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Estilo de vida

4 errores con la calefacción que disparan tu factura de invierno

La mayoría de casas puede gastar menos sin perder confort si corrige unos pocos hábitos. En España, la preocupación por la factura de luz y gas crece cada año cuando llega la calefacción en invierno. La clave está en cambiar rutinas que parecen inocentes y que acaban costando dinero.

4 errores con la calefacción que disparan la factura

Termostato demasiado alto: más gasto y menos confort

Subir el termostato no hace que una habitación se caliente antes, solo obliga al sistema a trabajar sin descanso hasta alcanzar una meta que, además, suele resultar incómoda. Los rangos cómodos suelen estar entre diecinueve y veintiún grados de día y entre dieciséis y dieciocho por la noche. Añadir solo un grado extra puede elevar el gasto alrededor de un siete por ciento, una diferencia que se nota a final de mes. En un piso típico con salón orientado al norte, marcar veinticuatro grados para “acelerar” solo empuja la caldera y deja un calor pesado. Mejor fijar el punto justo, dejar que el sistema estabilice y confiar en una temperatura constante.

Encender y apagar a cada rato, o dejarla siempre encendida

Los cambios bruscos fatigan el equipo y tiran calor por la ventana. Encender y apagar cada poco hace que la caldera levante la temperatura del agua una y otra vez, lo que multiplica el consumo. Dejarla siempre encendida, sin control, también dispara la factura, sobre todo cuando no hay nadie en casa. La mejor estrategia es mantener una temperatura estable, ajustada a la ocupación real. Ayuda usar programación para crear bloques de encendido antes de llegar y al inicio de la mañana, y bajar durante la noche. El confort llega con menos esfuerzo cuando no se provocan picos y el hogar responde de forma predecible.

Radiadores bloqueados y mala distribución del calor

Un radiador tapado no calienta, caldea solo el mueble o la prenda que tiene delante. Sofás, cortinas largas o ropa sobre los paneles frenan la convección y obligan a la caldera a trabajar más, lo que encarece la energía. Conviene dejar un hueco libre de unos treinta centímetros para que el aire caliente suba y se reparta. Si un dormitorio queda más frío que el resto, no siempre es culpa de la caldera. A veces basta con reubicar el mobiliario, alinear la cortina para que no cubra el panel y comprobar que las rejillas estén limpias. La circulación del aire marca la diferencia y mejora el rendimiento.

Olvidar el purgado y el aislamiento de puertas y ventanas

El aire dentro de los radiadores reduce el rendimiento, se oyen burbujeos y algunas zonas se quedan frías. Purgar al inicio del frío devuelve la circulación y ahorra consumo. También importan las filtraciones en puertas y ventanas, por donde sale el calor y entra el frío. Sellar juntas con burletes, masilla o cepillos, y revisar cierres, corta corrientes y evita que la caldera compense pérdidas inútiles. En casas con dobles ventanas mal ajustadas, un pequeño arreglo puede cambiar el confort del salón. Son gestos simples que devuelven el control, mejoran el reparto del calor y bajan el gasto sin grandes inversiones.

Foto Freepik

Soluciones rápidas para pagar menos sin pasar frío

Ajustar el termostato y usar franjas horarias

Fijar entre diecinueve y veintiún grados cuando hay gente en casa y bajar de noche es un gesto sencillo que se nota en el recibo. Un termostato programable evita picos, adapta la calefacción al horario real y elimina horas encendida sin uso. Programar un arranque suave antes de llegar por la tarde y un impulso breve al amanecer mejora el confort sin consumo extra. Ajustar con calma y dejar que el sistema estabilice es la vía rápida al ahorro.

Programar en vez de encender y apagar sin plan

Funciona mejor un horario estable que muchos encendidos cortos. La temperatura constante conserva el calor en paredes y muebles, y el equipo trabaja con menos esfuerzo. Si hay válvulas termostáticas, conviene usarlas para zonificar sin pelearse con el termostato central. Un plan simple de mañanas y tardes, con bajada por la noche, mantiene el confort y reduce el gasto. Sin cambios bruscos, el hogar responde mejor y la caldera dura más.

Despejar radiadores y mejorar la circulación del aire

Retirar ropa, secadores y muebles pegados libera los paneles y acelera el reparto del calor. Las cortinas no deben cubrir el radiador, mejor dejarlas caer por detrás y dejar un hueco para que el aire suba limpio. Una buena distribución del calor permite bajar medio grado sin perder confort, lo que ya implica ahorro. Ordenar el salón con esta idea en mente hace que cada kilovatio rinda más y el ambiente sea más uniforme.

Purgar, sellar filtraciones y cuidar la caldera

Vale la pena purgar radiadores al inicio de temporada y comprobar la presión del circuito si procede, siempre con cuidado y siguiendo el manual. Colocar burletes en puertas y ventanas corta corrientes y evita que el calor se escape. Una revisión básica antes del frío puede detectar fallos que disparan el consumo. Con mantenimiento mínimo, la caldera trabaja menos, el hogar se calienta mejor y la factura deja de crecer sin control.

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