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Cocina, recetas y alimentos

El misterio de los huevos: por qué en el súper no van a la nevera y en casa sí

¿Alguna vez te has dado cuenta de que en el supermercado los huevos están perfectamente acomodados fuera del frío, pero al llegar a casa corremos a meterlos en la nevera? Este pequeño detalle desconcierta a muchas personas, sobre todo cuando buscamos la forma más segura de conservar nuestros alimentos.

Por qué los huevos no van a la nevera en el supermercado

En el supermercado, los huevos se exhiben a temperatura ambiente y muchos creen que podrían echarse a perder, pero esto no ocurre gracias a la cutícula. Esta es una fina capa protectora que recubre cada huevo y actúa como barrera contra bacterias, como la salmonela.

Las tiendas mantienen un ambiente controlado y constante, generalemente alrededor de 18 °C. Esta temperatura uniforme limita los cambios bruscos y, sobre todo, evita que se forme condensación sobre la cáscara. La humedad puede dañar la cutícula y abrir la puerta a microorganismos, así que mantener a raya las fluctuaciones es clave en la protección del huevo.

El proceso de producción también juega un papel central. En algunos países, los huevos pasan por un lavado industrial que elimina la cutícula y obliga a refrigerarlos inmediatamente después, caso típico de Estados Unidos. En la mayoría de los países europeos, los huevos no se lavan para mantener intacta esta protección natural, lo que permite que lleguen sin problemas a las estanterías sin frío.

En países como España, Francia o Italia, los huevos se venden tal como salen de la gallina. En otros, como en Estados Unidos, el temor a la salmonela llevó a regular el lavado y la refrigeración desde la tienda. Cada práctica busca el mismo objetivo: evitar la contaminación y proteger la salud del consumidor.

El rol de la cutícula en la protección del huevo

La cutícula es como un escudo invisible. Está formada por proteínas y otros compuestos que se depositan de manera natural sobre el huevo justo antes de que la gallina lo ponga. Esta fina membrana, entre la cáscara y el ambiente, es crucial porque bloquea la entrada de bacterias y suciedad.

En lugares donde el proceso de lavado elimina esta capa, el huevo pierde su principal defensa. Esto obliga a mantener los huevos refrigerados desde el primer momento para evitar riesgos. Por el contrario, donde se respeta la cutícula, los huevos conservan su frescura y protección por más tiempo, aunque permanezcan a temperatura ambiente en las tiendas.

Sin la cutícula, los poros de la cáscara quedan expuestos y el huevo resulta mucho más vulnerable a las bacterias, que pueden colarse al menor contacto con humedad.

El control ambiental en las tiendas

Los supermercados no dejan lugar al azar. La clave está en mantener la temperatura estable y evitar cambios, como los que se producen al llevar los huevos de un lugar frío a otro cálido, o viceversa. Si estos cambios se producen, el huevo puede “sudar”, formando gotitas de agua en la superficie y facilitando el ingreso de bacterias a través de los poros.

Por eso, sacar los huevos de la tranquilidad del estante para meterlos de golpe a la nevera no siempre es lo mejor si antes han estado expuestos a fluctuaciones, ya que el choque térmico daña la cutícula. Lo ideal es mantenerlos en condiciones parecidas a las del punto de venta hasta que sea necesario refrigerarlos.

Razones para refrigerar los huevos en casa

En casa, la historia es distinta. El movimiento constante de puertas, ventanas abiertas, calefacción y cocina generan fluctuaciones que hacen difícil mantener una sola temperatura. Es ahí donde la nevera se convierte en la mejor aliada para la frescura y seguridad.

Refrigerar los huevos a unos 4 °C ayuda a prolongar su vida útil, llegando a durar hasta tres semanas más que si se mantuvieran a temperatura ambiente. El frío desacelera el crecimiento de bacterias y proporciona una barrera adicional que compensa cualquier daño a la cutícula que pudiera haber ocurrido durante el transporte.

A la hora de guardar los huevos, mejor no colocarlos en la puerta de la nevera, ya que el abrir y cerrar constante genera variaciones de temperatura. Guardarlos en su cartón original es más seguro, porque ayuda a absorber el exceso de humedad y evita que absorban olores de otros alimentos, preservando su sabor natural.

En climas cálidos, la refrigeración es indispensable porque las altas temperaturas aceleran la descomposición y aumentan el riesgo de proliferación bacteriana.

Foto Freepik

Fluctuaciones diarias en el hogar

El hogar es un entorno muy diferente al de la tienda. Aquí, el calor de la cocina, el frío de la noche o un rayo de sol por la ventana pueden causar condensación en los huevos. Cuando esto ocurre, el agua se acumula sobre la cáscara y puede llevar bacterias directamente a los miles de poros presentes (se estima entre 7,000 y 17,000 poros por huevo).

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Estos cambios aceleran la pérdida de frescura y aumentan las probabilidades de contaminación. Incluso si la cutícula está intacta, las variaciones constantes pueden hacer que el huevo pierda calidad rápidamente.

Beneficios de la refrigeración doméstica

Guardar los huevos en la nevera retrasa el desarrollo de bacterias y ayuda a mantener su valor nutricional. El frío no solo mantiene los huevos frescos por más tiempo, sino que reduce el riesgo de enfermedades transmitidas por alimentos, como la salmonela.

Una forma sencilla de comprobar la frescura del huevo es sumergirlo en agua. Si se hunde y se queda en el fondo, está fresco. Si flota, ha pasado demasiado tiempo y ya no es seguro consumirlo.

La refrigeración mantiene la textura, el sabor y el color de la yema y la clara mucho mejor que el almacenamiento a temperatura ambiente, sobre todo en regiones cálidas.

Consejos prácticos para manejar huevos frescos

Para sacar el máximo provecho a la protección natural de la cutícula y evitar peligros en casa, es buena idea refrigerar los huevos inmediatamente después de comprarlos, siempre cuidando que el cambio de temperatura no sea brusco.

Guardarlos en su envase ayuda a que la cáscara no absorba olores ni humedad. No es necesario lavar los huevos antes de usarlos, porque el agua puede eliminar la cutícula y debilitar la capa de protección, salvo que vayas a cocinarlos al instante.

Es útil considerar el tipo de huevo: los orgánicos y los convencionales pueden conservarse de igual forma si mantienen la cutícula intacta. En regiones con climas templados o fríos, quizá los huevos duren un poco más fuera del refrigerador, pero es más seguro optar por la nevera en cualquier ambiente cambiante.

Ni todos los huevos necesitan refrigeración universal ni todas las prácticas funcionan igual en cada país. Lo mejor es adaptarse a las recomendaciones locales, observando el origen del huevo y el clima donde vives, sin dejarse llevar por mitos populares.

De este modo, cada familia puede proteger su salud y disfrutar de huevos frescos por mucho más tiempo, aplicando estos principios simples y efectivos.

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