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Salud

Esto es lo que debes hacer cuando tienes hipo y no se te quita

El hipo común suele ser corto y pasa sin esfuerzo. Llega, interrumpe una comida o una charla, y se va. Cuando dura horas, cambia el ánimo y agota. Una diseñadora contaba que, tras una cena con refrescos y risas, pasó la madrugada con hipo que iba y venía, sin poder dormir ni concentrarse al día siguiente.

Entiende las causas del hipo persistente

El hipo aparece por contracciones involuntarias del diafragma y el cierre súbito de las cuerdas vocales. Este reflejo puede dispararse por cosas cotidianas, como comer muy rápido o beber bebidas con gas, o por cambios bruscos de temperatura. También puede intervenir el nervio vago o el nervio frénico, que regulan el diafragma. Cuando estos nervios se irritan, el hipo se prolonga.

La vida diaria aporta varios desencadenantes. Un atracón, un brindis con alcohol, un episodio de ansiedad o un estómago hinchado alteran el ritmo natural de la respiración. El resultado es un espasmo repetido. Algunas personas lo notan tras una risa intensa o al masticar chicle y tragar aire. Aun así, suele ser un fenómeno benigno y pasajero.

Hay situaciones que requieren más atención. Infecciones respiratorias, como una neumonía, pueden inflamar áreas cercanas al diafragma y al nervio frénico. La enfermedad por reflujo gastroesofágico irrita el esófago y perpetúa el reflejo. Trastornos del sistema nervioso central, accidentes cerebrovasculares o lesiones craneales cambian la señal que el cerebro envía al diafragma. Tumores en el tórax o el abdomen, o un absceso por debajo del diafragma, ejercen presión y activan el hipo por largos periodos.

El papel de los medicamentos también cuenta. Algunas anestesias, tratamientos que afectan la motilidad gástrica o ciertos fármacos pueden favorecer el reflejo. Desequilibrios metabólicos, como alteraciones renales u hormonales, cierran el círculo. Lo importante es saber que el hipo que dura más de 48 horas exige una mirada clínica para identificar la causa real.

Factores cotidianos que provocan hipo duradero

Una comida apurada irrita el estómago y empuja aire a la garganta, lo que altera el patrón del diafragma. Los refrescos crean burbujas, hinchan y desencadenan espasmos. El estrés acelera la respiración y acorta la exhalación, un detalle que tensa el diafragma y lo vuelve más reactivo. Un ejemplo simple es el hipo tras una presentación en público, cuando la ansiedad corta el aire y se combina con tragos rápidos de agua. En noches frías, un cambio brusco de temperatura al salir a la calle también puede activar el reflejo y alargarlo más de lo esperado.

Problemas médicos detrás del hipo que no cede

Las infecciones del aparato respiratorio inflaman tejidos cercanos y favorecen contracciones que no paran. Un trastorno neurológico altera el control automático de la respiración y perpetúa el hipo. Un tumor, una hernia o un absceso bajo el diafragma pueden presionar nervios y provocar episodios prolongados con dolor o dificultad para tragar. El reflujo ácido quema, irrita el esófago y mantiene el estímulo. En estos casos, la evaluación médica no se pospone, ya que el diagnóstico precoz guía el tratamiento y reduce riesgos.

Prueba estos remedios caseros para calmar el hipo

Cuando el hipo molesta pero parece leve, hay recursos simples y sensatos. La respiración profunda ayuda a relajar el diafragma y a romper el ciclo del espasmo. Beber agua fría en sorbos pequeños estimula el nervio vago y resetea el reflejo. Hacer gárgaras con agua fría, chupar un cubo de hielo o beber del lado opuesto del vaso cambian la mecánica de la deglución y, con frecuencia, lo frenan.

Otro truco clásico consiste en colocar una pequeña cantidad de azúcar en la lengua y dejar que se disuelva, lo que activa receptores orales y modula el reflejo. Una pizca de vinagre puede ofrecer un estímulo breve y útil. Para estómagos sensibles, una mezcla suave de agua con un toque de bicarbonato puede calmar la acidez ocasional, siempre en poca cantidad. Presionar el pecho con suavidad, con los brazos alrededor del torso, añade resistencia al movimiento del diafragma y ayuda a estabilizarlo.

