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Salud

¿El agua con gas realmente ayuda a perder peso?

En la búsqueda de opciones saludables para mantener el peso, el agua con gas ha ganado mucha popularidad. Su sabor refrescante y su similitud con los refrescos sin añadir calorías la convierten en una alternativa atractiva para quienes buscan cuidar su salud. Las redes están llenas de opiniones divididas: algunos aseguran que ayuda a perder peso gracias a su efecto saciante, mientras que otros dudan de sus verdaderos beneficios. Entre información cruzada y mitos, surge la duda: ¿Puede el agua con gas ser un aliado real en el control del peso?

¿Cómo actúa el agua con gas en el organismo?

El agua con gas se diferencia de la versión natural principalmente por el dióxido de carbono que contiene. Al entrar en contacto con el estómago, ese gas se libera y puede influir en la digestión y en la sensación de plenitud. Se ha observado que algunas personas perciben mayor llenura tras consumir agua con gas, lo que en teoría podría ayudar a moderar la ingesta calórica.

Este efecto, sin embargo, no llega a ser milagroso. La mayoría de los estudios señalan que ese aumento en la saciedad es modesto y no garantiza una reducción significativa del peso si no va acompañado de otros hábitos saludables. En paralelo, el gas presente puede estimular la secreción de jugos gástricos, facilitando la digestión. Algunos análisis también mencionan que cuando el dióxido de carbono se absorbe, puede influir ligeramente en el equilibrio del pH sanguíneo. Sin embargo, la evidencia sobre estos mecanismos en humanos todavía es limitada y cualquier impacto a largo plazo en la regulación del peso es aún incierto.

Saciedad y control del apetito

Uno de los argumentos más populares a favor del agua con gas es su poder como supresor del apetito. El volumen que ocupa en el estómago, junto con las burbujas, puede aumentar la sensación de llenura. Esto lleva a muchas personas a sentir menos deseos de comer, sobre todo si la beben antes de las comidas. Sin embargo, los estudios muestran que este efecto existe pero no es tan fuerte como se suele pensar.

En comparación con el agua natural, el nivel de saciedad que produce el agua con gas es apenas mayor. Aun así, quienes buscan controlar el peso pueden aprovechar este pequeño beneficio, siempre y cuando forme parte de una rutina donde se prioricen alimentos nutritivos y actividad física constante. Utilizar el agua con gas como único método para “comer menos” no resulta eficaz a largo plazo.

Foto Freepik

Relación con el metabolismo y la glucosa

Algunas investigaciones recientes destacan que el agua con gas podría tener un papel en la regulación del metabolismo y de los niveles de glucosa en sangre. Al transformar el dióxido de carbono en bicarbonato en el estómago, se ha sugerido que ciertas enzimas metabólicas podrían activarse, favoreciendo la absorción de glucosa y aumentando el gasto energético. De todos modos, estos resultados provienen principalmente de estudios en laboratorio, comparando procesos biológicos con condiciones que no se replican del todo en la vida cotidiana.

En humanos, no existen pruebas concluyentes suficientes para afirmar que beber agua con gas acelera el metabolismo o ayuda a quemar más grasa de forma directa. Aunque la teoría parece prometedora, la falta de evidencia clínica hace que los expertos insistan en que la clave para perder peso sigue siendo una dieta balanceada y la práctica regular de ejercicio.

Ventajas y consideraciones del agua con gas frente a otras bebidas

Cuando se compara con refrescos azucarados o bebidas alcohólicas, el agua con gas sobresale como una opción mucho más saludable. Su contenido es prácticamente libre de calorías y no contiene azúcares añadidos ni aditivos problemáticos. Esto la convierte en una herramienta útil para quienes desean hidratarse y, al mismo tiempo, reducir la ingesta de bebidas menos recomendables.

El agua con gas puede ser especialmente útil para quienes encuentran el agua natural poco atractiva. Su textura y ese característico cosquilleo pueden hacerla más apetitosa, facilitando una mayor hidratación a lo largo del día. También, para personas que buscan dejar el hábito de consumir refrescos, puede servir como transición sin sacrificar el placer. Sin embargo, el consumo excesivo puede causar molestias digestivas, como hinchazón o gases, especialmente en quienes tienen sensibilidad estomacal, reflujo o problemas digestivos previos. Otro aspecto a considerar es el contenido de sodio en algunas marcas, lo que puede ser relevante para quienes necesitan limitar la sal en su dieta.

Beneficios para la salud más allá del peso

El agua con gas ofrece algunos beneficios adicionales que van más allá de su papel en el control de peso. Ayuda a mejorar el tránsito intestinal, es útil en casos de estreñimiento y puede favorecer la reducción del riesgo de enfermedades metabólicas cuando forma parte de un estilo de vida saludable. Pacientes con presión alta, diabetes o problemas renales pueden encontrar en el agua con gas una opción apta, siempre que revisen la etiqueta para evitar productos con alto contenido de sodio.

Su impacto positivo en la hidratación también es claro, ya que puede incentivar a beber más agua cada día. No obstante, personas con patologías digestivas o sensibilidad gástrica deberían consultar a un profesional antes de incluir agua con gas de manera habitual en su dieta.

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