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Cocina, recetas y alimentos

Comer estos alimentos antes de acostarte puede provocarte terribles pesadillas

Dormir bien es clave para la salud física y mental, pero muchas veces lo que se come antes de dormir influye más de lo que se piensa en la calidad del sueño y en los sueños que se tienen. Los hábitos alimenticios nocturnos pueden marcar el inicio de una noche tranquila o, en cambio, de despertares llenos de sueños extraños y pesadillas.

Lácteos, dulces y picantes: los alimentos más vinculados a las pesadillas

Los productos lácteos, como el queso, la leche, el yogur o la pizza, ocupan el primer lugar entre los alimentos asociados con pesadillas. Un porcentaje destacado de quienes consumen estos alimentos antes de dormir reportan interrupciones en el sueño y sueños desagradables. Hasta un 44% ha notado que tomar lácteos de noche afecta su descanso, y más del 38% los relaciona con pesadillas intrigantes, siendo el queso el ejemplo más citado. Este vínculo es mayor aún en personas con intolerancia a la lactosa, quienes suelen experimentar molestias digestivas nocturnas como hinchazón o dolor, lo que potencialmente desencadena microdespertares y, en consecuencia, mayor recuerdo de sueños intensos.

La ansiedad asociada a los problemas digestivos puede traspasar la frontera de la vigilia y formar parte del contenido onírico, incrementando la tendencia a sueños inquietantes. Algunas investigaciones especulan también sobre la acción de la tiramina, presente en quesos curados, que podría activar el sistema nervioso durante la fase REM del sueño.

Los dulces y el chocolate aparecen justo detrás de los lácteos como responsables de sueños extraños. Casi un tercio de las personas que perciben relación entre alimentación y sueños apuntan a los azúcares simples como detonantes de pesadillas o sueños vívidos. Se piensa que estos alimentos, al provocar picos de azúcar en sangre antes de acostarse, alteran los patrones normales del ciclo de sueño.

En tercer lugar están los alimentos picantes o ricos en almidón. Pueden incrementar la temperatura corporal y el metabolismo justo antes de dormir, lo que estimula la actividad cerebral en momentos donde el cerebro debería estar preparándose para el descanso profundo. Como resultado, el sueño REM (etapa donde predominan los sueños) se vuelve más activo y los sueños que se presentan tienden a ser más recordados e intensos.

Foto Freepik

Comidas pesadas cerca de la hora de dormir y su impacto en el sueño

La costumbre de cenar tarde o consumir alimentos abundantes antes de acostarse afecta de manera directa la calidad del sueño. Las comidas copiosas no solo aumentan el riesgo de pesadillas, sino que dificultan el inicio del sueño y aumentan los despertares nocturnos. Terminar el día con el estómago lleno puede alterar los niveles de azúcar en sangre y bajar la capacidad del cuerpo para quemar calorías durante el descanso. Esto lleva a despertares repetidos y sueños incómodos o inquietantes.

La digestión ralentizada y el aumento del metabolismo propio de una cena copiosa generan una mayor actividad cerebral durante la noche. Estos factores estimulan el sistema nervioso en el momento menos adecuado, propiciando la aparición de sueños vívidos y desagradables. Además, quienes sufren molestias digestivas durante la noche pasan por períodos de sueño más ligero, así que es más fácil recordar los sueños e incluso confundirlos con la realidad.

Elegir alimentos con bajo contenido graso y evitar la combinación de carbohidratos simples con grasas saturadas reduce el impacto negativo en la calidad del sueño. De igual manera, dar un margen de dos a tres horas entre la cena y el momento de ir a la cama permite que el cuerpo complete las primeras fases del proceso digestivo, facilitando un descanso más profundo.

Los estudios reflejan que los efectos negativos de cenar en exceso o con poca antelación son más marcados en quienes tienen intolerancias alimentarias, como la lactosa, o digestiones lentas. En estos casos, es todavía más importante ajustar los hábitos nocturnos y vigilar los alimentos que se incluyen en la última comida del día.

Consejos prácticos para evitar las pesadillas nocturnas

Evitar las pesadillas asociadas a los alimentos depende en gran medida de los hábitos personales y de la capacidad de observar cómo responde el propio cuerpo. Para reducir el riesgo de sueños desagradables y mejorar la calidad del descanso, conviene elegir cenas ligeras y priorizar alimentos que no generen molestias digestivas. Limitar el consumo de productos lácteos, dulces y comidas picantes o copiosas en las horas previas a acostarse puede ayudar a dormir mejor.

Dejar pasar al menos dos horas entre la última comida y el momento de acostarse es una medida eficaz para facilitar la digestión y permitir que el organismo entre en fase de reposo. Elegir lácteos bajos en lactosa o alternativas vegetales también puede ayudar a quienes notan molestias digestivas con frecuencia.

Observar detenidamente cómo influye cada alimento en la calidad del sueño facilita pequeñas mejoras que, a largo plazo, pueden transformar la experiencia nocturna. Un simple cambio en los hábitos nocturnos puede marcar la diferencia entre una noche de descanso reparador y una llena de sueños inquietantes. Controlar lo que se come y cuándo brinda la oportunidad de diseñar un sueño más tranquilo, donde las pesadillas sean solo un recuerdo lejano.

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