La postura para dormir que los expertos recomiendan si tienes reflujo o acidez

El reflujo gastroesofágico y la acidez no solo queman el pecho, también quitan horas de descanso. Ocurren cuando el contenido del estómago sube hacia el esófago y provoca molestias que interrumpen la noche. En España, se estima que entre un 10 y un 20 por ciento de la población presenta síntomas de forma recurrente, cifras similares al promedio europeo.
¿Por qué dormir del lado izquierdo alivia el reflujo y la acidez?
El truco está en la gravedad. Cuando el cuerpo descansa sobre el lado izquierdo, el estómago queda por debajo del esófago y el contenido ácido tiende a quedarse en su sitio. El esfínter que separa el esófago del estómago actúa como una válvula, aunque no es perfecta. Si la posición no ayuda, el ácido puede vencer esa barrera y subir, lo que provoca ardor y tos nocturna. Al acostarse del lado izquierdo, el ácido tiene menos oportunidades de ascender.
Esta postura también se asocia con menos interrupciones del sueño. Muchas personas con acidez reportan despertares repetidos por sensación de quemazón. Acostarse del lado izquierdo reduce esos episodios y mejora la continuidad del descanso. Estudios comparativos han observado una reducción de eventos nocturnos frente a otras posturas, con menos regurgitación y menos sensación de ardor.
Otro punto a favor es la alineación del sistema digestivo. Al quedar el estómago en una posición más favorable, el tránsito se vuelve más eficiente. El páncreas libera con más facilidad sus enzimas, lo que favorece una digestión calmada durante la noche. El resultado es una sensación de alivio en el pecho y menos presión en la garganta al despertar.
Mejora en la digestión y prevención de hinchazón
Dormir del lado izquierdo alinea el estómago con el páncreas y facilita la liberación de enzimas digestivas. Ese ajuste mejora el manejo de los alimentos y reduce la sensación de pesadez tras la cena. Cuando las enzimas trabajan a buen ritmo, el cuerpo procesa mejor los nutrientes y el intestino se mueve con mayor regularidad. Al día siguiente, las personas suelen notarse más ligeras, con menos distensión y menos gases.
Este hábito también ayuda al tránsito intestinal. La gravedad favorece el recorrido natural del contenido digestivo, lo que se traduce en menos presión abdominal durante la noche. Un ejemplo simple lo ilustra bien. Después de una comida tardía, acostarse del lado izquierdo evita esa sensación de globo que dificulta conciliar el sueño. Con regularidad, este cambio reduce la hinchazón matinal y hace más llevadera la rutina.
Beneficios para la circulación y el corazón
Acostarse sobre el lado izquierdo reduce la presión sobre la vena cava inferior, un gran vaso que lleva la sangre de las piernas hacia el corazón. Con menos compresión, mejora el retorno venoso y el bombeo es más eficiente. Una circulación sanguínea más fluida aporta oxígeno de forma más estable a los tejidos, lo que se nota al día siguiente con menos cansancio y una sensación más clara de descanso real.
Este alivio en la carga circulatoria también ayuda a quienes sufren acidez nocturna. Cuando el cuerpo no pelea contra el retorno de la sangre y contra el ácido al mismo tiempo, el sueño se vuelve más profundo. El descanso mejora y la energía de la mañana lo confirma.

Posturas a evitar y consejos adicionales para un sueño sin acidez
Dormir del lado derecho suele relajar el esfínter esofágico y facilita que el ácido suba con más facilidad. En esa posición, el estómago queda por encima del esófago en algunos segmentos y la barrera natural pierde eficacia. Algo parecido ocurre al dormir boca arriba si la cabeza no está elevada. La fuerza del ácido encuentra un camino sencillo hacia la garganta, lo que causa tos, dolor y despertares a medianoche.
Un recurso práctico es la elevación de la cama. Subir la cabecera entre 15 y 20 centímetros con bloques firmes o un cuña especial mejora el efecto de la postura y evita que el ácido ascienda. Levantar solo las almohadas no sirve igual, ya que flexiona el cuello y el abdomen y puede aumentar la presión en el estómago. Conviene cenar ligero, dejar pasar dos o tres horas antes de acostarse y mantener un horario estable. El alcohol, el tabaco y las comidas muy grasas aumentan la acidez, por lo que reducirlos en la noche trae alivio.
Ventajas especiales durante el embarazo
En el embarazo, dormir del lado izquierdo favorece el flujo de sangre hacia la placenta y reduce la compresión sobre hígado y riñones. Esto ayuda a aliviar la hinchazón en las piernas y la tensión en la zona baja de la espalda. Muchas gestantes también notan más acidez por cambios hormonales. Esta postura reduce esos síntomas y permite un descanso más continuo, algo valioso en una etapa donde el sueño ya viene fragmentado.
¿Cómo adoptar esta postura de forma cómoda?
Las almohadas de apoyo son aliadas para mantener la posición sin rodar. Una entre las rodillas alinea la cadera y evita molestias. Otra pequeña en la zona lumbar mejora la estabilidad y evita giros involuntarios. Este ajuste favorece la alineación de la columna y reduce la tensión muscular, en especial en cuello, hombros y zona lumbar.
Quien no esté acostumbrado puede empezar de forma gradual. La siesta es un buen momento para practicar. También sirve acomodar la cama antes de acostarse, con la cuña o los bloques y las almohadas ya en su sitio. Tras unos días, el cuerpo adopta la postura con naturalidad y el beneficio se nota en la primera semana.
Beneficios generales para la salud al elegir la postura correcta
Elegir bien la postura nocturna tiene efectos que van más allá de la acidez. Al acostarse del lado izquierdo, se reduce la compresión sobre el hígado, lo que facilita su trabajo de desintoxicación durante la noche. Los riñones también funcionan con menos presión, lo que ayuda a mantener un mejor equilibrio de líquidos. Este pequeño ajuste contribuye a que el cuerpo gestione toxinas y fluidos de forma más eficiente mientras se duerme.
El impacto se ve en el bienestar general. Un descanso más profundo se traduce en mejor ánimo, claridad mental y una sensación más constante de energía diurna. Las mañanas llegan con menos pesadez y menos sabor ácido en la boca. Quien hace ejercicio rinde mejor, y quien trabaja sentado tolera mejor la jornada porque el cuerpo no arrastra la fatiga del ardor nocturno.
La postura correcta también apoya la respiración. Al dormir del lado izquierdo, el diafragma se mueve con más libertad y el pecho se expande con menos esfuerzo. Esto favorece una oxigenación constante y reduce microdespertares. Si a esto se le suma la elevación suave de la cabecera, la vía aérea se mantiene más despejada y el sueño gana en profundidad.
Adoptar este hábito encaja bien en rutinas sencillas. Cenar temprano, hidratarse lo justo y evitar acostarse justo después de comer refuerza el efecto. Cuando el sistema digestivo trabaja con calma, el estómago produce menos ácido y el esófago sufre menos. El cambio se nota en dos planos a la vez, menos acidez y mejor descanso. En muchos casos, esta combinación permite reducir despertares y recobrar un sueño reparador sin recurrir a medidas complejas.