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Estilo de vida

Estas son las tres vitaminas que favorecen el sueño y no pueden faltar en tu día a día

Dormir bien es tan importante como comer sano o hacer ejercicio. A veces, el cuerpo lanza señales claras de cansancio y, aun así, el sueño no llega. Más allá del estrés y las pantallas, la alimentación juega un papel poderoso. Hay nutrientes que pueden ayudar a descansar de verdad, y tres vitaminas destacan entre todas por su impacto en el sueño: vitamina B6, vitamina C y vitamina D.

La vitamina B6 y su vínculo con la melatonina

Conocida por su presencia en el pollo, el pavo, garbanzos y pistachos, la vitamina B6 resulta clave para fabricar melatonina. Esta hormona indica al cuerpo cuándo es hora de dormir. Cuando hay poca vitamina B6, producir melatonina se vuelve más difícil y el ciclo de sueño puede alterarse.

La vitamina B6 colabora también en la síntesis de serotonina, un neurotransmisor que ayuda a sentir calma antes de dormir. Mantener niveles adecuados de vitamina B6 es como tener el engranaje bien aceitado para la maquinaria del sueño. No se limita a que uno se duerma fácil, sino que contribuye a un descanso profundo y continuo durante la noche.

Quienes siguen dietas ricas en procesados o con pocas verduras suelen tener menos vitamina B6. En esos casos, priorizar alimentos frescos cambia radicalmente la relación con el descanso. Incluir frutos secos, semillas, plátanos y cereales integrales marca una diferencia notable en la calidad del sueño.

Vitamina C: más que defensa, una ayuda para el descanso

La vitamina C actúa como un limpiador para el organismo. Aunque es famosa por reforzar la inmunidad, su función antioxidante protege las células del daño que resulta del estrés y los radicales libres. Si estos aumentan de manera excesiva, afectan el bienestar y perturban los ciclos de descanso.

El sueño profundo se relaciona con un cuerpo libre de inflamación. Aquí la vitamina C marca la diferencia. Consumir cítricos, fresas, kiwis o pimientos ayuda a contrarrestar la fatiga que producen los desajustes del ritmo circadiano. Además, la vitamina C mantiene bajos los niveles de cortisol, la conocida hormona del estrés, lo que permite que el cuerpo se relaje al final del día.

Un extra de vitamina C se traduce en despertares menos frecuentes y sensación renovada por la mañana. Este nutriente también facilita la absorción de hierro, otro factor relevante para mantener el sueño estable.

Foto Freepik

Vitamina D: la aliada invisible que regula el reloj biológico

Lo primero que piensa la mayoría cuando se habla de vitamina D es en la salud ósea. Sin embargo, esta vitamina regula muchas funciones, el sueño entre ellas. El cuerpo fabrica vitamina D cuando recibe luz solar directa, aunque los alimentos como pescados azules, huevos o lácteos enriquecidos también suman.

Varios estudios han mostrado que las personas con déficit de vitamina D duermen peor y tienen más dificultades para alcanzar las fases profundas del sueño. La vitamina D se vincula a la regulación de la inflamación y al equilibrio de los ritmos naturales del cuerpo. Su falta, cada vez más frecuente por el estilo de vida en interiores y el uso de protector solar, cambia la manera en que el cerebro controla los ciclos de vigilia y descanso.

Los expertos recomiendan tomar el sol, al menos en brazos y cara, a diario durante unos minutos para estimular la producción de vitamina D. En invierno o en climas con menos sol, los suplementos pueden ser necesarios si un profesional lo indica.

Cuando falta alguna vitamina, el sueño lo nota

Basta un pequeño desequilibrio en la dieta para que el sueño se resienta. La carencia de vitamina B6, C o D no solo dificulta dormir, sino que también fragmenta el descanso y vuelve más difícil levantarse con energía. Cuando el cuerpo carece de los nutrientes correctos, el sistema nervioso se mantiene activo más tiempo del debido.

Un descanso insuficiente afecta la memoria, el estado de ánimo y las defensas. Cuidar la alimentación con estas tres vitaminas es un paso concreto y sencillo para favorecer noches reparadoras. Incluir alimentos frescos y variados, ajustar la rutina diaria y exponerse al sol forman la base para dormir mejor día tras día.

Otros nutrientes que suman al sueño reparador

Además de las tres vitaminas principales, otros micronutrientes también tienen su función. El calcio ayuda a alcanzar la etapa REM, la fase más profunda del sueño. El hierro, por su parte, evita la fatiga y disminuye los despertares nocturnos. Mantenerse atento a señales como cansancio persistente, cambios de humor o dificultad para recordar cosas suele indicar que algo falta en la dieta.

Vitamina E y ciertas hierbas como valeriana o pasiflora suelen estar presentes en suplementos para favorecer la relajación. Estos ingredientes naturales, cuando están certificados y se consumen con responsabilidad, refuerzan el camino hacia un descanso duradero y de calidad.

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¿Cómo incluir estas vitaminas en la rutina diaria?

Un buen descanso empieza en el plato y bajo el sol. Tomar un desayuno con frutas ricas en vitamina C, elegir proteínas animales y vegetales para cubrir los requerimientos de vitamina B6, y dedicar algunos minutos al aire libre para sintetizar vitamina D generan un círculo positivo. Los pequeños cambios diarios se reflejan, noche a noche, en sensación de bienestar al despertar.

El sueño, más allá de ser una pausa, es el momento en el que el cuerpo repara y se recarga para el día siguiente. Priorizar estas vitaminas no es un lujo, sino una decisión inteligente para cuidar el estado físico y mental. El descanso profundo no es cuestión de suerte: es fruto de hábitos que cualquiera puede desarrollar, incluso desde hoy mismo.

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