Esto es lo que los olores corporales pueden revelar sobre tu estado de salud
El olor corporal va más allá de la higiene y el desodorante diario. Científicos están descubriendo que los olores pueden ofrecer pistas cruciales sobre la salud antes incluso de aparecer síntomas notorios. Distintas enfermedades alteran la química del cuerpo, liberando compuestos que producen aromas peculiares.

Cómo se originan los olores corporales y qué pueden decir sobre la salud
El cuerpo humano produce olores en un proceso donde participan la piel, el sudor y los microorganismos que viven en ella. El sudor por sí solo no suele oler, pero al mezclarse con bacterias y hongos que descomponen ácidos grasos y proteínas, surgen nuevos compuestos olorosos.
Estos aromas se deben principalmente a compuestos orgánicos volátiles (COV). Los COV son sustancias químicas que se evaporan fácilmente y pueden detectarse en el sudor, el aliento o la orina. Son el resultado de procesos metabólicos internos o de la interacción de la piel con microbios. Cuando una persona enferma, su metabolismo cambia y, con ello, el perfil químico del cuerpo. Esto puede provocar la aparición de olores atípicos dependiendo de la patología.
Por ejemplo, ciertas infecciones alteran la microbiota cutánea, lo que da lugar a fragancias nuevas. Otro caso típico es cuando una enfermedad afecta la función del hígado o los riñones y se acumulan sustancias que se excretan cambiando el olor del aliento o la orina.
Compuestos orgánicos volátiles y biomarcadores olfativos
La medicina comienza a fijarse en los compuestos orgánicos volátiles como marcadores de enfermedades. Existen miles de COV distintos en la piel humana, pero investigaciones recientes han descubierto que algunas enfermedades producen patrones exclusivos.
En el caso de la enfermedad de Parkinson, los científicos han identificado alrededor de 30 COV que cambian sistemáticamente en personas afectadas. Muchos son lípidos y ácidos grasos de cadena larga. Esto se relaciona con un metabolismo lipídico anormal, lo cual es una de las características de la enfermedad. El exceso de estos lípidos se expulsa a través de la piel y puede detectarse con métodos científicos de análisis.
Esto no se limita al Parkinson. La presencia de aldehídos específicos se ha vinculado a pacientes con malaria, que emiten un olor “afrutado y herbáceo” en la piel. Otras afecciones, como el cáncer, también alteran la composición de los COV, permitiendo su detección precoz si se observa el perfil correcto.

Olores característicos asociados a enfermedades
Ciertas enfermedades generan olores tan peculiares que incluso personas sin entrenamiento médico pueden reconocerlos.
- En diabetes, especialmente durante episodios graves de hipoglucemia o cetoacidosis, la respiración adquiere un aroma a manzanas podridas por el aumento de cetonas.
- La insuficiencia renal puede manifestarse con un olor a amoníaco, orina o pescado en el aliento, consecuencia de la acumulación de compuestos nitrogenados.
- Las enfermedades hepáticas suelen hacer que el aliento o la orina huelan a humedad, azufre o huevos podridos.
- En el caso de enfermedad de Parkinson, un olor almizclado y graso, a veces descrito como “grasa rancia”, se encuentra en la piel y el cuero cabelludo, visible antes de que se desarrollen los síntomas motores.
También se conocen otras señales. Por ejemplo, la malaria puede producir un olor que atrae a los mosquitos con mayor intensidad, y ciertas infecciones intestinales dan a las heces un olor dulce inusual.
Tecnología y métodos para detectar enfermedades a través del olor corporal
La detección de enfermedades por el olor ha encontrado un nuevo renacimiento, pasando de la observación humana al uso de dispositivos avanzados. Un caso excepcional es el de Joy Milne, una mujer escocesa con hipersensibilidad olfativa que detectó el inicio del Parkinson en su esposo por el cambio de su olor corporal. Desde entonces, equipos científicos colaboran con personas como Joy para identificar y clasificar estos aromas con precisión.
No solo personas, también perros han demostrado una habilidad fuera de serie para reconocer olores producidos por enfermedades como cáncer, diabetes o incluso infecciones antes de que sean evidentes los síntomas. La ciencia ha comprobado que algunos caninos pueden identificar el cáncer de próstata en la orina con una tasa de acierto superior al 95%.
Narices electrónicas y sensores biomédicos
Inspirados en estos hallazgos, los investigadores han desarrollado narices electrónicas y sensores biomédicos que recopilan y analizan las señales químicas del cuerpo. Estas herramientas emplean técnicas como la cromatografía de gases y la espectrometría de masas, capaces de separar y pesar con precisión los compuestos en muestras de sudor, aliento o sebo.
Lo innovador es que estos dispositivos pueden integrarse con inteligencia artificial para analizar patrones complejos en las mezclas de compuestos. El aprendizaje automático permite distinguir entre perfiles olorosos de personas sanas y enfermas, facilitando una detección rápida, no invasiva y potencialmente aplicable de forma masiva.
Algunos aparatos utilizan incluso receptores olfativos cultivados en laboratorio para imitar la sensibilidad humana o canina, mejorando la identificación de enfermedades en diferentes fases. Con esta aproximación, es posible desarrollar pruebas que no requieren agujas ni procedimientos invasivos. El objetivo es que un simple hisopo de piel, una muestra de aliento o incluso una camiseta usada pueda ser suficiente para iniciar un diagnóstico.
La importancia de la observación sensorial en la medicina preventiva
La tecnología avanza con paso firme, pero la observación humana sigue siendo valiosa. Históricamente, médicos y familiares detectaban cambios en los olores del cuerpo para intuir enfermedades. El caso de Joy Milne ha demostrado que, en combinación con métodos científicos, el olfato humano puede acelerar el estudio y validación de nuevos biomarcadores.
Actualmente, la medicina preventiva busca un equilibrio entre el uso de sensores electrónicos y la percepción sensorial clínica. Entrenar la observación y educar a la población sobre la importancia de prestar atención a los cambios olfativos puede resultar en detección más temprana, mejor seguimiento de enfermedades crónicas y reducción de diagnósticos tardíos.
