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Salud

Artrosis de mandíbula: ¿cuáles son los síntomas y cómo tratarla?

La artrosis de mandíbula es un problema que afecta a miles de personas y que puede generar un impacto profundo en la vida diaria. Masticar una manzana o incluso bostezar sin dolor parece algo normal, hasta que la molestia se convierte en una compañía constante. Reconocer los primeros síntomas es básico para actuar a tiempo y evitar que el dolor limite la sonrisa, el habla o el apetito de quienes la padecen.

¿Qué es la artrosis de mandíbula?

La artrosis de mandíbula afecta a la articulación temporomandibular (ATM), formada por el hueso temporal del cráneo y la mandíbula. En personas sanas, el cartílago protege esta articulación y permite que los movimientos sean suaves. Cuando se desarrolla artrosis, el cartílago pierde grosor y el hueso comienza a rozar, lo que produce dolor y dificultad para mover la boca.

La frecuencia de esta condición aumenta con la edad, aunque también puede aparecer en adultos jóvenes, sobre todo en quienes tienen antecedentes familiares, sufren lesiones en la mandíbula o presentan hábitos como apretar mucho los dientes. Es importante distinguir la artrosis de otros problemas, como la disfunción temporomandibular, el bruxismo o la artritis. Mientras que el bruxismo está relacionado con el rechinamiento, la artrosis implica un desgaste real del cartílago y hueso de la ATM.

Síntomas comunes de la artrosis de mandíbula

El dolor articular al abrir o cerrar la boca es un síntoma típico y a veces aparece de forma inesperada, incluso al masticar alimentos blandos. Junto al dolor, la rigidez matutina dificulta iniciar la jornada con normalidad, y el esfuerzo al besar o reír termina resultando incómodo. Además, muchos experimentan chasquidos o crujidos cuando mueven la mandíbula, que pueden ir acompañados de una sensación de bloqueo.

La inflamación es frecuente, haciendo que la zona cercana a la oreja se sienta hinchada o caliente. Aunque a menudo el malestar se asocia a la propia mandíbula, no es raro que se extienda a dolores de cabeza constantes o molestias en el cuello. Estos síntomas terminan interfiriendo con actividades tan simples como hablar, masticar chicle o cantar.

Sentir molestias esporádicas puede ser algo normal en días de mucho estrés, pero cuando el dolor se convierte en un compañero diario, es hora de prestar atención. No conviene esperar que el dolor desaparezca por sí solo si se presenta de forma constante o limita la calidad de vida.

Foto Freepik

Opciones de tratamiento para la artrosis de mandíbula

El tratamiento médico para la artrosis de mandíbula suele empezar con medicamentos antiinflamatorios y analgésicos, que ayudan a controlar el dolor. En algunos casos, el especialista puede recomendar infiltraciones o fisioterapia, para reducir la inflamación y mejorar el movimiento de la ATM. La fisioterapia utiliza técnicas manuales y ejercicios suaves, guiados por expertos, que ayudan a restablecer la función de la mandíbula.

Junto al tratamiento profesional, hay medidas de autocuidado que pueden aliviar los síntomas. Optar por una dieta blanda, que evite alimentos duros o pegajosos, reduce la sobrecarga de la articulación. Aplicar compresas frías o calientes sobre la zona puede disminuir la hinchazón y relajar los músculos. Los ejercicios simples, como abrir y cerrar la boca suavemente, ayudan a mantener el movimiento sin sobreesfuerzo.

Buscar ayuda temprana es clave para evitar que el problema avance y cause un daño mayor en la articulación. Si el dolor persiste, es recomendable consultar con un especialista en ATM. La atención precoz mejora la función de la mandíbula y permite retomar actividades cotidianas, como conversar o disfrutar de una comida, sin temor al dolor. Contar con las alternativas de tratamiento adecuadas marca la diferencia en la evolución de la artrosis.

Identificar y entender los síntomas de la artrosis de mandíbula permite actuar a tiempo y evitar complicaciones mayores. Existen tratamientos accesibles que reducen el dolor y mejoran la función de la mandíbula, lo que ayuda a recuperar la confianza perdida. Consultar con un profesional ante molestias persistentes abre la puerta a una vida más cómoda y sin dolor constante.

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