El fenómeno del aburrimiento sexual femenino: ¿Cómo se entiende a pesar de la diversidad de prácticas actuales?
Hoy parece que hay de todo para “salir de la rutina”, juguetes, contenidos sexuales y un menú infinito de prácticas. Aun así, el aburrimiento sexual femenino se repite en muchas conversaciones íntimas.
El aburrimiento sexual femenino no va solo de “hacer más cosas”
La variedad no garantiza placer. Una relación puede incluir sexo oral, masturbación en pareja o accesorios, y aun así sentirse plana, como una canción con muchos instrumentos pero sin melodía. En datos comparativos en Francia, prácticas como el cunnilingus, la felación y la masturbación en pareja aumentaron con fuerza, y también lo hizo el uso de accesorios eróticos. El punto no es si se “innova” o no, sino la calidad de la experiencia, deseo, seguridad, ritmo, y sensación de ser vista y escuchada. Cuando eso falla, cualquier novedad se vuelve decorado.
Más prácticas, pero el mismo guion: repetición, foco en la penetración y poca presencia
A veces la novedad es de escaparate y la repetición es de fondo. Cambia el juguete, pero no cambia el guion, poco juego previo, prisa, final predecible y una mente que no aterriza en el cuerpo. En ese contexto, el aburrimiento también puede ser desconexión, una sensación de estar “cumpliendo” en vez de participar.
La brecha de placer y el orgasmo fingido como “solución rápida”
El tedio crece cuando se instala el silencio. En un estudio de 2021, una gran mayoría de mujeres afirmó haber fingido el orgasmo alguna vez, muchas para tranquilizar a su pareja o para acortar el encuentro, mientras que gran parte de los hombres creía que eso no ocurría. Ese choque alimenta un bucle: si no se dice lo que funciona, la pareja repite lo que supone que funciona. Y lo que se repite sin placer, cansa.
Causas invisibles que apagan el deseo, aunque haya variedad
El deseo no vive aislado del día a día. Estrés, cansancio y falta de tiempo suelen pesar más que cualquier idea nueva. En sondeos recientes en España, muchas mujeres señalan justo eso como freno principal del disfrute sexual. También influyen la imagen corporal, el estado de ánimo y la ansiedad por “hacerlo bien”. En relaciones largas, la rutina puede bajar el interés incluso cuando hay amor, porque el cuerpo asocia el sexo a tareas y no a descanso. Las etapas hormonales cuentan, pero rara vez explican todo por sí solas.
Conexión emocional y comunicación: menos conversación que antes
La práctica se diversifica, pero la conversación no siempre acompaña. En comparación con finales de los 90, en Francia bajó el porcentaje de mujeres que decía hablar con su pareja sobre lo que la excita. Sin acuerdos claros sobre ritmo, límites y preferencias, la diversidad se convierte en actuación. La comunicación no es un prólogo, es parte del placer.
Qué ayuda cuando aparece el aburrimiento: cambios pequeños, impacto real
Suele funcionar lo simple, hablar antes y después sin convertirlo en juicio, pedir con ejemplos concretos, “más lento”, “más tiempo aquí”, “menos prisa”. También ayuda mover el contexto, otro momento del día, menos presión por llegar a un final, más atención a sensaciones. En 2025 ganan espacio la intimidad consciente y el sexo sobrio (con menos alcohol), porque facilitan notar el cuerpo y sostener la conexión. El objetivo no es hacer más, es sentir más con seguridad.
Cuándo conviene pedir apoyo profesional
Si aparece dolor, angustia, evitación persistente, conflictos que se repiten, antecedentes de trauma o un malestar que afecta al vínculo, conviene buscar ayuda en sexología o terapia de pareja. Ese espacio puede ordenar la conversación, revisar expectativas y construir acuerdos realistas y respetuosos.
La diversidad de prácticas no sustituye el cuidado del contexto, ni la conexión, ni una conversación honesta. Cuando la intimidad se vive como examen, el deseo se encoge; cuando se vive como encuentro, suele abrirse. Para muchas parejas, una charla clara sobre lo que gusta y lo que no gusta puede resultar más novedosa que cualquier accesorio nuevo, y bastante más eficaz para reducir el aburrimiento.