¿Alguna información? ¿Necesitas contactar al equipo editorial? Envía tus correos electrónicos a [email protected] o ve a nuestro formulario.
Estilo de vida

Este sencillo truco hace que tu habitación se caliente sin tocar la calefacción

Cuando llega el frío, muchos hogares viven el mismo dilema: pasar frío en casa o asumir facturas de energía que asustan. Es habitual subir el termostato más de la cuenta y pagar por calentar toda la vivienda cuando, en realidad, quienes tienen frío son los más frioleros. Sin embargo, una parte importante del calor se escapa por donde menos se piensa.

Las ventanas pueden representar entre un 15 y un 25 % de las pérdidas de calor y los pequeños huecos en puertas, enchufes o suelos dejan entrar aire helado sin parar. Con un buen aislamiento casero y un truco muy simple centrado en ventanas, puertas y textiles, la sensación térmica de una habitación puede cambiar sin encender la calefacción.

El truco clave: crear una barrera térmica alrededor de ventanas y puertas

La clave está en crear una especie de barrera térmica casera alrededor de las zonas por donde más entra el frío, sobre todo ventanas y puertas. No se trata de instalar grandes obras ni sistemas caros, sino de combinar cortinas gruesas, burletes o boudins de tela y algunos ajustes fáciles que cualquiera puede aplicar en una tarde. Esta barrera no aumenta la temperatura del termostato, pero reduce de forma clara la entrada de aire frío y la salida del calor que ya hay en la estancia.

En muchas casas, unas ventanas mal aisladas pueden hacer perder cerca de un 15 % del calor, e incluso más si el acristalamiento es antiguo o el cierre es deficiente. Cuando estas superficies se cubren bien con textiles pesados y se sellan las rendijas de los marcos, la habitación deja de comportarse como un colador y empieza a conservar mejor cada grado. La sensación final es que el cuarto está varios grados más cálido, aunque la calefacción siga apagada o al mismo nivel de siempre.

Cómo usar cortinas gruesas para atrapar el calor sin gastar de más

Las cortinas actúan como una segunda piel de la ventana. El vidrio es una de las partes más frías del hogar y por él se puede escapar entre un 15 y un 25 % del calor interior. Por eso, colocar cortinas gruesas o térmicas delante de los cristales marca una gran diferencia. Durante el día conviene abrirlas bien para que el sol entre y caliente la habitación de forma natural, incluso en invierno la radiación solar puede templar el ambiente sin coste alguno.

Cuando cae la tarde, el truco consiste en cerrar rápido cortinas, persianas y, si las hay, contraventanas. De esa forma se conserva el calor acumulado y se reduce la sensación de pared fría junto a la ventana. Incluso unas cortinas sencillas, si llegan hasta el suelo, cubren todo el marco y se colocan lo más pegadas posible a la pared, mejoran mucho el confort. La combinación de luz solar, cierre temprano y textiles pesados crea un escudo eficaz contra el frío exterior.

Burletes y boudins de tela: pequeños detalles que bloquean corrientes de aire

Las corrientes de aire no siempre se ven, pero se sienten en los pies y en la nuca. Entran por las ranuras de las puertas, los marcos de las ventanas y las juntas que no cierran bien. Colocar un burlete adhesivo en el contorno de la puerta o de la ventana ayuda a sellar estos huecos y frena la entrada de aire helado sin necesidad de herramientas complejas. Es una solución barata, rápida y muy rentable cuando el aislamiento original es pobre.

En la parte baja de la puerta, un boudin de tela funciona casi como un tapón térmico. Puede ser un cilindro de tela relleno de arroz, arena o incluso ropa vieja, o algo tan sencillo como una toalla enrollada bien ajustada al suelo. Este mismo enfoque sirve para cajas de persianas, enchufes cercanos a fachadas frías o pequeñas grietas, que muchas veces dejan pasar más frío del que parece. Al tapar estos puntos débiles, la habitación mantiene mejor su calor interno y la sensación de frío baja sin tocar la calefacción.

Foto Freepik

Cómo reforzar el truco con suelos cálidos, muebles y buena ventilación

La barrera térmica en ventanas y puertas funciona todavía mejor si se acompaña de otros gestos sencillos dentro de la habitación. El suelo, la posición de los muebles y la forma de ventilar influyen en cómo percibe el cuerpo la temperatura, aunque el termómetro marque lo mismo. Cuidar estos detalles crea un efecto envolvente en el que el frío se nota menos y el confort aumenta de forma clara.

Alfombras y textiles: convertir el suelo frío en una zona acogedora

Los suelos de baldosa o parquet pueden robar calor al cuerpo y dar una incómoda sensación de humedad fría. Colocar alfombras gruesas en las zonas donde se camina descalzo o se pasa más tiempo sentado rompe esta sensación de suelo helado. En dormitorios y salones, añadir mantas sobre la cama o el sofá y algunos cojines mullidos crea una capa aislante que envuelve al cuerpo y reduce la impresión de frío.

La diferencia entre pisar una baldosa helada y una alfombra cálida es inmediata. Aunque la temperatura del aire no cambie, el cuerpo se siente más protegido y la habitación parece más templada. Estos textiles actúan como pequeñas barreras que atrapan aire caliente y lo mantienen cerca de la piel, algo muy valioso en noches de invierno. Con pocos elementos bien colocados se puede transformar un espacio frío en un entorno mucho más acogedor.

Mover muebles y ventilar bien para evitar humedad y rincones fríos

La colocación de los muebles también influye en la sensación térmica. Cuando la cama o el sofá se apoyan en una pared exterior muy fría, el cuerpo nota esa superficie helada aunque la habitación esté razonablemente caliente. Siempre que se pueda, conviene apoyar los muebles grandes en muros interiores, que suelen ser más templados, y dejar un pequeño espacio entre el respaldo y la pared para que circule el aire.

La ventilación diaria no debe desaparecer en invierno. Abrir las ventanas entre cinco y diez minutos al día, mejor por la mañana o al mediodía, renueva el aire y reduce la humedad interior. Un ambiente húmedo hace que el frío se clave en el cuerpo y que ninguna manta parezca suficiente. Si después de ventilar se cierran rápido ventanas, cortinas y persianas, la habitación no llega a enfriarse del todo y se mantiene un equilibrio sano entre aire limpio y calor retenido.

Lee también:

Ideas extra para sumar calor sin encender la calefacción

Al truco principal de la barrera térmica se le pueden sumar pequeños recursos que aportan calor directo donde más se necesita. Una botella de agua caliente en la cama, una manta térmica ligera o una bolsita de semillas calentada en el microondas concentran el calor en el cuerpo sin tener que subir el termostato. Aprovechar el sol al máximo, levantando persianas en las horas centrales y bajándolas cuando anochece, también ayuda a acumular energía gratuita en las superficies del cuarto. Existen inventos como mini estufas con velas o mesas tipo kotatsu, habituales en otros países, pero siempre deben usarse con seguridad, nunca sin vigilancia y lejos de materiales inflamables. Aun así, la combinación más económica y estable suele ser siempre la misma, sumar aislamiento, textiles bien elegidos y toda la luz solar posible.

¿Le resultó útil este artículo?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *