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Estilo de vida

Las 3 cosas que todos quieren hacer antes de morir según un médico de cuidados paliativos

Cuando la vida se encoge, se repiten tres deseos que médicos de cuidados paliativos escuchan a diario: cuidar el cuerpo con criterio y respeto, reparar las relaciones que importan, y dejar lo básico en orden para aliviar a la familia. Muchos pacientes comparten arrepentimientos concretos, como no haber valorado la salud, haber trabajado en exceso o postergar reconciliaciones.

Cuidar el cuerpo y decidir cómo quiere ser atendido al final

Quienes se acercan al final quieren comodidad real, alivio del dolor y participación activa en su plan de cuidados, con dignidad y control sobre decisiones médicas. Esto suele incluir elegir tratamientos que aporten bienestar tangible, definir dónde desean estar, casa, hospital o unidad especializada, y dejar por escrito sus preferencias. Aparece el lamento de no haber cuidado la salud a tiempo, que puede transformarse hoy en conversaciones claras con la familia, en revisar la utilidad de intervenciones, en marcar límites frente a lo que no aporta calidad de vida y en redactar un documento de voluntades anticipadas o testamento vital. La pregunta guía que proponen los equipos ayuda a enfocar: si supiera que su vida termina en seis meses, ¿qué cambiaría hoy?

Valorar la salud hoy para evitar arrepentimientos

El aprender clínico se traduce en hábitos sencillos que sostienen el ánimo y la claridad: chequeos básicos cuando tocan, descanso regular, movimiento suave a diario y comida simple que nutra sin complicaciones. Pedir ayuda cuando algo no va bien evita problemas mayores y reduce angustias. Cuidar el cuerpo deja más energía para elegir con calma si la salud cambia. Recordatorio breve y útil: prevención y bienestar diario como práctica constante.

Voluntades anticipadas y testamento vital en lenguaje claro

Se trata de un documento donde la persona expresa qué quiere y qué no quiere en su cuidado, y nombra a un representante de salud que hable por ella si no puede. Sirve para que el equipo y la familia respeten sus preferencias de tratamiento sin dudas ni cargas innecesarias. Se conversa con profesionales y seres queridos, se guarda en un sitio accesible y se actualiza cuando cambian los deseos. Es una herramienta de paz.

Elegir dónde y con quién recibir cuidados

La decisión incluye valorar el entorno conocido, la presencia de personas queridas, el control de síntomas y el apoyo profesional disponible. Preparar el espacio, acordar horarios de visitas y anotar pequeños deseos, música, luz, compañía, aporta confort y sentido de acompañamiento. Cada detalle sencillo mejora la experiencia, tanto para el paciente como para quienes cuidan.

Reparar y fortalecer relaciones que dan sentido

Uno de los deseos más intensos es estar en paz con las personas importantes, decir te quiero, dar las gracias, pedir perdón, buscar una reconciliación cuando sea posible y poner límites sanos cuando hace falta. Muchos lamentan haber vivido lejos afectivamente o haber puesto el trabajo encima de su gente. Un gesto concreto vale más que mil vueltas, una llamada corta, una nota de voz sincera o una visita breve puede sanar mucho. También conviene proteger la salud emocional y aceptar cuando el otro no puede o no quiere retomar el vínculo. La prioridad es el tiempo de calidad.

Foto Freepik

Decir lo que importa con respeto y calma

La guía práctica es simple y funciona: hablar en primera persona, evitar reproches, escuchar la respuesta completa y agradecer el momento, aunque duela. Frases cortas con amor, gratitud y disculpas reales abren puertas que estaban cerradas. Lo que marca la diferencia es la escucha paciente y la claridad al expresar lo esencial.

Puentes con personas distantes sin perder cuidado propio

Cuando hay distancia o conflicto, conviene elegir un canal cómodo, empezar con un mensaje breve, dar tiempo a la otra persona y aceptar un no sin presionar. La meta es paz compartida, no tener razón. Cuidar el respeto, observar el límite personal y sostener la paz interior evita volver a heridas viejas.

Priorizar a los suyos por encima del trabajo y las pantallas

El arrepentimiento de haber trabajado demasiado es común y duele. Reservar bloques cortos de atención plena en casa, comidas sin pantallas y agendas que protegen el tiempo con quienes importan cambia el día a día. La presencia pesa más que la cantidad de horas, y el equilibrio se construye con decisiones pequeñas y constantes.

Poner en orden asuntos y dejar un legado sencillo

Otro deseo compartido es cerrar asuntos pendientes y aliviar a la familia. Conviene tener documentos clave al día, anotar deseos sobre el cuidado, dejar recordatorios de cuentas y contraseñas en un sitio seguro, y escribir una guía simple de últimas voluntades. El legado también es emocional, recuerdos que acompañan, objetos con historia, cartas o audios con cariño. Elegir pequeños sueños alcanzables da alegría aquí, una visita cercana, una comida especial, un gesto de servicio. Lo pequeño, bien hecho, libera y reconcilia.

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Documentos básicos sin tecnicismos

Lo útil cabe en poco espacio: identificación, datos de contacto, preferencias de salud, indicaciones sobre bienes y mascotas, y un sistema de contraseñas con acceso seguro. Dos personas de confianza deberían saber dónde está todo para actuar sin tropiezos. El orden reduce el estrés de todos en momentos sensibles.

Recuerdos que consuelan a quienes se quedan

Cartas, audios, fotos con comentarios y recetas con pequeñas historias construyen una memoria viva. Hechos con tiempo, en tono sencillo y cariñoso, dejan afecto claro y gratitud explícita. Es un abrazo que dura, incluso cuando ya no hay palabras.

Pequeños sueños que se pueden cumplir

Elegir deseos cercanos y reales, poner fecha y vivirlos en compañía da luz al presente. Registrar el momento con una foto o unas líneas ayuda a fijar el sentido de lo vivido y a celebrar la alegría de cada paso. Lo importante sucede en lo cotidiano, no en lo grandioso.

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