Estos métodos tienen sentido en situaciones puntuales. Funcionan mejor en hipos cortos, relacionados con comidas, bebidas o nervios. No reemplazan la consulta si el hipo es persistente, si se acompaña de dolor, fiebre, vómitos, pérdida de peso o si impide comer y dormir. Un enfoque prudente combina remedios caseros seguros con una observación atenta de los síntomas.

Foto Freepik

Técnicas de respiración y agua para detenerlo rápido

Respirar hondo, retener el aire por unos segundos y soltarlo de forma lenta, relaja el diafragma y desactiva el espasmo. Repetir el ciclo, con calma, da señales claras al cuerpo. Beber agua fría con hielo intensifica el estímulo del nervio vago. Tomar agua desde el borde opuesto del vaso, inclinando el tronco, cambia la coordinación entre respiración y deglución y rompe el patrón. En algunos casos, respirar unos instantes dentro de una bolsa de papel bajo supervisión ayuda a elevar el dióxido de carbono y a equilibrar el reflejo. Se evita si hay problemas respiratorios.

Ingredientes de cocina que ayudan a relajar el espasmo

Una cucharadita de azúcar o miel se deshace en la lengua y produce un estímulo breve que puede cortar el hipo. Un pequeño sorbo de vinagre de manzana activa receptores y puede ser útil cuando hay irritación leve. Para el estómago sensible, un poco de agua con bicarbonato puede calmar, siempre en dosis moderadas. No se abusa de estos recursos ni se repiten en exceso. Si aparece ardor intenso, náuseas o dolor, se detienen y se consulta.

¿Cuándo ir al médico y qué tratamientos esperar?

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El hipo que dura más de 48 horas requiere valoración clínica. También se consulta si vuelve una y otra vez, si interfiere con la alimentación o el sueño, o si viene con otros síntomas. La presencia de pérdida de peso, cansancio marcado, vómitos, dolor torácico o dificultad para respirar eleva la urgencia. Un turno a tiempo evita complicaciones como deshidratación, irritación de las cuerdas vocales o arritmias en personas con antecedentes cardíacos.

El médico tomará una historia detallada y buscará la causa subyacente. Hará preguntas sobre comidas, bebidas, hábitos y fármacos. Puede solicitar análisis de sangre, pruebas para evaluar el sistema nervioso, estudios del aparato digestivo o imágenes. En casos puntuales, una tomografía de tórax o abdomen ayuda a detectar problemas que afecten al nervio frénico o a estructuras cercanas. Si hay sospecha de reflujo, se valora un tratamiento que reduzca el ácido. Si existe una infección, se atiende con el manejo adecuado. Cuando se identifica un fármaco como posible disparador, se ajusta el plan terapéutico.

En el consultorio existen medicamentos que relajan el diafragma o modulan el reflejo. Fármacos como baclofeno o clorpromazina pueden aliviar el espasmo. En algunos casos se usan metoclopramida o gabapentina, y si hay reflujo se considera omeprazol u otro supresor de ácido. El objetivo es calmar el hipo y tratar la condición de base. Si hay una enfermedad neurológica, se sigue el plan del especialista. Cuando el hipo es intratable, se evalúan opciones como bloqueos del nervio vago, acupuntura o procedimientos más avanzados, siempre con indicación clara y seguimiento estrecho.

Señales que indican urgencia médica

Un hipo que se instala por días y viene con dolor abdominal intenso, vómitos persistentes, fiebre, tos con dificultad para respirar o fatiga que no cede merece consulta inmediata. Si la persona no puede comer o beber, si nota deshidratación o si el sueño se ve interrumpido por horas, se busca atención sin demora. En pacientes con pérdida de peso sin explicación o con antecedentes neurológicos, el control temprano marca la diferencia.

Opciones de tratamiento profesional efectivas

El equipo médico combina entrevista clínica, exploración física y estudios dirigidos para aclarar el origen. Una vez detectado el problema, se ajusta el tratamiento. Se cambian fármacos que puedan contribuir al hipo, se inicia terapia para ERGE cuando corresponde y se indican medicamentos que apagan el espasmo del diafragma. Si la causa es un proceso inflamatorio o una infección, se trata con el esquema adecuado. En casos seleccionados, la estimulación del nervio vago o procedimientos sobre nervios implicados ofrecen alivio cuando todo lo demás falla. Con un plan claro, la mayoría de pacientes mejora y recupera su rutina sin interrupciones.

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