¿Alguna información? ¿Necesitas contactar al equipo editorial? Envía tus correos electrónicos a [email protected] o ve a nuestro formulario.
Cocina, recetas y alimentos

¿Es cierto que el tomate pelado se digiere mejor?

El tomate es uno de los ingredientes esenciales en la dieta mediterránea y aparece en miles de recetas alrededor del mundo. La idea de que es sencillo de digerir ha generado debates y dudas, alimentadas tanto por creencias populares como por descubrimientos científicos recientes. Su fama de alimento ligero y saludable lo convierte en opción principal en menús enfocados a un peso saludable, bienestar digestivo y prevención de enfermedades.

Características del tomate y su influencia en la digestión

El tomate destaca por su alta concentración de nutrientes con relación a sus calorías, característica que cobra protagonismo en las recomendaciones de alimentación saludable:

Composición y nutrientes clave

Cada tomate contiene cerca de un 95% de agua, lo que aporta una sensación de frescor y ligereza al consumirlo. Su escaso aporte calórico (aproximadamente 20-22 calorías por cada 100 gramos) permite que se pueda incluir en dietas de control de peso sin preocuparse por los excesos. Este fruto es abundante en licopeno y vitamina C, dos antioxidantes cuya eficacia para proteger las células del daño oxidativo está bien documentada. Además suma minerales como el potasio, importante para el funcionamiento del sistema nervioso y muscular.

Un aspecto que lo resalta en el ámbito digestivo es la fibra dietética, presente sobre todo en la piel y en menor medida en la pulpa. Esta fibra ayuda al tránsito intestinal, previniendo el estreñimiento y favoreciendo la regularidad.

Efectos sobre la digestión y el tránsito intestinal

El alto contenido en agua facilita la digestión, generando una sensación ligera tras comer. La fibra dietética promueve un tránsito adecuado, contribuyendo a eliminar residuos del organismo y sosteniendo la salud intestinal. El licopeno y los antioxidantes presentes, además de su papel en la prevención de diversas enfermedades, ayudan a mantener las paredes intestinales saludables. El tomate, cuando se consume frecuentemente, puede prevenir problemas como el estreñimiento y facilita evacuaciones más regulares.

Consideraciones sobre la piel del tomate

La piel del tomate concentra una cantidad significativa de nutrientes: antioxidantes, vitamina C y minerales. Sin embargo, en personas con sensibilidades digestivas, alergias o enfermedades como el síndrome del intestino irritable, la fibra insoluble de la piel puede incrementar la sensación de molestia o acelerar el tránsito más de lo deseado. En esos casos es preferible pelar el tomate y retirarle las semillas para una mejor tolerancia, pero en individuos sanos, aprovechar la piel suma beneficios al organismo.

Foto Freepik

Beneficios y posibles dificultades en la digestión del tomate

El tomate aporta ventajas notables, aunque también existen excepciones en las que puede resultar menos recomendable.

Situaciones que favorecen el consumo de tomate

El tomate se adapta muy bien a menús de hospitales, dietas para personas mayores y estrategias alimentarias en verano. Esto se debe a que combina hidratación, bajo aporte calórico y efectos refrescantes. En niños y adultos sanos, o en quienes buscan cuidar su salud cardiovascular o digestiva, el tomate crudo o ligeramente cocido es una elección que ayuda a regular el tránsito intestinal y a mantener una flora intestinal equilibrada.

El efecto saciante del tomate ayuda a controlar el apetito sin cargar el aparato digestivo. Por su contenido en vitamina C y licopeno, apoya el sistema inmune y previene la inflamación, favoreciendo a quienes necesitan digestiones ligeras.

Casos en los que la digestión puede complicarse

El tomate, aunque digestivo para la mayoría, puede provocar molestias en personas sensibles a la acidez. Quienes padecen de gastritis, reflujo gastroesofágico o ciertas alergias pueden experimentar sensación de ardor o pesadez si abusan del tomate crudo, especialmente fuera de temporada o cuando está muy verde.

En brotes de enfermedades intestinales como el síndrome del intestino irritable o tras episodios de gastroenteritis, la piel y las semillas del tomate pueden resultar irritantes. También, algunas personas con trastornos inmunológicos o intolerancias a compuestos específicos del tomate deberían limitar su consumo o buscar alternativas cocidas y sin piel.

Recomendaciones para una mejor tolerancia digestiva

Lee también:

Quienes tienen estómagos delicados pueden optar por tomates pelados y cocidos, ya que el calor suaviza la fibra y disminuye la acidez sin perder demasiados nutrientes si la cocción es breve. Cocinar el tomate junto a aceites saludables como el de oliva no solo facilita la absorción del licopeno, sino que disminuye la agresividad de la acidez y mejora la tolerancia digestiva.

Se aconseja también elegir tomates maduros y de temporada, ya que la maduración al sol reduce la concentración de sustancias menos digeribles que suelen estar presentes en tomates verdes. Lavar bien la piel y usar bicarbonato de sodio para eliminar restos de pesticidas incrementa la seguridad al consumirlo con piel.

El tomate puede integrarse en sopas, salsas, ensaladas y zumos según las preferencias, cuidando la cantidad y la forma de presentación de acuerdo a la sensibilidad individual. Limitar especias y condimentos ácidos en su preparación también puede reducir el riesgo de molestias digestivas en personas vulnerables.

La diversidad en la forma de disfrutar del tomate (crudo, cocido, en zumo o en puré) mejora su tolerancia y cubre las necesidades de distintos grupos de población, desde deportistas hasta personas de edad avanzada, siempre adaptando el método según el estado de salud digestiva.

¿Le resultó útil este artículo?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *