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Salud

El mal hábito que puede disparar tu riesgo de cáncer de páncreas

Entre los diferentes tipos de cáncer, el de páncreas asusta por su falta de síntomas claros en las etapas iniciales y su alta mortalidad. Cada año se diagnostican miles de nuevos casos y la expectativa de vida, tras el diagnóstico, suele ser limitada. Hay un contexto preocupante: en España, la incidencia de cáncer de páncreas sigue creciendo y se espera que en la próxima década ocupe un lugar entre los cánceres más frecuentes.

El desarrollo de este cáncer está ligado, en gran parte, a los hábitos de vida. Dentro de esos hábitos, uno se destaca por su impacto negativo y su arraigo social: fumar. Se estima que más de dos millones de personas siguen fumando a diario en España, un hábito que no solo afecta el pulmón o el corazón sino que, según datos recientes, está relacionado con aproximadamente el 25% de los casos nuevos de cáncer de páncreas.

El tabaquismo: el mal hábito que puede disparar el riesgo de cáncer de páncreas

El tabaquismo ocupa el primer lugar entre los factores modificables vinculados al cáncer de páncreas. Estudios actuales indican que las personas que fuman duplican su riesgo de padecer esta enfermedad respecto a quienes no lo hacen. El daño comienza con las toxinas que contiene el humo del tabaco. Al llegar al organismo por la vía respiratoria, estas sustancias se reparten a través de la sangre y alcanzan todos los órganos, incluido el páncreas. Ahí, las toxinas generan alteraciones en el ADN de las células pancreáticas, debilitando el sistema de defensa y creando un ambiente propicio para la formación de tumores.

Más allá de la acción inmediata, el tabaquismo libera radicales libres que inflaman los tejidos y disminuyen la capacidad del cuerpo para reparar el daño. Esto favorece que las lesiones celulares avancen, se multipliquen y, finalmente, den lugar al desarrollo de nódulos o masas cancerosas. Pero abandonar el tabaco cambia el panorama: la evidencia muestra que el riesgo disminuye de forma significativa tras dejar de fumar, acercándose al de una persona que nunca ha tenido el hábito después de unos años de abstinencia.

Foto Freepik

Otros factores que agravan el impacto del tabaquismo en el páncreas

El efecto del tabaquismo sobre el páncreas no actúa solo. La presencia de obesidad, el sedentarismo y la diabetes tipo 2 amplifican el daño. En personas con sobrepeso, las células pancreáticas trabajan bajo más presión y tienen más probabilidades de sufrir alteraciones. Si a esto se suma la presencia de dieta alta en grasas y azúcares, el organismo se enfrenta a un entorno mucho más agresivo, donde la capacidad de reparación disminuye y los efectos del tabaco se vuelven todavía más letales.

La falta de actividad física regular contribuye también al empeoramiento de la situación. Cuando el cuerpo no se mueve de forma suficiente, el metabolismo se hace más lento y la acumulación de toxinas, entre ellas las provenientes del cigarrillo, es mayor. El consumo excesivo de alcohol se suma a la lista de agravantes, pues irrita directamente el tejido pancreático y favorece la inflamación. En conjunto, estos factores multiplican las probabilidades de desarrollar un cáncer de páncreas, mucho más que si se presentaran de forma aislada.

El rol de la dieta y el estilo de vida

La dieta ejerce un papel fundamental en la salud pancreática. Una alimentación rica en grasas saturadas, carnes procesadas y azúcares, asociada a la vida sedentaria, incrementa claramente el riesgo de cáncer de páncreas. Este tipo de alimentación provoca inflamación crónica y estrés oxidativo en el órgano, dos condiciones que facilitan la aparición de células cancerígenas.

En contraste, una dieta equilibrada (alta en frutas, verduras, legumbres y fibra) ayuda a mantener el páncreas protegido. La actividad física diaria contribuye a estabilizar el peso, regular los niveles de azúcar en sangre y mejorar la respuesta inmunológica del cuerpo. Moderar el alcohol es igual de importante, ya que el exceso puede causar daños irreversibles y empeorar el pronóstico cuando se combina con otros factores de riesgo.

Elegir alimentos frescos, bajar la cantidad de grasas saturadas, y moverse más a lo largo de la semana, protege no solo al páncreas sino a todo el sistema digestivo. Cambios sencillos en el estilo de vida pueden reducir de manera visible el peligro, incluso en quienes tienen antecedentes familiares de la enfermedad.

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