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¿Aplicar retinol antes o después de la crema hidratante?

El retinol se ha convertido en el activo estrella del cuidado facial por su capacidad para renovar la piel, suavizar arrugas y tratar imperfecciones. Sin embargo, quienes lo incorporan a su rutina suelen toparse con una duda esencial: ¿retinol antes o después de la crema hidratante? Saber cómo y cuándo usarlo puede marcar la diferencia entre un cutis radiante o una piel sensible e irritada.

El papel del retinol en la rutina facial nocturna

El retinol, un derivado de la vitamina A, acelera la renovación celular natural de la piel. Con el uso adecuado, transforma la textura, iguala el tono y combate los signos del envejecimiento. Al estimular la producción de colágeno y regular la pigmentación, reduce visiblemente arrugas, manchas, poros dilatados y cicatrices de acné.

La exposición solar puede degradar el retinol y aumentar la sensibilidad al sol, así que su uso nocturno es fundamental. Aplicarlo de noche aprovecha su máximo potencial y protege frente al riesgo de irritación o daño solar. Iniciar con concentraciones bajas y aumentar la frecuencia de uso paulatinamente permite que la piel se adapte y previene reacciones adversas. Además, añadir un protector solar cada mañana resulta imprescindible, ya que incluso la luz interior puede afectar la piel sensibilizada.

Orden ideal de aplicación: retinol y crema hidratante

El primer paso siempre debe ser la limpieza. Una piel limpia y seca asegura que el retinol penetre de forma uniforme y eficaz. Diversos expertos y marcas reconocidas aconsejan aplicar el retinol justo después de limpiar el rostro, dejando que actúe directamente sobre la piel. Esta secuencia maximiza la absorción y los resultados.

Una vez absorbido el retinol, aplicar una crema hidratante ayuda a sellar el activo, aporta confort y reduce la posibilidad de irritación. Las cremas ricas en ingredientes calmantes y reparadores reforzarán la barrera cutánea, algo fundamental cuando se emplean activos potentes.

En caso de piel muy sensible, algunos dermatólogos recomiendan aplicar primero una ligera capa de crema hidratante, luego el retinol y de nuevo una pequeña cantidad de hidratante encima. Este método, conocido como el “método sandwich”, suaviza el impacto inicial del retinol y disminuye el riesgo de enrojecimiento, picor o descamación.

Foto Freepik

Dosis, frecuencia y compatibilidades en la rutina

El camino para introducir retinol debe ser gradual y medido. Lo ideal es comenzar usando una cantidad similar a un grano de arroz para todo el rostro, evitando el área de los ojos durante las primeras aplicaciones. Dejar pasar entre tres y siete días entre aplicaciones iniciales brinda tiempo para observar la tolerancia cutánea.

Si la piel responde bien, se puede aumentar la frecuencia a días alternos y posteriormente, a uso diario. La constancia es clave, pero también lo es escuchar a la piel ante signos de incomodidad.

El retinol convive perfectamente con ingredientes hidratantes como ácido hialurónico y niacinamida, que mejoran la tolerancia y potencian la reparación cutánea. Sin embargo, es mejor evitar exfoliantes intensos o ácidos como el glicólico o el salicílico en la misma rutina para no sobrecargar la piel. Consultar con un especialista resulta aconsejable si aparecen molestias persistentes o en casos de enfermedades cutáneas previas.

Áreas delicadas y recomendaciones de aplicación

El contorno de ojos, los párpados y las zonas finas requieren una atención especial. Para esas áreas, lo más recomendable es emplear formulaciones exclusivas para ojos, de textura ligera y concentración más baja, aplicando solo una mínima cantidad y sin frotar.

La delicadeza en la aplicación es esencial: el exceso de producto no mejora los resultados y puede aumentar la probabilidad de irritación. Es fundamental observar la evolución de la piel durante las primeras semanas y ajustar la cantidad o frecuencia según la tolerancia.

Mostrar paciencia y ajustar la rutina, según la reacción de la piel, lleva a una experiencia mucho más satisfactoria y evita descamaciones molestas o enrojecimiento persistente.

La manera en que se integra el retinol a la rutina, junto con la correcta secuencia de aplicación e hidratación, es determinante para obtener beneficios claros y notorios en la piel. Adaptar estos pasos, respetando la sensibilidad y características particulares de cada persona, lleva a resultados más seguros, minimizando riesgos y maximizando la luminosidad y juventud del rostro.

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