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Cocina, recetas y alimentos

¿Deberías tirar la comida si una mosca se posa encima?

La pregunta es sencilla, aunque incómoda: ¿hay que tirar la comida o se puede seguir comiendo sin peligro real? Las moscas no son solo molestas, también pueden llevar microbios como Salmonella o E. coli, capaces de causar diarrea, vómitos y otras infecciones digestivas.

Qué pasa cuando una mosca se posa en la comida

La mosca doméstica vive cerca de la basura, las heces, los restos de comida y todo tipo de materia en descomposición. Por eso su cuerpo se convierte en un pequeño transporte de gérmenes. En sus patas llenas de pelitos, en las alas y en la boca puede llevar cientos de tipos de bacterias.

Estudios recientes describen que las moscas pueden transportar millones de bacterias, con más de 200 patógenos diferentes, entre ellos E. coli, Salmonella o Helicobacter pylori. Algunas especies incluso regurgitan sobre la comida porque no pueden masticar y utilizan sus jugos digestivos para deshacer el alimento antes de ingerirlo.

La transferencia de microbios es casi instantánea. No hace falta que la mosca esté mucho tiempo quieta, basta con que camine unos segundos por la superficie del plato para que deje su rastro invisible.

Mitos comunes: la regla de los 5 segundos y otras creencias

La famosa “regla de los 5 segundos” se ha extendido tanto que muchos la aplican sin pensarlo. La idea de que si se actúa rápido la comida no se contamina no se sostiene. Las investigaciones muestran que las bacterias pueden pasar al alimento en apenas dos segundos.

Otro mito frecuente es creer que una sola mosca nunca hace daño o que si la comida parece limpia no hay riesgo. La realidad es que una mosca que antes ha estado en basura o heces puede dejar suficientes bacterias para causar una intoxicación, incluso si el alimento luce perfecto a simple vista.

¿Cuándo conviene tirar la comida y cuándo el riesgo es menor?

La decisión no es igual en todos los casos. Importan el tipo de alimento, las condiciones en las que estaba y la persona que lo va a consumir. En contextos de calor, comidas largas o celebraciones al aire libre, la prudencia gana peso.

Si el alimento ya llevaba rato a temperatura ambiente y llega una mosca, la posibilidad de crecimiento de bacterias aumenta. Si encima se trata de un plato delicado, es mucho más sensato no apurar.

Tipo de alimento: secos, húmedos, fríos y calientes

Los alimentos secos, como pan o galletas, retienen menos humedad, por lo que las bacterias lo tienen algo más difícil para multiplicarse. Aun así, no están libres de riesgo.

Los alimentos húmedos o con salsas, como ensaladillas, carnes guisadas, pasta con salsa o postres cremosos, son un excelente medio para que los microbios sobrevivan y se expandan. En estos casos, una mosca sobre el plato se convierte en un problema mayor.

La comida muy caliente recién servida puede reducir algo el peligro, ya que algunas bacterias no resisten bien el calor intenso. Sin embargo, en cuanto el plato se templa, los gérmenes que hayan sobrevivido pueden empezar a multiplicarse. Por eso el calor solo baja el riesgo, no lo elimina.

Tiempo que la mosca estuvo en el plato y número de moscas

Una mosca que se posa uno o dos segundos ya puede dejar microorganismos, aunque la cantidad será menor que si permanece más tiempo. Cuando la comida queda al aire libre y varias moscas van y vienen, el riesgo aumenta de forma clara.

Si el lector observa muchos insectos alrededor de una bandeja o fuente, sobre todo en un picnic o barbacoa, lo más prudente es descartar esa comida, en especial si lleva rato expuesta y es un plato húmedo.

Foto Freepik

Quién come la comida: personas sanas y grupos de riesgo

No es lo mismo que el alimento lo consuma un adulto sano que un niño pequeño, una persona mayor, una embarazada o alguien con defensas bajas. En estos grupos de riesgo una pequeña dosis de bacterias puede desencadenar un cuadro grave.

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Ante la duda, cuando la comida va dirigida a alguien vulnerable, la recomendación más segura es no servir ese plato si ha tenido contacto con moscas, aunque parezca un gesto exagerado.

Cómo reducir el riesgo de las moscas en la cocina y en la mesa

Prevenir siempre resulta más sencillo que tener que decidir después si tirar o no un plato entero. Mantener una cocina limpia, sin restos de comida en encimeras o suelos, ayuda a que haya muchas menos moscas rondando.

Sacarla basura con frecuencia, cerrar bien las bolsas y limpiar los cubos evita olores que las atraen. Tapar los alimentos con tapas, film o paños limpios y guardarlos pronto en la nevera reduce tanto la presencia de insectos como el crecimiento de bacterias.

Hábitos de higiene que marcan la diferencia

Una rutina de limpieza regular en la cocina, con agua y jabón en superficies y utensilios, marca una gran diferencia. Mantener fregaderos, trapos y bayetas en buen estado también corta muchas vías de contaminación.

Usar mosquiteras en ventanas y ventilar sin dejar comida al descubierto ayuda a que las moscas no encuentren un buffet libre. Pequeños gestos como lavar las manos antes de manipular alimentos y después de tocar basura completan este escudo básico de higiene.

Consejos prácticos para comer al aire libre sin tantas moscas

En comidas al aire libre, como picnics o barbacoas, conviene colocar los platos sobre manteles limpios y cubrirlos cuando nadie está sirviéndose. Las jarras y vasos también se benefician de tapas o servilletas que impidan que los insectos entren en las bebidas.

Servir porciones pequeñas que se consuman rápido y dejar el resto protegido en recipientes cerrados limita el tiempo en el que la comida está expuesta. Recoger restos de inmediato y no acumular platos sucios sobre la mesa reduce el atractivo para las moscas.

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