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Salud

Este es el ejercicio que más aumenta la hormona de la saciedad y quita el hambre

Sentir hambre constante puede entorpecer cualquier intento por mantener un peso saludable. Esto sucede porque el cuerpo y el cerebro están conectados por una red de señales químicas que regulan cuándo comer y cuándo dejar de hacerlo. Entre ellas, las hormonas de la saciedad se llevan el protagonismo. Comprender cómo funciona la hormona de la saciedad, su impacto en el apetito y por qué ciertos ejercicios pueden elevar sus niveles se ha vuelto clave para quienes buscan controlar el peso de manera natural.

La ciencia detrás de la hormona de la saciedad y el hambre

Existen dos protagonistas principales: leptina y grelina. La leptina, conocida por muchos expertos como la hormona de la saciedad, se produce en las células de grasa y avisa al cerebro que ya comiste suficiente. Si la leptina sube, el hambre disminuye y abandonas el plato con satisfacción. Por otro lado, la grelina hace justo lo opuesto. Cuando el estómago está vacío, libera grelina para estimular el apetito y pedir más comida.

Diversos estudios en los últimos años muestran que el ejercicio físico puede modificar los niveles de ambas hormonas. Mantenerlas en equilibrio ayuda a controlar la ingesta calórica y apoya el manejo del peso. Si la leptina sube y la grelina baja tras el ejercicio, se puede experimentar menos hambre durante el día, facilitando mejores decisiones alimentarias. Además, la regulación del hambre se relaciona con la prevención de enfermedades metabólicas, la mejoría de la energía diaria y el bienestar emocional.

El ejercicio que más aumenta la hormona de la saciedad: el entrenamiento de alta intensidad

Las pruebas recientes apuntan al entrenamiento de alta intensidad, conocido como HIIT (High-Intensity Interval Training), como la mejor opción. Este método consiste en alternar períodos de actividad física intensa (como sprints, saltos o burpees a máxima velocidad) con pausas muy cortas para recuperarse. Todo esto se logra en rutinas de apenas 10 a 20 minutos.

El HIIT sobresale sobre el cardio moderado, el yoga e incluso el entrenamiento de fuerza tradicional porque aumenta la sensibilidad a la leptina y logra una mayor reducción de la grelina inmediatamente después del ejercicio, sobre todo en mujeres. Las investigaciones más recientes revelan que este efecto se nota especialmente en el descenso de la grelina acilada, la responsable directa de abrir el apetito. Quienes practican HIIT refieren menos sensación de hambre y una mayor capacidad para resistirse a los antojos tras el entrenamiento.

Un punto fuerte del HIIT es su versatilidad: no se necesita equipamiento sofisticado ni largas sesiones. Solo basta con alternar ejercicios como sentadillas, saltos y carreras en intervalos intensos y cortos. Además, aprovecharás más beneficios en menos tiempo, lo que convierte al HIIT en la alternativa más eficiente y poderosa para aumentar la hormona de la saciedad según los estudios de 2024 y 2025.

Foto Freepik

Beneficios del HIIT más allá de la saciedad

El HIIT no solo apoya el control del hambre. También acelera el metabolismo durante horas tras el ejercicio, lo que ayuda a quemar más calorías incluso en reposo. Este tipo de entrenamiento fortalece el sistema cardiovascular y mejora el rendimiento pulmonar. Muchas personas notan un aumento notable de energía, menos cansancio y mejor estado de ánimo al incluir el HIIT en su rutina semanal.

Por otro lado, se asocia a un mayor control de peso a largo plazo, ya que los efectos combinados en las hormonas y el gasto calórico diario ayudan a crear un entorno propicio para perder y mantener grasa corporal saludable. Incluso quienes antes no encontraban tiempo para entrenar descubren que el HIIT puede encajar en agendas apretadas, logrando resultados sobresalientes con solo 3 a 4 sesiones semanales.

Consejos prácticos para incorporar el HIIT y mejorar la saciedad

Sumar HIIT a la rutina diaria es sencillo y solo requiere compromiso. Se recomienda empezar con entrenamientos de 10 minutos, con cuatro o cinco intervalos de ejercicio intenso (por ejemplo, saltos o carreras en el lugar) y descansos breves de 30 a 60 segundos. A medida que el cuerpo se adapta, es posible añadir más rondas o aumentar la duración de cada intervalo.

La constancia es clave. Realizar el HIIT dos o tres veces por semana es suficiente para notar cambios en el apetito, la sensación de saciedad y la vitalidad. Es importante alternar diferentes ejercicios para mantener la motivación y trabajar varios grupos musculares.

Cada persona tiene un punto de partida distinto, por eso resulta fundamental escuchar al cuerpo, ajustar la intensidad y respetar los días de descanso. Quienes no han realizado actividad física recientemente deben comenzar con ejercicios de menor impacto y progresar paulatinamente. Siempre es aconsejable consultar con un profesional antes de cambiar de rutina, especialmente si se tienen condiciones médicas previas.

La combinación con una alimentación equilibrada, buen descanso nocturno y manejo del estrés amplifica los beneficios del HIIT en las hormonas de la saciedad.

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