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Salud

Este mal hábito durante las comidas aumenta el riesgo de cáncer de estómago en un 41%

El cáncer de estómago sigue siendo uno de los más mortales a nivel mundial. Se sabe que rara vez presenta síntomas en fases iniciales y, cuando avanza, suele estar muy desarrollado. Los hábitos alimenticios, muchas veces subestimados, pueden marcar una diferencia significativa en el desarrollo de este tipo de cáncer.

El efecto de la sal añadida a la mesa y el riesgo de cáncer de estómago

El sencillo gesto de añadir sal al plato justo antes de comer parece inocente. Sin embargo, la evidencia científica respalda que esto incrementa el riesgo de cáncer gástrico. Estudios extensos, como uno realizado en Reino Unido con más de 470,000 adultos seguidos por más de una década, demostraron que los individuos que añaden sal de forma habitual presentan cerca de un 40% más de probabilidades de padecer este cáncer respecto a quienes no adoptan esa costumbre.

Las cifras fueron similares entre países de Asia y Occidente, a pesar de las diferencias culturales y en los hábitos culinarios. Mientras la Organización Mundial de la Salud recomienda no exceder los 2 gramos de sodio al día, muchas poblaciones rebasan ampliamente esta cantidad.

Hallazgos clave de estudios recientes sobre el consumo de sal

La investigación epidemiológica más robusta sobre este tema reveló una relación directa entre la frecuencia con la que se añade sal en la mesa y el riesgo de sufrir cáncer gástrico. El análisis de datos mostró que la excreción de sodio en la orina, indicador del consumo real de sal, guarda una relación positiva con este hábito.

Los estudios también demostraron que la ingesta elevada de alimentos salados (como carnes curadas, encurtidos y productos procesados) elevan aún más el riesgo, ya que promueven procesos inflamatorios crónicos y daño persistente en el revestimiento del estómago.

Impacto de la sal sobre las células gástricas y el papel de Helicobacter pylori

El exceso de sal daña la mucosa gástrica, volviéndola más vulnerable a lesiones. Este daño facilita la colonización del estómago por la bacteria Helicobacter pylori, reconocida por la OMS como uno de los principales agentes carcinógenos gástricos. La sal, en cantidades elevadas, parece activar genes bacterianos que vuelven a la bacteria más agresiva y resistente. El resultado es una mayor inflamación, gastritis crónica, formación de compuestos nitrosos carcinógenos y un entorno propicio para la transformación maligna de las células.

A largo plazo, el consumo excesivo de sal conduce a lesiones precancerosas, como la gastritis atrófica y la metaplasia intestinal. Todo esto crea un camino silencioso, pero firme, hacia el cáncer gástrico.

Diferencias entre sal añadida, sal utilizada en la cocción y otros alimentos salados

No toda la sal afecta igual al organismo. La sal añadida en la mesa se absorbe rápidamente y en grandes cantidades, lo que intensifica el daño a corto plazo. Cuando se utiliza sal en la cocción, una parte se pierde o se diluye con el agua y los ingredientes, por lo que su impacto metabólico es menor.

Por otro lado, los alimentos ultraprocesados, muy habituales en dietas modernas, contienen sal “oculta”, lo que sube el consumo diario sin que la persona lo perciba. Sin embargo, el acto de salar la comida justo antes de consumirla expone directamente la mucosa gástrica a concentraciones puntuales y elevadas de sodio, un factor decisivo para el desarrollo del cáncer gástrico.

Foto Freepik

Otros factores que favorecen el cáncer de estómago y cómo prevenirlo

El cáncer gástrico es una enfermedad compleja, influenciada tanto por el estilo de vida como por componentes genéticos y ambientales. Conocer estos factores y aplicar medidas sencillas puede reducir mucho el riesgo.

Factores modificables: dieta, tabaco, alcohol y otros riesgos ambientales

Fumar multiplica por dos el riesgo de cáncer de estómago. El tabaco contiene compuestos que favorecen la inflamación y potencian el daño celular causado por el exceso de sal y la infección por Helicobacter pylori.

El consumo habitual de alcohol promueve el daño a la mucosa digestiva y altera la capacidad de reparación celular. A ello se suma la obesidad, que influye negativamente en los sistemas inmunológico y hormonal del organismo.

Una dieta baja en vegetales y frutas, y alta en productos procesados, refuerza el círculo de riesgo. La falta de antioxidantes naturales disminuye la defensa frente al daño oxidativo que puede causar la aparición y desarrollo de células malignas en el estómago.

Influencia de la genética y otros factores no modificables

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No todas las personas presentan el mismo nivel de riesgo. La edad es clave: la incidencia del cáncer gástrico crece de forma marcada a partir de los 60 años. Las personas con antecedentes familiares, sobre todo si un familiar de primer grado ha padecido esta enfermedad, deben prestar especial atención a sus hábitos y realizar chequeos médicos regulares.

Algunas variantes genéticas relativas a la reparación del ADN o a los mecanismos inflamatorios, como la mutación del gen CDH1, incrementan la susceptibilidad. Incluso el grupo sanguíneo A ha mostrado una mayor predisposición en diversos estudios clínicos internacionales.

Recomendaciones prácticas para reducir el riesgo de cáncer gástrico

Los cambios cotidianos y sostenibles en la alimentación y el estilo de vida ofrecen una protección poderosa frente al cáncer gástrico. Cocinar sin sal, controlar el etiquetado de los productos, y priorizar el uso de especias, hierbas y jugos cítricos para potenciar los sabores, ayuda a reducir notablemente el consumo de sodio.

El incremento en la ingesta de vegetales frescos, como el brócoli (rico en sulforafano), así como frutas y legumbres, introduce antioxidantes y fitoquímicos capaces de proteger la mucosa gástrica. Los probióticos contribuyen a mantener un ecosistema bacteriano saludable, lo que resulta útil para limitar el daño celular y equilibrar la respuesta inmunitaria local.

La erradicación de Helicobacter pylori mediante el diagnóstico oportuno y el tratamiento antibiótico reduce casi a la mitad el riesgo de cáncer gástrico en poblaciones de alto riesgo. Mantener un peso saludable, evitar el consumo de tabaco y alcohol, y acudir al médico ante síntomas digestivos inusuales completa el enfoque preventivo.

Adoptar estas estrategias no solo disminuye las probabilidades de cáncer gástrico, sino que también favorece una mejor digestión y calidad de vida. Cambios pequeños pero constantes logran proteger, a largo plazo, la salud del estómago de toda la familia.

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