¿Eres un imán para los mosquitos? Descubre por qué te pican más que a los demás

Unas piernas cubiertas de ronchas y el zumbido incesante en la oreja son la pesadilla de muchas personas en verano. Mientras algunos amigos parecen inmunes, hay quienes no pueden sentarse a la sombra sin convertirse en el blanco favorito de los mosquitos. Esta percepción de ser un “imán” para las picaduras no es producto de la imaginación.
Por qué los mosquitos prefieren ciertas personas
Diferentes detalles del cuerpo humano actúan como señales irresistibles para los mosquitos. Elementos como la cantidad de dióxido de carbono (CO₂) que se exhala, la sudoración, la composición de bacterias en la piel y ciertos genes pueden explicar por qué unos sufren más picaduras que otros. Por ejemplo, los deportistas, las mujeres embarazadas y quienes pertenecen al grupo sanguíneo O suelen atraer más mosquitos sin buscarlo.
El papel del CO₂ y el metabolismo
El CO₂ es la alarma principal que activa el radar de los mosquitos. Cada vez que alguien respira, libera pequeñas nubes de este gas, pero no todos lo hacen igual. Las personas con un metabolismo acelerado, como quienes hacen ejercicio, mujeres gestando y personas con sobrepeso, emiten mayores cantidades de CO₂. Esto los convierte en blancos visibles para estos insectos, incluso a más de 50 metros de distancia. El cuerpo sudoroso tras una caminata o sesión de entrenamiento es aún más tentador, pues el sudor potencia la mezcla de señales químicas en la piel.
Olores corporales y microbiota cutánea
No todo está en el gas que se exhala. El verdadero “perfume” que atrae a los mosquitos se encuentra en la piel. La combinación de componentes como ácido láctico, amoníaco y ácidos grasos forma una huella olfativa única para cada individuo. Esta huella depende en parte de la microbiota cutánea: colonias de bacterias que varían enormemente entre personas. Algunas especies bacterianas, por ejemplo ciertos estafilococos, se encuentran hasta cuatro veces más en quienes sufren más picaduras. Las bacterias convierten el sudor y otros residuos de la piel en olores particulares, y algunos de estos aromas resultan irresistibles para las antenas de los mosquitos.
Factores genéticos y grupo sanguíneo
La genética también tiene su papel. Estudios realizados con gemelos han mostrado que los factores hereditarios afectan la posibilidad de recibir picaduras. Algunos genes determinan qué tan atractivo resulta el olor corporal para los insectos, mientras que el grupo sanguíneo es otro factor relevante. Diversas investigaciones han comprobado que quienes tienen sangre tipo O reciben muchas más visitas de estos insectos que quienes pertenecen a los grupos A o B. Esta preferencia podría estar relacionada con compuestos químicos que se excretan en la piel y que dependen del tipo de sangre.

Factores ambientales y hábitos que aumentan el riesgo
El entorno y las costumbres cotidianas pueden transformar a cualquiera en el protagonista de una noche de picaduras. Lugares con aguas estancadas, jardines sin limpiar y los hábitos durante las tardes de calor contribuyen a la proliferación de mosquitos y a aumentar las posibilidades de ser picado.
El entorno y las costumbres diarias
Vivir o pasar tiempo en zonas con charcos, agua acumulada en platos de macetas, fuentes o cubetas olvidadas equivale a convivir con el criadero perfecto de mosquitos. Estos insectos buscan lugares húmedos y tranquilos donde poner sus huevos, y cualquier descuido puede servir. Actividades al aire libre, como barbacoas, deportes o paseos al atardecer, incrementan el contacto con los mosquitos en su momento de máxima actividad, justo cuando el aire todavía está cálido pero la luz baja, volviéndolos más difíciles de evitar.
Ropa, temperatura corporal y consumos que afectan
La ropa y el estilo personal también influyen. Prendas ajustadas, cortas u oscuras, especialmente negras y rojas, facilitan la localización de la piel por parte de los mosquitos. Los colores claros, en cambio, resultan menos visibles. Una temperatura corporal elevada, producida por fiebre, ejercicio, sudor o simplemente por el calor del ambiente, emite señales térmicas que guían a los insectos. El consumo de alcohol, sobre todo cerveza, no solo sube la temperatura sino que también modifica el olor del sudor, ampliando el rango de atracción. Las fragancias florales o afrutadas de ciertos jabones y desodorantes pueden aumentar el atractivo al mezclar aromas artificiales con el perfil natural de la piel.
Por qué es relevante protegerse actualmente
Hace años, enfermedades como el dengue, el zika o la fiebre amarilla se asociaban solo a zonas tropicales. Ese escenario cambió. El aumento de la temperatura global, la urbanización y los cambios en los hábitos de viaje han ampliado la presencia de mosquitos transmisores en regiones templadas, incluso en ciudades del sur de Europa. Hoy, protegerse no es solo cuestión de evitar molestias, sino de cuidar la salud personal y colectiva. Usar repelentes adecuados, instalar mosquiteros y eliminar criaderos son recomendaciones básicas y efectivas. La prevención comienza por el control ambiental y sigue con medidas diarias, una responsabilidad para reducir el riesgo de enfermedades que, hasta hace poco, eran exóticas y hoy resultan cercanas.
Las razones por las que algunos parecen atraer más a los mosquitos no se deben solo a la ‘mala suerte’ ni a supersticiones. Factores biológicos individuales, hábitos cotidianos y cambios en el entorno físico construyen, juntos, el perfil de las personas más propensas a ser picadas. Entender esas causas ayuda a tomar mejores decisiones para evitar molestias y prevenir riesgos reales, sobre todo ahora que estos pequeños visitantes vienen recargados con nuevos desafíos. Cuidar la piel y el ambiente cercano ya no es solo una cuestión estética ni de comodidad.