Estas son las personas que no deberían comer sandía por nada en el mundo

La sandía es refrescante, jugosa y nutritiva. Muchos la asumen como un aliado indiscutible para la salud gracias a su contenido en agua, vitaminas y antioxidantes. Sin embargo, hay conjuntos de personas para quienes este fruto representa más riesgos que beneficios. Reconocer esas situaciones ayuda a prevenir complicaciones de salud y a tomar decisiones más seguras sobre lo que se pone en el plato.
Riesgos de la sandía en personas con condiciones médicas específicas
El perfil nutricional de la sandía la hace atractiva para la mayoría, pero ciertos componentes pueden provocar verdaderos problemas en quienes padecen enfermedades específicas. El potasio, los azúcares naturales y los carbohidratos fermentables son los principales responsables de que esta popular fruta quede fuera del menú para algunos.
Efectos del potasio en la insuficiencia renal
En condiciones normales, el cuerpo regula el nivel de potasio a través del trabajo de los riñones. Pero en personas con insuficiencia renal, los riñones pierden la capacidad de eliminar este mineral con eficacia. La sandía contiene aproximadamente 110 mg de potasio por cada 100 gramos, un dato que puede inquietar cuando el organismo no lo puede depurar correctamente.
El exceso de potasio en sangre, conocido como hiperpotasemia, puede causar irregularidades en el ritmo cardíaco, debilidad muscular y hasta parálisis. Cuando los riñones fallan, incluso un consumo moderado de sandía puede provocar una acumulación peligrosa de potasio en el cuerpo, poniendo en serio riesgo la vida del paciente renal.
Riesgos para personas con diabetes
Aunque la sandía es baja en calorías, contiene una cantidad considerable de azúcares naturales y tiene un índice glucémico alto. Esto significa que sus carbohidratos se absorben rápido y pueden aumentar la glucosa en sangre en poco tiempo.
Las personas con diabetes deben regular la cantidad y el tipo de frutas que comen. Los picos de glucosa, provocados por alimentos como la sandía, pueden desestabilizar el control de la enfermedad e incrementar el riesgo de complicaciones cardiovasculares, problemas oculares, renales o nerviosos. El impacto de la sandía en la glicemia depende de la cantidad consumida, pero el control estricto suele implicar limitarla o incluso evitarla si la respuesta es adversa.

Sensibilidad intestinal y síndrome del intestino irritable
El síndrome del intestino irritable (SII) y la sensibilidad a FODMAPs son trastornos digestivos que afectan a millones de personas. Los FODMAP son un grupo de carbohidratos de cadena corta presentes en la sandía que resultan difíciles de digerir para quien padece estas condiciones.
En estos casos, el consumo de sandía puede provocar molestias como hinchazón, dolor abdominal, gases y diarrea. Esta respuesta ocurre porque los FODMAP son fermentados por las bacterias del colon, generando síntomas que complican el día a día de quienes viven con SII. Mantener alejados estos alimentos de la dieta es fundamental para evitar brotes y mejorar la calidad de vida.
Alergia a la sandía: una contraindicación absoluta
Pese a no ser la causa de alergias más frecuentes, existen personas con alergia específica a la sandía. La reacción es provocada por proteínas presentes en la pulpa, como la malato deshidrogenasa, la profilina y la triosa fosfato isomerasa. Estos alérgenos también están asociados a alergias cruzadas con alimentos como el látex o ciertos pólenes.
Incluso una mínima exposición puede desencadenar una reacción intensa en personas sensibilizadas. La alergia a la sandía no deja espacio para el consumo ocasional: una sola porción puede resultar peligrosa.
Síntomas y riesgos de la alergia a la sandía
Los síntomas varían mucho en gravedad. Desde picor u hormigueo en los labios, lengua o garganta, pasando por urticaria, enrojecimiento de la piel, inflamación, hasta casos severos de vómitos o dificultad para respirar. La anafilaxia, una reacción sistémica grave, puede desarrollarse rápidamente y poner en peligro la vida.
La exposición repetida en personas alérgicas aumenta la severidad de las reacciones, incluso si las veces anteriores fueron leves. El organismo puede volverse más sensible con el tiempo. La única forma segura de impedir riesgos es mantener la sandía completamente fuera de la dieta cuando hay antecedentes de alergia.