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Sexo y relaciones

Estos trastornos sexuales están relacionados con el cáncer: problemas de erección, sequedad, dolor

El diagnóstico de cáncer trae consigo una gran cantidad de cambios, tanto físicos como emocionales. Entre estos, los problemas sexuales se presentan como un desafío poco mencionado, pero tremendamente frecuente. La sexualidad afecta mucho más que el cuerpo; involucra autoestima, vínculos y la calidad de vida a largo plazo.

El impacto de la enfermedad y los tratamientos médicos no solo puede transformar la imagen corporal, sino también crear distancias emocionales en la pareja, dificultando la recuperación en todos los sentidos. Hablar de sexualidad en el cáncer no es un lujo, sino una necesidad.

Cuando el cáncer y su tratamiento afectan la sexualidad

El cáncer, junto con sus tratamientos, puede alterar de manera significativa la función sexual. Muchas personas descubren estos efectos recién cuando aparecen y la mayoría no espera que la sexualidad sea un tema central durante la enfermedad, pero pronto lo experimentan.

Son frecuentes los problemas de erección, la sequedad vaginal y el dolor durante las relaciones. El cuerpo cambia, y con él cambian también las sensaciones y la respuesta sexual. La cirugía, la quimioterapia, la radioterapia y la hormonoterapia dejan huellas directas e indirectas en los órganos sexuales y en el deseo.

Vale destacar que estos efectos varían según el tipo de cáncer, la edad y el tipo de tratamiento utilizado. El impacto emocional y social también cuenta, muchas veces amplificando los síntomas físicos.

El lado físico: problemas comunes y su origen

La mayoría de los tratamientos oncológicos producen efectos secundarios sobre la función sexual. En los hombres, los problemas de erección suelen tener origen en daños a los nervios o vasos sanguíneos, especialmente después de operaciones prostáticas, de vejiga, recto o testículos. Puede presentarse una disminución en la firmeza, dificultad para mantener la erección o, en algunos casos, ausencia de eyaculación.

En las mujeres, la sequedad vaginal se ve intensificada por los cambios hormonales provocados por la quimioterapia y la hormonoterapia. También pueden aparecer dolores durante la penetración, fatiga y pérdida de sensibilidad. A veces la cirugía genera cicatrices o cambios en la anatomía que dificultan el placer sexual o generan molestias.

Estos cambios no son leves ni pasajeros para muchos pacientes. Más del 60% vive algún tipo de disfunción sexual de media a larga duración. La intensidad puede variar, pero es común que la recuperación se demore meses o incluso años.

Cambios hormonales, deseo sexual y placer

El deseo sexual suele disminuir durante los tratamientos, tanto por el desgaste físico como por los cambios hormonales. La reducción de testosterona en hombres —producto de la cirugía o la terapia hormonal— desencadena desinterés o dificultad para excitarse. En las mujeres, la caída estrogénica causa sequedad, atrofia y, en ocasiones, molestias similares a una menopausia adelantada.

La consecuencia más palpable es la pérdida del apetito sexual, pero también se observan alteraciones en la respuesta sexual. Algunas personas pierden la capacidad de alcanzar el orgasmo o encuentran que las caricias ya no producen el placer de antes. Otros experimentan dolor, miedo o incomodidad, sostenidos por la imagen corporal dañada o la ansiedad respecto al rendimiento.

El dolor y la incomodidad: un obstáculo real

La presencia de dolor durante el sexo (dispareunia) limita naturalmente la frecuencia y la calidad de las relaciones. La cicatrización interna tras determinadas cirugías pélvicas puede provocar molestias persistentes. El daño a terminaciones nerviosas en el área genital reduce la sensibilidad y, en ocasiones, produce sensaciones nuevas y desagradables.

Estos dolores no solo modifican el acto sexual, sino que pueden generar temor a intentarlo, creando un círculo vicioso de evitación y distancia en la pareja. El cansancio acusado y los problemas de sueño, frecuentes en pacientes oncológicos, dificultan también el interés y la disponibilidad emocional.

Foto Freepik

El rol de la imagen corporal y la autoestima

El proceso oncológico transforma el cuerpo, a veces de forma irreversible. La pérdida de mamas tras una mastectomía, cicatrices abdominales, ostomías o pérdida de cabello generan un impacto profundo en la percepción de atractivo personal. Enfrentarse a este “nuevo cuerpo” puede causar rechazo, vergüenza o desconexión.

La imagen distorsionada de uno mismo y el temor al rechazo aumentan la barrera a la intimidad. El apoyo psicológico juega un papel clave, ayudando a integrar estos cambios y recuperar la confianza dentro y fuera del dormitorio.

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La atención de los problemas sexuales en pacientes con cáncer necesita una visión integral. Se recomienda un enfoque multidisciplinario, en el cual médicos, sexólogos, fisioterapeutas y psicólogos trabajen en conjunto para abordar tanto los síntomas físicos como los emocionales.

Las soluciones pueden incluir:

  • Uso de lubricantes y cremas hidratantes para combatir la sequedad.
  • Terapia hormonal sustitutiva en casos muy seleccionados.
  • Rehabilitación peneana y ejercicios de suelo pélvico.
  • Apoyo psicológico para reconstruir la autoestima y facilitar la comunicación en la pareja.

La comunicación abierta y la educación son fundamentales. Romper el tabú alrededor de la sexualidad en el cáncer ayuda a los pacientes y sus parejas a encontrar alternativas, adaptarse a los cambios y mantener una vida sexual saludable.

El estigma y el silencio: el gran enemigo invisible

Hablar de sexualidad en el entorno clínico sigue siendo una rareza. Muchos pacientes no se animan a plantearlo por vergüenza, desconocimiento o miedo a ser juzgados. El personal sanitario, a veces por falta de tiempo o formación, tampoco lo aborda de forma proactiva.

Este tabú amplifica el sufrimiento. El silencio refuerza la creencia de que estos problemas son secundarios o inevitables, cuando en realidad existe ayuda disponible. Superar este obstáculo es tan importante como tratar el propio cáncer.

La sexualidad también es salud

Cuidar la sexualidad durante y después del cáncer no es un tema superficial ni opcional; se trata de bienestar integral. Atender los trastornos sexuales mejora la calidad de vida, la autoestima y las relaciones, contribuyendo a una recuperación más completa y sostenible.

Reconocer los efectos del cáncer y sus tratamientos sobre la vida sexual es el primer paso para superarlos. Buscar apoyo profesional y hablar abiertamente ayuda a transformar la incomodidad y el miedo en conocimiento, resiliencia y nuevas formas de acercamiento. La sexualidad, con sus desafíos, sigue siendo parte esencial de la vida tras el cáncer.

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