Herpes genital en hombres: cómo reconocerlo y tratarlo
El herpes genital es una de las infecciones de transmisión sexual más frecuentes en hombres. Afecta la salud íntima y puede causar molestias físicas y emocionales. Reconocer sus síntomas a tiempo permite reducir complicaciones y evitar la transmisión a otras personas.

Síntomas y manifestaciones del herpes genital en hombres
El herpes genital se presenta con diferentes síntomas que varían en intensidad según la etapa de la infección. En los primeros días después del contagio, el virus puede provocar fiebre, dolor y sensación de malestar general. Se distinguen por la aparición de pequeñas ampollas rojas llenas de líquido sobre el glande, el prepucio, alrededor de los testículos e incluso en los muslos o glúteos. Estas ampollas suelen romperse y dejan pequeñas úlceras dolorosas que más tarde forman costras antes de sanar por completo.
Además de las lesiones visibles, pueden observarse ganglios inflamados en la ingle, ardor, picazón y sensación de quemazón en las zonas afectadas. En ocasiones, la infección va acompañada de molestias similares a la gripe, como cansancio, dolores musculares o dolor de cabeza. El herpes genital puede permanecer latente durante mucho tiempo y reactivarse en momentos de baja inmunidad, dando lugar a nuevas lesiones. Aunque las lesiones visibles aumentan el riesgo de contagio, el virus también se transmite sin síntomas a través de secreciones o contacto íntimo.
Cómo reconocer una infección primaria y las recidivas
El primer episodio de herpes genital, conocido como infección primaria, suele ser más intenso y prolongado. El hombre puede notar la formación rápida de vesículas o ampollas, que se agrupan y causan dolor considerable. Tras la rotura de estas ampollas, surgen úlceras que pueden tardar de 7 a 14 días en sanar, acompañadas de fiebre, malestar y ganglios dolorosos.
Con el paso del tiempo, suelen presentarse recurrencias menos intensas, en las que el número de ampollas y la duración de los síntomas disminuyen. Las crisis pueden empezar con una leve sensación de hormigueo o picazón antes de que aparezcan nuevas lesiones. Aun así, el virus permanece en el cuerpo, preparado para reactivarse en circunstancias propicias.
Factores que desencadenan las crisis
El herpes genital tiene la capacidad de persistir en estado latente en las células nerviosas. Factores como el estrés, el cansancio extremo o una baja en las defensas inmunológicas pueden hacer que el virus se reactive. Por ejemplo, situaciones de angustia mental, falta de descanso, enfermedades intercurrentes o una dieta poco balanceada favorecen la reaparición de las lesiones.
La prevención de los brotes incluye llevar un estilo de vida saludable, descansar lo suficiente y reducir el estrés. El autocuidado diario fortalece el sistema inmunológico y ayuda a espaciar las recurrencias, logrando una mejor calidad de vida y mayor control sobre la infección.

Diagnóstico y opciones terapéuticas para el herpes genital masculino
Reconocer el herpes genital requiere tanto la observación de los síntomas clásicos como la realización de pruebas específicas. El diagnóstico lo confirma el médico con la inspección clínica de las lesiones y, en caso necesario, con pruebas de laboratorio. Se suelen tomar muestras del líquido de las ampollas para realizar estudios como la PCR, que detecta la presencia del virus con gran precisión. Alternativamente, el análisis de sangre puede identificar anticuerpos frente al virus del herpes simple.
El enfoque terapéutico está orientado a reducir la duración y severidad de los síntomas y minimizar el riesgo de transmisión. Los tratamientos antivirales, como aciclovir, valaciclovir y famciclovir, se recetan para frenar la multiplicación del virus durante las crisis. Estos medicamentos pueden tomarse por vía oral o aplicarse localmente según la gravedad del cuadro. Tomar la medicación desde los primeros signos de un brote aumenta la eficacia para cortar la evolución del episodio.
En algunas personas con episodios frecuentes, el médico puede recomendar un tratamiento antiviral continuado a bajas dosis. Esta estrategia ayuda a limitar la frecuencia de las recurrencias y reduce la posibilidad de contagiar a la pareja, lo que proporciona mayor seguridad y tranquilidad.
Manejo con antivirales y medidas de prevención
El aciclovir, el valaciclovir y el famciclovir son los antivirales de referencia. Ayudan a que los síntomas desaparezcan antes y alivian el dolor, el escozor y la inflamación. Son especialmente efectivos si se administran en cuanto aparecen las primeras señales de picazón o molestias. Se recomienda que quienes ya han sido diagnosticados tengan siempre a mano el antiviral para actuar sin demora ante los primeros síntomas.
El uso del condón, aunque no elimina completamente el riesgo, sí lo reduce de manera significativa. Es fundamental mantener una comunicación honesta con la pareja sobre la condición y las precauciones durante las relaciones sexuales. Esto protege tanto al portador como a su compañero o compañera, y contribuye a romper el estigma que rodea a esta infección.
Manejar el herpes genital implica aceptar su cronocidad, adoptar hábitos de autocuidado y acudir al médico ante la duda o aparición de nuevas lesiones. Evitar prácticas sexuales durante los brotes activos y cuidar la higiene personal favorece la recuperación y minimiza molestias.
La prevención de nuevos episodios se refuerza al evitar factores desencadenantes como el estrés y la fatiga crónica. Un entorno de apoyo y la información clara brindan confianza para sobrellevar la infección sin miedo ni aislamiento. La vida sexual y la salud afectiva pueden mantenerse plenas, apostando por la responsabilidad y la empatía.