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Cocina, recetas y alimentos

Comidas navideñas sin riesgo: tips para prevenir intoxicaciones alimentarias

En muchas casas, la cena de Navidad se alarga, los platos entran y salen, y la encimera parece una estación de tren. En ese ir y venir, un descuido pequeño puede acabar en intoxicación alimentaria en Navidad. La buena noticia es que la mayoría de casos se evitan con tres ideas simples, higiene, frío y buena cocción. No hace falta cocinar con miedo, solo aplicar seguridad alimentaria en casa con la misma calma con la que se sirve el brindis.

Riesgos navideños más comunes y por qué pasan

El problema típico no es una receta “peligrosa”, sino el contexto, prisa, cocina llena y comida fuera de la nevera demasiado tiempo. Bacterias como Salmonella y Listeria aprovechan cuando el alimento pasa horas templado. Por eso se habla de la zona de peligro entre 5 y 65 °C, donde los microbios crecen con facilidad. Una regla práctica evita muchos disgustos, los perecederos no deberían estar más de 2 horas a temperatura ambiente (y menos si la casa está muy caliente). Cuando se pica, se prueba, se deja reposar y se vuelve a servir, ese reloj invisible sigue corriendo. La mesa navideña es como una fotografía, bonita, pero no conviene que se quede “congelada” en el tiempo.

Platos que dan más problemas: pavo relleno, mariscos, ensaladas con mayonesa y postres con huevo

El pavo relleno da guerra porque la cocción puede quedar desigual, el exterior parece listo y el centro tarda más. Los mariscos exigen frescura y un buen frío desde la compra, y no toleran bien los cambios de temperatura. En ensaladas con mayonesa o salsas frías, el riesgo sube si pasan mucho rato fuera o si se preparan con huevo crudo. En postres con huevo, como cremas o mousses, conviene elegir huevo y lácteos pasteurizados cuando la receta no lleva cocción, especialmente si en casa hay personas vulnerables.

Foto Freepik

Compras, transporte y nevera: cómo mantener la cadena de frío desde el súper

La seguridad empieza antes de encender el horno. Lo más sensato es comprar perecederos cerca del día de cocina, revisar fechas y que los envases estén enteros, sin fugas ni abombamientos. En el transporte ayuda una bolsa térmica, y llegar a casa sin paradas largas. Ya en el frigorífico, no conviene sobrecargarlo, porque el aire frío necesita circular. Carnes y pescados deben ir a la zona más fría y siempre bien protegidos, para que no goteen sobre otros alimentos. Si hay que marinar, mejor hacerlo en frío y dentro de un recipiente cerrado, no en la encimera.

Orden en el frigorífico y descongelación segura para evitar sorpresas

Lo crudo debe estar separado de lo listo para comer, y en recipientes cerrados. La descongelación segura se hace en la nevera, con tiempo, o con métodos rápidos que no dejen el alimento templado; en la encimera, la superficie se calienta antes que el interior y se abre la puerta al crecimiento bacteriano.

Cocinar, servir y guardar sobras sin riesgo (sin quitarle alegría a la mesa)

Los hábitos simples funcionan. Manos limpias al empezar y durante la preparación, y superficies limpias cuando se cambia de tarea. En carnes, la señal clara es que no queden partes rosadas y que los jugos salgan claros, en aves rellenas se requiere aún más atención porque el relleno también debe quedar bien hecho. Al servir, el objetivo es mantener los platos calientes bien calientes, y los fríos bien fríos, sin largos ratos templados. Si una fuente se queda fuera “para repetir”, conviene dividir, una parte en mesa y otra en nevera, para ir reponiendo.

Contaminación cruzada: el error más fácil de cometer en una cocina llena

En una cocina con gente, el fallo clásico es usar el mismo cuchillo para pollo crudo y ensalada, o volver a poner la carne ya hecha en el plato donde estaba cruda. La solución es sencilla, platos distintos, lavado de manos frecuente, y limpiar la tabla antes de cortar alimentos listos para comer.

Sobras seguras: enfriar rápido, porciones pequeñas y recalentado completo

Las sobras se guardan pronto, en recipientes limpios y poco profundos para que enfríen rápido, y se consumen en 48 a 72 horas. Mejor recalentar solo la porción que se va a comer, hasta que esté bien caliente por dentro.

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