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Sexo y relaciones

Consejos para rendir mejor en la cama y que nunca más te llamen “mal polvo”

Rendir mejor en la cama no va de durar más ni de empujar más fuerte, va de conexión, consentimiento y hábitos que cuidan cuerpo y mente. Evitar ser un “teléfono sin señal” en la intimidad, sin avisos ni guía, y dejar atrás la actitud de “máquina veloz” sin juego previo, cambia por completo la experiencia. La ciencia respalda hábitos como ejercicio, sueño profundo, suelo pélvico fuerte y mindfulness para bajar la ansiedad, mejorar la circulación y potenciar el deseo.

Conexión y juego previo: la base para no ser “mal polvo”

Comunicación clara en el sexo: señales, límites y avisos

El silencio en la cama confunde, por eso conviene hablar y acordar señales simples. Avisar cuando se está cerca del orgasmo, pedir más lento o más rápido, y pactar una palabra para pausar si algo molesta mantiene el consentimiento vivo. Frases como “así, justo ahí”, “un poco más suave”, o “paremos un momento” son directas y cuidadosas. Decir lo que sí te gusta también motiva. La honestidad reduce nervios, aumenta complicidad y cuida la confianza y el placer.

Preliminares que encienden: caricias, besos y ritmo

Ir directo al acto suele apagar la química. Los preliminares pacientes suben la excitación, mejoran la lubricación y fortalecen el vínculo emocional. Alternar caricias lentas con besos más profundos, jugar con la respiración y cambiar el ritmo crea olas de placer fáciles de sostener. Explorar cuello, espalda, caderas y parte interna de muslos despierta el cuerpo. Hacer pausas cortas para mirarse y volver a empezar ayuda a dosificar la intensidad y alarga la anticipación.

Participación activa de ambos, sin quedarse inmóviles

Nadie disfruta con un “maniquí”, por eso conviene moverse, responder y guiar. Mover la pelvis, usar manos y boca, y marcar con la cadera lo que agrada, hace que todo fluya. La voz orienta sin invadir, el contacto visual, si ambos lo desean, suma presencia. Tomarse turnos, atender señales y celebrar afinidad invita a un trabajo en equipo. El objetivo es colaborar, no competir, y construir un ritmo compartido que mantenga la conexión.

Feedback real: gestos, sonidos y lenguaje corporal

Evitar el “iceberg” emocional favorece que la pareja sepa por dónde ir. Mostrar el placer con la respiración, pequeños sonidos y manos que guían ayuda a ajustar ritmo y presión sin romper el clima. Movimientos de cadera, cambios de postura y miradas son buen feedback no verbal. Si algo no gusta, se puede decir con cuidado, por ejemplo, “así me cuesta, probemos esto”. Validar lo que funciona y proponer variantes sostiene el deseo y reduce malentendidos.

Foto Freepik

Cuerpo y mente que rinden: hábitos y técnicas que sí funcionan

Hábitos que suben el rendimiento: ejercicio, sueño y dieta

Moverse a diario mejora la circulación, el ánimo y la energía. El ejercicio regular apoya el sistema vascular, clave para erecciones y sensibilidad. Dormir más de siete horas regula sueño y hormonas que sostienen el deseo. Una dieta rica en frutas, verduras, granos integrales y grasas saludables cuida el corazón y la función sexual. Conviene moderar alcohol y evitar tabaco, ya que afectan el flujo sanguíneo y la respuesta sexual. Comer temprano también favorece el descanso.

Suelo pélvico fuerte: ejercicios de Kegel para hombres y mujeres

Los Kegels activan los músculos que usarías para contener la orina. Contrae, mantén unos segundos y suelta, en series cortas, varias veces al día, con progresión gradual. No los hagas durante la micción para evitar molestias. Con constancia, mejoran el control eyaculatorio, favorecen erecciones más firmes y aumentan la intensidad del orgasmo. En mujeres, también aportan tono, más sensación y soporte pélvico. La clave es técnica correcta y práctica regular.

Respiración y control del tiempo: empezar y parar sin prisas

La técnica de empezar y parar ayuda a frenar el reflejo eyaculatorio. Cuando la excitación sube, haz pausas, respira por la nariz de forma lenta y profunda, y deja que baje la tensión. El control mejora si primero se practica en solitario, identificando el punto previo al clímax. El “apretón” puede servir en momentos puntuales, siempre sin dolor. Evita cremas adormecedoras sin guía médica. La respiración consciente baja la velocidad y alarga el placer.

Mindfulness y menos estrés para disfrutar más

El mindfulness trae la atención al presente y disminuye el estrés, que sabotea deseo y rendimiento. Antes del encuentro, dedica unos minutos a sentir la respiración y el peso del cuerpo. Si la mente se va, vuelve a las sensaciones sin juzgar. Durante el sexo, repara en el contacto de la piel, el sonido y el olor. Bajar el cortisol favorece la excitación y la recuperación. Con práctica, la presencia reemplaza la presión y se disfruta más.

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Variedad con sentido: placer, seguridad y confianza duradera

Ritmo inteligente: pausas, cambios y atención a la pareja

No gana quien dura más, gana quien escucha. Un ritmo que alterna lento y rápido, con pausas para sentir y retomar, crea curvas placenteras. La sincronía entre respiración, miradas y toque afina la conexión. Notar cómo responde la piel y ajustar presión y profundidad evita el cansancio y sostiene la excitación. Menos prisa, más intención, mejores orgasmos.

Placer de ella primero: clítoris y buena lubricación

Gran parte del placer femenino es clitoriano, por lo que conviene darle prioridad. Combinar manos y boca, y sumar un vibrador si ambos quieren, eleva la respuesta. La lubricación adecuada reduce fricción y dolor, y mejora las sensaciones. Un lubricante a base de agua o silicona, según preferencia, cuida la piel. El consentimiento guía cada paso y mantiene la confianza.

Rompe la rutina sin forzar: juegos, fantasías y posturas

La novedad funciona cuando se conversa primero. Empezar con cambios pequeños, variar el espacio o la música y probar posturas cómodas aporta aire fresco. Acordar una palabra segura sostiene la seguridad y evita incomodidades. Cuidar la higiene y el respeto mantiene el deseo activo. Lo importante es que ambos se sientan curiosos y tranquilos.

Cuándo pedir ayuda profesional

Algunas señales piden consulta: dolor persistente, ansiedad que no baja, falta de deseo que dura, problemas de erección o de orgasmo. Buscar apoyo en un médico o sexólogo aclara causas y ofrece soluciones seguras. La terapia de pareja también suma cuando la comunicación se traba. La salud sexual se cuida con información y seguimiento, no con atajos milagro.

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