes están en pareja querrían abrir la conversación, aunque no siempre dan el paso.
Miedo al juicio y la crítica social
Las normas culturales pesan sobre el deseo femenino. Decir que una se excita con dominación, con sexo grupal o con otra mujer todavía genera miradas torcidas. Ese juicio potencial se traduce en vergüenza. Muchas temen perder respeto o ser vistas como infieles por el simple hecho de fantasear. En contextos donde la educación sexual fue escasa, el silencio se siente más seguro que la transparencia.
Inseguridad en la relación y temor al rechazo
El cariño no quita el miedo. Algunas piensan que hablar de otra persona, de un juego de poder o de un escenario de riesgo podría herir a su pareja. El temor es cambiar la dinámica, abrir una caja difícil de cerrar. Aunque muchas querrían compartir, se enfrentan a barreras emocionales reales. Falta de vocabulario erótico, experiencias previas de burla, o parejas poco abiertas al diálogo. La solución pasa por acuerdos, escuchar sin atacar, marcar límites, y recordar que la fantasía es un relato íntimo, no una traición.
Diferencia entre fantasía y deseo real
Fantasear no equivale a querer llevarlo a cabo. La mente usa estas historias como herramientas para excitarse, para procesar emociones y tensiones. Esa distinción se pierde cuando no hay educación sexual. Por eso muchas callan, temen que su pareja piense que mañana exigirán cumplir cada escena. Lo sano es separar planos, placer mental por un lado, decisiones reales por otro. Si hay confianza, se puede hablar de lo que atrae y de lo que jamás se haría, con un sí claro y un no igual de claro.