Esta es la duración ideal que debe tener una siesta

Una buena siesta puede ser una herramienta sencilla para recuperar energía, mejorar el ánimo y mantener un mejor descanso durante el día, siempre que se respete su duración ideal y se haga a la hora adecuada. Estudios recientes y entidades de referencia, como Mayo Clinic, señalan que las siestas cortas son las que más ayudan al rendimiento y al bienestar, sobre todo cuando no alteran el sueño de la noche. La idea clave es clara, no se trata de dormir más horas, sino de dormir mejor, con una siesta breve, planificada y adaptada al ritmo de cada persona.
Esta es la duración ideal que debe tener una siesta
La mayoría de investigaciones sitúan la siesta ideal en un intervalo de entre 10 y 30 minutos, con un rango muy recomendable alrededor de los 20 a 26 minutos. Organismos clínicos recuerdan que una siesta corta de 20 a 30 minutos basta para notar más claridad mental y menos cansancio, y advierten que, cuanto más se alarga la siesta, más probable es despertar con sensación de pesadez o adormecimiento.
En ese margen de tiempo, el cerebro descansa lo suficiente para mejorar la atención, la memoria, la capacidad de reacción y el estado de ánimo, sin entrar en fases profundas de sueño que luego compliquen el despertar. De este modo, la siesta breve refuerza el rendimiento diario y, al mismo tiempo, respeta el sueño nocturno.
Por qué una siesta corta funciona mejor que una larga
Una siesta corta permite permanecer en un sueño ligero, una fase en la que el cuerpo se relaja pero aún resulta sencillo despertarse. Al abrir los ojos tras unos pocos minutos, la persona suele sentirse despejada, con alivio de la fatiga y una sensación agradable de recuperación.
Cuando la siesta se alarga en exceso, el cuerpo entra en sueño profundo y el despertar puede ir acompañado de confusión, pesadez y baja claridad mental. Mayo Clinic y otros grupos de referencia relacionan estas siestas largas con una mayor somnolencia posterior y con más dificultades para activar el cuerpo y concentrarse de nuevo. Por eso, limitar el tiempo se convierte en una medida sencilla y muy eficaz.
A qué hora conviene dormir la siesta para que sea realmente reparadora
La mejor hora para la siesta suele encontrarse entre las 13:00 y las 16:00, con una recomendación frecuente de hacerla antes de las 15:00. Ese tramo coincide con el bajón natural de energía que muchas personas notan después de comer, momento en el que una siesta breve encaja bien y ayuda a seguir el día con más fuerza sin perjudicar el sueño nocturno.
Quienes trabajan con horarios irregulares, por ejemplo en turnos de noche, también pueden usar siestas planificadas para compensar parte de la falta de sueño. En estos casos resulta aún más importante controlar el tiempo de descanso, ya que una siesta larga o mal ubicada en el día puede desordenar todavía más el reloj interno.

Riesgos de dormir la siesta demasiado tarde o durante mucho tiempo
Una siesta extensa o muy tardía puede dificultar que la persona se duerma por la noche, favorecer el insomnio y alterar los ritmos naturales del organismo. Además, diversos estudios han vinculado el abuso de las siestas prolongadas con un mayor riesgo de hipertensión, diabetes y problemas cardiovasculares, sobre todo cuando se combinan con otros factores de salud.
Cuando aparece una necesidad constante de dormir durante el día, pese a haber pasado una noche razonable en la cama, conviene comentarlo con un profesional sanitario. En algunos casos, esa somnolencia diurna puede indicar un trastorno del sueño u otra afección que requiere atención. La moderación y una siesta breve en la franja adecuada siguen siendo la opción más prudente.
Cómo hacer una siesta perfecta sin pasarse del tiempo
Para que la siesta sea aliada y no enemiga, resulta útil preparar un pequeño ritual sencillo. Muchas personas encuentran práctico usar una alarma suave, programada a los 20 o 25 minutos, de modo que el cuerpo no se pase del tiempo ideal. Elegir un entorno tranquilo, con luz tenue y una temperatura agradable, facilita la relajación y acorta el tiempo que se tarda en conciliar el sueño.
Dejar a un lado el móvil y la televisión durante ese rato permite que el cerebro desconecte de los estímulos constantes y se centre en descansar. Una siesta breve, en buenas condiciones, es suficiente para mejorar la productividad y la creatividad, incluso en contextos laborales o de estudio. No hace falta que sea larga para que se note más energía y mejor concentración en las horas siguientes.
Una siesta ideal combina duración corta, horario temprano de tarde y un entorno que invite a dormir mejor, con el objetivo de cuidar la salud general sin sacrificar el sueño nocturno. Quien prueba a aplicar estas pautas simples suele comprobar que unos pocos minutos bien usados cambian su ánimo y su rendimiento a lo largo del día.
