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Cocina, recetas y alimentos

¡Alerta! La OCU revela los alimentos con moho que sí puedes comer y no lo sabías

Ver un punto verdoso en el pan o una mancha blanca en el embutido suele provocar el mismo gesto: directo a la basura. La Organización de Consumidores y Usuarios lo deja claro, el moho no es algo para tomarse a la ligera. Aun así, hay algunos casos muy concretos en los que parte del alimento puede aprovecharse sin poner en riesgo la salud.

La idea clave es sencilla. Casi todo alimento con moho debe tirarse, pero existen unos pocos grupos en los que, si se retira con cuidado la parte afectada, el resto sigue siendo seguro.

Qué dice la OCU sobre el moho en los alimentos

La OCU es una organización independiente que analiza productos y emite recomendaciones de seguridad para las personas consumidoras. Sus avisos sobre moho se basan en estudios científicos sobre hongos y contaminación en alimentos, por eso su criterio genera confianza.

El moho es un hongo que puede producir micotoxinas, sustancias tóxicas que no se ven a simple vista. Aunque solo se detecte una mancha en la superficie, los filamentos del hongo pueden haberse extendido por todo el alimento, sobre todo si es blando y muy húmedo. Por eso, la textura cuenta tanto. En productos secos el moho se queda en la capa externa, mientras que en alimentos tiernos penetra con facilidad.

Los pocos alimentos con moho que sí puedes comer (si los tratas bien)

Según la OCU, solo hay unos pocos grupos que se consideran recuperables. Coinciden en algo importante, tienen poca agua y una textura firme, lo que limita la penetración del hongo. Aun así, deben seguirse pasos claros para reducir al máximo el riesgo.

Jamón y embutidos curados: cuándo basta con raspar el moho

En productos como jamón curado, cecina, salchichón o chorizo, el proceso de salado y secado deja un alimento muy poco húmedo. En estos casos, el moho suele quedarse en la superficie. Si aparece una mancha, se puede raspar con un cuchillo limpio o cortar una capa generosa, dejando un margen amplio alrededor.

La situación cambia con los productos cárnicos tiernos. Embutidos cocidos, fiambres, mortadela, beicon, panceta o salchichas no se salvan. Su textura blanda y húmeda permite que el moho y las bacterias avancen al interior, por lo que la OCU aconseja tirarlos sin dudar. Aquí la prudencia y la seguridad alimentaria pasan por delante del ahorro.

Quesos duros con moho: cómo cortarlos para comerlos con seguridad

Quesos curados y de pasta dura, como manchego, emmental o gouda, también pueden aprovecharse si el moho aparece en una zona local. Al ser piezas compactas y secas, el hongo avanza más despacio. La recomendación es cortar la parte visible y además un margen de unos dos centímetros alrededor y por debajo, y desechar todo ese bloque.

Con los quesos blandos no ocurre lo mismo. Queso fresco, de untar, rallado, troceado o en lonchas debe ir directamente a la basura si presenta moho. Su contenido de agua es alto y el riesgo de micotoxinas ocultas es mucho mayor. Aquí la OCU es clara: mejor no confiar en lo que no se ve en un queso blando.

Foto Freepik

Frutas y verduras firmes: cuándo basta con retirar la parte dañada

Algunas hortalizas y verduras de carne firme, como zanahorias, col o pimientos, pueden salvarse cuando el moho está muy localizado. Igual que con el queso duro, se retira la parte afectada y un margen amplio de pulpa sana, usando un cuchillo limpio y evitando que los restos toquen el resto de la pieza.

Frutas y verduras tiernas, por el contrario, no se consideran seguras. Tomates, peras, manzanas, melocotones u otras piezas muy jugosas permiten que el moho se extienda en profundidad, aunque solo se vea un pequeño punto. En estos casos, la mejor opción es desechar la fruta jugosa completa.

Alimentos con moho que nunca debes comer según la OCU

La OCU agrupa como peligrosos todos los alimentos muy húmedos o blandos. En este grupo entran los quesos frescos y cremosos, los fiambres y carnes cocidas, el pan de molde, los bollos y pasteles, los yogures y postres lácteos, las sobras de platos cocinados y las frutas muy maduras. En todos ellos, el moho visible es solo una pista de un problema mayor que puede afectar a toda la pieza.

El riesgo no es solo el hongo en sí, también las bacterias que encuentran en esa humedad un entorno perfecto para crecer. Por eso, en estos alimentos no sirve con cortar un trozo. Cuando aparece moho, la pieza entera pierde la condición de alimento seguro.

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Mantener el moho bajo control en casa pasa por revisar con frecuencia la nevera, limpiar baldas y cajones, y no acumular sobras más tiempo del necesario. Guardar los productos abiertos en recipientes cerrados, respetar las fechas de consumo preferente y rotar los alimentos más antiguos al frente del frigorífico ayuda a reducir desperdicio y a reforzar la higiene diaria.

Con estos hábitos, se tiran menos alimentos y se reduce mucho la probabilidad de encontrar sorpresas desagradables al abrir un envase. A la vez, la persona consumidora gana tranquilidad, porque sabe cuándo un alimento con moho puede aprovecharse y cuándo es mejor proteger la salud y dejar que la bolsa de basura haga su trabajo.

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