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Pareja

Esta es la edad en la que los hombres casados son más infieles

La infidelidad en el matrimonio no responde a una regla simple ni a una sola causa. Con el paso del tiempo, cambian los motivos así como la frecuencia, y la edad juega un papel clave en este fenómeno. Existen momentos en la vida de los hombres en los que el riesgo de ser infiel aumenta considerablemente, no solo por lo que ocurre en la relación, sino por crisis personales y la necesidad de reafirmarse.

El impacto de la edad en la infidelidad masculina

Los estudios y encuestas actuales muestran una tendencia clara: los hombres entre 30 y 50 años enfrentan un mayor riesgo de infidelidad. Específicamente, los picos suelen darse en torno a los 29, 39 y 49 años, periodos que suelen coincidir con profundas crisis personales ligadas a cambios de década. Este fenómeno no es casualidad. Muchos sienten en estos momentos que deben demostrar que aún son jóvenes o que pueden vivir aventuras nuevas, llevando a un repunte en los comportamientos infieles.

La llamada crisis de la mediana edad aparece con fuerza desde los 30 hasta los 50 años. No se trata solo de una cuestión física, sino de la percepción de que la juventud se está escapando. Lo curioso es que más del 36% de los hombres en este rango reconoce haber cometido infidelidad, y suelen justificarlo por la monotonía, la rutina o las exigencias familiares y laborales que pesan cada vez más. En este entorno, la búsqueda de sensaciones nuevas y la tentación de escapar de la rutina se hacen más poderosas.

En la década de los 40, en especial al acercarse a los 49, muchos hombres atraviesan una segunda “ola” de crisis, reforzando esa idea de que deben aprovechar el tiempo, experimentar y redescubrirse. La presión de las responsabilidades familiares y el peso de la rutina cotidiana suelen intensificar esas dudas internas y el deseo de romper con lo establecido, aunque sea de una forma momentánea y secreta.

Foto Freepik

Factores detrás de la vulnerabilidad en la madurez

Las crisis no suceden de la nada. En la madurez surgen cambios emocionales y descubrimientos personales que desafían el equilibrio dentro del matrimonio. Lo que comúnmente se llama crisis de la mediana edad representa mucho más que una inquietud pasajera. Los hombres en la franja de 30 a 50 años suelen experimentar reducción en la autoestima o dudas sobre su atractivo, buscando validación externa para sentirse deseados como antes. Aquí la necesidad de sentirse jóvenes o relevantes puede volverse más importante que la comodidad de lo conocido.

Otro aspecto relevante es la disminución del deseo sexual dentro del matrimonio. La famosa “maldición de los 7 años” sugiere que, tras varios años de convivencia, disminuye la pasión y surgen insatisfacciones difíciles de ignorar. Esta rutina puede arrastrar incluso a quienes pensaban estar a salvo, ya que la monotonía deja espacio para la curiosidad y el deseo de sentirse vivos fuera de la pareja. Las insatisfacciones, tanto personales como de pareja, abren la puerta a la búsqueda de gratificación en otros espacios.

Además, la presencia de plataformas digitales ha hecho la infidelidad más accesible y menos estigmatizada, lo que fomenta que hombres maduros den pasos antes impensados. Esto se combina con presiones sociales y culturales donde el acto de ser infiel puede incluso interpretarse erróneamente como símbolo de poder o reafirmación, añadiendo una capa de complejidad al fenómeno.

El deseo de novedad y la sensación de que la vida pasa demasiado rápido hacen que muchos hombres tomen decisiones impulsivas, justificándose en que tienen poco tiempo para vivir nuevas experiencias. Este impulso de vivir intensamente o de redescubrirse fuera del compromiso matrimonial no es simplemente una rebeldía tardía, sino una mezcla de búsqueda emocional y, para algunos, una forma de escapar de la autopercepción de envejecimiento.

En este contexto, la infidelidad en los hombres casados alrededor de los 30 a 50 años aparece como parte de una serie de retos propios de la madurez, donde la autoestima, la necesidad de sentirse deseado, los cambios hormonales y la repetición cotidiana dentro del matrimonio se entrelazan y aumentan la vulnerabilidad al engaño.

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