Este electrodoméstico común puede llegar a consumir tanta energía como 65 frigoríficos funcionando a la vez

En España, con la luz cada vez más cara, hay un aparato que se pasa por alto y que puede dar un susto en el recibo: el horno eléctrico. Su secreto está en la potencia, no tanto en las horas totales que se usa. Pide mucha energía en poco tiempo, calienta rápido y mantiene una temperatura alta, por eso su impacto sorprende cuando se enciende. La comparación con sesenta y cinco frigoríficos no habla del gasto del año, habla del esfuerzo instantáneo.
Horno eléctrico: por qué puede igualar a 65 frigoríficos al mismo tiempo
La clave está en la potencia típica del horno, que suele moverse entre dos mil y cinco mil vatios, frente a un frigorífico que trabaja con algo entre trescientos y ochocientos vatios. El horno debe alcanzar y sostener altas temperaturas, y cada vez que se abre la puerta pierde parte del calor que ya pagó, luego vuelve a gastar para recuperarse. Esa demanda instantánea explica la analogía con sesenta y cinco frigoríficos encendidos a la vez, que se refiere a lo que sucede durante su uso en una hora concreta, no al acumulado de todo el año. Conviene diferenciar la potencia de la carga térmica y del consumo energético real medido en kWh, porque un aparato puede tener picos altos sin ser el campeón del gasto anual. El horno es, en muchos hogares, el que más tira de la red cuando se usa, por eso conviene usarlo con cabeza y adoptar hábitos que recorten pérdidas innecesarias.
Potencia y picos de consumo: 2.000 a 5.000 W frente a 300 a 800 W
La potencia es la intensidad a la que un aparato pide energía en un instante. El horno demanda mucha para calentar rápido y sostener el interior caliente, de ahí el pico de consumo. La comparación con el frigorífico es de potencia instantánea, no del total del año.
Consumo real al mes y al año: 40 a 90 kWh y 224 kWh
En uso real, un horno puede sumar entre cuarenta y noventa kWh al mes según el modelo y la frecuencia. En estudios con hogares europeos, el total anual se sitúa cerca de doscientos veinticuatro kWh. Estos rangos dependen del tamaño, del aislamiento y de los hábitos.
Mito y realidad: el frigorífico gasta más en el año, el horno da el golpe al usarlo
El frigorífico suele sumar más en la factura anual porque está siempre encendido, aunque con baja potencia. El horno concentra su uso puntual en periodos cortos y por eso pega el golpe cuando se enciende. El termostato activa resistencias para mantener el calor y, si se abre la puerta, hay pérdidas que alargan el ciclo.
Por qué este gasto pasa desapercibido en la factura
Las facturas no separan por aparato y muchos usuarios subestiman el horno. El modo de espera también suma, igual que los tiempos largos de precalentado, abrir la puerta por costumbre o usar recipientes que no retienen calor. La suma de pequeños gestos marca la diferencia.
¿Cómo usar el horno sin disparar la factura de la luz?
Aprovechar el calor residual ayuda mucho, basta con apagar unos minutos antes para que el plato termine con la inercia térmica y evitar gasto que no aporta. Precalentar lo justo evita que el aparato trabaje en vacío, y cocinar varios platos en un único ciclo recorta encendidos. Mejor no abrir la puerta durante la cocción porque cada apertura baja la temperatura y obliga a recuperar calor. Un horno limpio distribuye mejor el aire caliente y evita tiempos más largos, y revisar las juntas impide fugas que obligan a la resistencia a entrar más veces. Los recipientes de cristal o cerámica guardan mejor el calor que otros materiales, por eso reducen minutos de horno y consiguen cocciones más estables. Conviene también desactivar el modo de espera si queda activo al terminar, así se evitan consumos fantasma entre usos.

Aprovechar calor residual y precalentar lo justo
El calor residual es energía ya pagada. Apagar un poco antes permite que asados y gratinados terminen bien sin gastar más. Un precalentado largo, sin necesidad real, es gasto puro que no mejora el resultado.
Cocinar por tandas y usar varios niveles
La cocción por tandas reparte el coste de cada encendido. Preparar dos platos en el mismo ciclo, o encadenar recetas usando el calor que queda, reduce los minutos totales de funcionamiento.
No abrir la puerta y elegir bien el recipiente
Cada apertura hace caer la temperatura y alarga el tiempo. Mejor mirar por la ventana y usar cristal o cerámica, que aportan inercia térmica y mantienen el calor estable durante más tiempo.
Limpieza, juntas en buen estado y modo de espera
La cavidad limpia favorece una circulación uniforme del aire y evita puntos fríos. Las juntas en buen estado frenan fugas, y desactivar el modo de espera corta consumos que no se ven.
Cuánto puede costar encender el horno hoy y cómo calcularlo
El cálculo es sencillo y ayuda a decidir cuándo encenderlo. Se toma la potencia del horno expresada en kilovatios, se multiplica por las horas de uso y por el precio del kilovatio hora de la tarifa. Con un ejemplo simple, si el horno trabaja a un nivel medio durante una hora, se obtiene un consumo equivalente en kilovatios hora que, al multiplicarse por el precio vigente, ofrece el coste por uso. Revisar si hay tarifas por horas o un contrato con precio estable permite afinar. Cocinar en franjas baratas baja la cifra final. Para raciones pequeñas o un recalentado rápido, conviene valorar el microondas o la freidora de aire, que suelen gastar menos tiempo y energía que calentar toda la cavidad del horno. La elección depende de la receta, pero ajustar el método al tamaño del plato y al horario de la tarifa evita sorpresas en el cierre del mes.
Fórmula simple para el coste por uso
La guía es clara, potencia en kilovatios por tiempo de uso por precio del kWh. Si el horno trabaja a un nivel intermedio durante una hora, consume ese mismo número de kilovatios hora. Multiplicar por el precio de la tarifa da el coste aproximado.
Tarifa por horas frente a tarifa estable
Con tarifa por horas el coste cambia a lo largo del día. Cocinar en periodos valle ayuda a ahorrar. En una tarifa estable la referencia no varía, pero aún compensa ajustar tiempos y evitar usos innecesarios.
Cuándo conviene usar microondas o freidora de aire
Para una ración única, un gratinado corto o un recalentado, el microondas o la freidora de aire suelen ser más rápidos y eficientes. El horno queda para bandejas grandes, repostería o asados que realmente necesitan su cavidad y su calor envolvente.
