España aumenta la importación de coches usados mientras otros países los retiran

El mercado automovilístico español atraviesa uno de sus mayores cambios en décadas. Mientras varios países europeos aceleran la retirada de coches antiguos, España experimenta un alza récord en la importación de vehículos de segunda mano. Factores económicos y logísticos han hecho que camiones cargados de automóviles usados crucen Europa a diario rumbo a territorio español, cambiando el panorama en las calles y talleres del país.
España: destino creciente para coches usados europeos
La demanda de coches usados en España ha crecido de forma constante por la escasez de vehículos nuevos y la crisis global de los semiconductores. Las fábricas no logran mantener el ritmo previo a 2020, lo que ha disparado el interés de particulares y empresas en el mercado de ocasión, especialmente en modelos que llegan desde el extranjero. La falta de stock nuevo suma aún más presión, haciendo que el parque móvil envejezca rápidamente.
Causas y dimensiones del aumento
España importa coches usados porque el precio resulta más atractivo y hay escasez en los concesionarios. Durante 2024, las importaciones han batido récords con incrementos de hasta un 32% respecto al periodo anterior a la pandemia. Cerca del 13% de las matriculaciones totales corresponden a vehículos de ocasión procedentes del extranjero. El proceso se ha normalizado tanto que entre 50.000 y 60.000 unidades cambian de país en cada semestre.
Detrás de estas cifras se encuentran motivos como la dificultad para comprar vehículos nuevos, la inflación generalizada y la presión de particulares y profesionales que buscan opciones más económicas ante el encarecimiento general de los bienes duraderos. La menor producción de coches nuevos, por la ya mencionada crisis de chips, cataliza esta tendencia.
Origen y características de los coches importados
Alemania es el mayor exportador de coches usados a España, con más de un cuarto del total. Le siguen Francia, Bélgica y países del Este como Rumanía. La mayoría de estos automóviles tienen una media de edad cercana a los ocho años y su motorización más común es el diésel, en parte por las normativas más flexibles que existen aún en nuestro país.
Se observa que más del 50% de los coches usados importados superan los diez años, y una porción importante incluso los quince. Mientras en la mayoría de países europeos los coches antiguos quedan restringidos, en España llegan modelos con emisiones de CO₂ medias altas, alrededor de 146 g/km, que ya no interesan en su país de origen por sus elevados costes de mantenimiento o porque no cumplen las exigencias medioambientales.
Marcas como Volkswagen, Mercedes-Benz, BMW y Audi lideran las preferencias, especialmente en versiones de gama media y alta. Sin embargo, el comprador rara vez accede a coches equipados o de reciente fabricación. Los modelos importados suelen ser más antiguos, con menos equipamiento y, en muchos casos, con el kilometraje real manipulado.

Retos asociados a la importación masiva
Importar grandes lotes de coches usados trae consigo varios problemas. El primero es el tiempo de tramitación. El papeleo, la homologación y el traslado pueden suponer hasta 45 días desde el pago hasta la matriculación. Pero el mayor riesgo lo representa el historial del vehículo: alteraciones en el cuentakilómetros y antecedentes de accidentes no declarados convierten la compra en una lotería.
La dificultad para rastrear el verdadero origen y uso de un coche que ha pasado por varios países facilita los fraudes. Bajadas de más de 100.000 kilómetros han llegado a implicar diferencias de más de 10.000 euros en el precio. El impacto medioambiental tampoco es menor: se inunda el mercado español con vehículos cuya vida útil ya ha llegado a su fin en el norte de Europa, agravando el envejecimiento del parque móvil nacional, que supera los quince años de media, por encima incluso de países como Marruecos.
Diferencias con otros mercados europeos y contexto internacional
Mientras España absorbe coches que otros no quieren, grandes mercados europeos avanzan en la renovación de sus flotas. El contraste se nota en la edad, las motorizaciones y el tipo de vehículo que se mueve entre fronteras.
Tendencias en Alemania, Francia, Italia y Reino Unido
En Alemania, las transferencias de usados han crecido cerca de un 8% en 2024, pero la mayoría corresponde a coches en buen estado, generalmente de alta gama o modelos eléctricos que rápidamente encuentran comprador en otros países o en su mercado interno. El enfoque está en reducir emisiones y colocar vehículos con distintivos ecológicos.
Francia también ha registrado un alza en su mercado de segunda mano, aunque la mayor demanda se centra en modelos con etiqueta medioambiental limpia los conocidos Crit’Air 0, cuyas ventas se han disparado más del 90%. El mercado inglés, por su parte, ha dado un giro hacia coches gasolina y eléctricos, y los coches más antiguos se retiran o exportan hacia el sur de Europa, para evitar las limitaciones a la circulación.
Italia es otro caso donde la compraventa de usados supera a las matriculaciones de modelos nuevos, aunque con una edad media aún inferior a la de España. En consenso, estos países apuestan cada vez más por el coche eléctrico y los modelos recientes, en línea con las normas de emisiones y los objetivos climáticos continentales.
Efectos de las políticas y el comercio global
El comercio global también tira del hilo. Estados Unidos, por ejemplo, ha retomado su intención de fijar aranceles del 25% sobre vehículos y piezas importadas, lo que encarece de golpe el valor de los automóviles y frena la producción. Fabricantes europeos como BMW, Volkswagen y Stellantis ya han reportado problemas en los costes y ajustes de producción. El resultado es un encarecimiento progresivo de los coches nuevos y usados en todo el mundo, con una caída de hasta 20.000 coches diarios en las líneas de ensamblaje norteamericanas.
España no queda particularmente afectada por estas medidas. La exposición de la industria nacional al mercado estadounidense es mínima, ya que no fabrica modelos exportables a ese país, enfocándose en gamas ajenas a los gustos del comprador norteamericano. El resultado es que mientras otros mercados imponen barreras y renuevan sus flotas, España se convierte en receptor masivo de coches que el resto del continente considera obsoletos.
El escenario actual plantea un debate abierto. ¿Hasta dónde puede España soportar esta avalancha de vehículos usados? La situación obliga a analizar la sostenibilidad, salud viaria y futuro del sector. El parque móvil sigue envejeciendo, el negocio de la importación crece y el consumidor, ante la falta de opciones, continúa apostando por coches económicos y viejos frente a la incertidumbre y los elevados precios de los modelos nuevos. La realidad ya se siente en la calle y en los talleres.
