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Hombre se amputa las piernas para poder cobrar seguro millonario: el oscuro trasfondo del fraude

El fraude en seguros no es un delito nuevo, pero la creatividad y el extremo al que algunas personas están dispuestas a llegar ha sorprendido al mundo. En los últimos años, han salido a la luz casos impactantes de individuos que se han amputado las piernas para intentar cobrar indemnizaciones millonarias. Este fenómeno, lejos de ser un hecho aislado, refleja la alarmante tendencia de fraude de seguros que crece en todo el planeta, impulsando más controles y sofisticación en la detección y en la respuesta de las aseguradoras.

El caso de la amputación para cobrar el seguro

En marzo de 2024 se conoció el caso extremo de un joven taiwanés, Zhang, que se sumergió en hielo seco durante más de diez horas con el objetivo de provocarse lesiones graves y simular un accidente de congelación. Su meta era cobrar más de 1,3 millones de dólares en pólizas de seguro contratadas poco antes. La evidencia encontrada incluyó fotografías, registros de pólizas y el cubo de plástico utilizado, elementos que desenmascararon la naturaleza premeditada del acto. En paralelo, su compañero, Liao, ayudó en la planeación y ejecución, buscando también una ganancia económica.

En Reino Unido, el reputado cirujano vascular Neil Hopper fue acusado de incitar la autolesión grave con la intención de reclamar indemnizaciones por más de 466,000 libras esterlinas. Hopper no solo realizó estas acciones, sino que alentó a otros a hacerlo, recurriendo a la compra de contenidos gráficos de mutilaciones y aplicando su conocimiento médico para diseñar fraudes difíciles de detectar. Además de la evidencia digital y médica, la investigación reveló un patrón de comportamiento planificado, con documentos, dispositivos y grabaciones como prueba.

Ambos casos acabaron con la detención de los implicados, la confiscación de documentos y la incautación de pruebas electrónicas. En cada uno, las inconsistencias médicas y meteorológicas fueron clave para descubrir la verdad, desmontando las coartadas construidas por los involucrados.

Premeditación y ejecución del fraude

La planificación detallada fue determinante en estos fraudes. En el caso de Taiwán, Zhang adquirió hielo seco y se sumergió varias horas para provocar lesiones tan severas que justificaran una amputación, todo con el fin de simular un accidente inverosímil debido a las temperaturas habitualmente cálidas del país. Antes del acto, contrató numerosas pólizas de seguro a corto plazo y documentó su proceso, guardando fotos y registros para presentar como supuesto respaldo ante las aseguradoras.

El cirujano británico Neil Hopper, por su parte, utilizó su experiencia profesional para manipular escenarios médicos y construir reclamaciones sólidas. No solo se autolesionó, sino que también incitó a terceras personas, mostrando una marcha sistemática y calculada para explotar lagunas en los procedimientos de reclamación de seguros.

El común denominador en ambos episodios fue la búsqueda de un accidente creíble, con documentación exhaustiva para sostener la versión del hecho ante cualquier auditoría. Sin embargo, el exceso de registros y la falta de lógica en las circunstancias finalmente jugaron en su contra, alimentando la sospecha de los peritos y las autoridades.

La detección forense y la respuesta de las autoridades

La revelación de estos fraudes fue posible gracias al trabajo conjunto de peritos médicos, auditorías digitales y seguimiento policial. En Taiwán, los especialistas médicos notaron que las lesiones de congelación no eran congruentes con las condiciones climáticas del país. El análisis de datos meteorológicos, sumado al hallazgo del hielo seco, desmanteló la versión de un accidente fortuito. La policía confiscó teléfonos, fotografías y pólizas de seguro, reforzando la prueba de la premeditación.

En Reino Unido, la investigación policial abarcó la revisión de documentos de seguro, la recuperación de archivos electrónicos, y la identificación de patrones de conducta. Hopper, tras su detención, fue suspendido de su cargo en el NHS británico hasta la resolución judicial. Las unidades especializadas identificaron transferencias de fondos, conexiones con plataformas de contenido extremo y comunicaciones que demostraron el fin último de las amputaciones.

La coordinación entre aseguradoras y fuerzas de seguridad resultó vital, pues la correcta integración de análisis técnicos, evidencia documental y reconocimiento de patrones permitió desarticular ambos fraudes, evitando el pago de indemnizaciones y frenando la expansión de estas prácticas. Técnicas como el análisis de big data, revisión forense y el empleo de expertos en conducta delictiva han elevado el estándar en la lucha contra el fraude en seguros.

Foto Freepik

Fraude de seguros: dimensión y respuesta global

El fraude en seguros es una de las mayores amenazas para el sector financiero global, alcanzando cifras alarmantes. Los tipos de fraude más comunes abarcan desde la inflación intencionada de reclamaciones y la tergiversación de hechos, hasta la simulación de robos, accidentes o lesiones. Sectores como la salud, accidentes laborales y automóviles están especialmente expuestos por la cantidad y complejidad de sus reclamaciones.

La globalización y la digitalización han dado lugar a prácticas fraudulentas más sofisticadas, como el uso de deepfakes para inventar lesiones, manipulación de documentos electrónicos, y organización de redes criminales transnacionales. Los intentos de fraude afectan tanto a grandes corporaciones como a particulares, obligando a implementar estrategias de control cada vez más complejas y exigentes.

Cifras y consecuencias económicas del fraude

Las pérdidas directas e indirectas por fraude en seguros superan los 308 mil millones de dólares anuales, solo en Estados Unidos el monto anual asciende a 309 mil millones, según estimaciones de la Coalición contra el Fraude. En el sector automovilístico, el fraude genera pérdidas por más de 29 mil millones de dólares al año, mientras que en salud se calcula entre 68 y 300 mil millones. Europa y Asia presentan cifras similares, y el nivel de sofisticación de los fraudes crece cada año.

El impacto económico trasciende a todo el sector y se traslada a los consumidores con el aumento de primas y servicios más restrictivos. El fraude en seguros también propicia la desconfianza, dificulta las verdaderas reclamaciones de quienes han tenido accidentes legítimos y erosiona la credibilidad de los sistemas de cobertura.

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Los datos actuales muestran que tras la pandemia de COVID-19, el fraude de seguros ha crecido más de un 60%, marcando una tendencia al alza y evidenciando la necesidad de respuestas más duras por parte de la industria y los gobiernos nacionales.

Herramientas y desafíos en la detección del fraude

La lucha contra el fraude de seguros se ha apoyado en inteligencia artificial, análisis predictivo y gestión avanzada de datos. Herramientas tecnológicas permiten rastrear grandes volúmenes de información en tiempo real, identificando patrones y marcando reclamaciones sospechosas. Se utilizan bases de datos de vehículos, verificaciones de identidad y análisis meteorológicos forenses para cotejar hechos y descartar incoherencias.

Las unidades especializadas dentro de compañías de seguros y cuerpos policiales trabajan con metodologías modernas, pero aún enfrentan desafíos importantes. La calidad de los datos, los recursos limitados para TI y la rapidez con la que evolucionan los métodos fraudulentos limitan la efectividad de la prevención.

En el ámbito internacional, la fragmentación de información, la disparidad de recursos y la falta de interoperabilidad entre países dificultan el combate frontal al fraude. Sin embargo, el fortalecimiento de la formación, la cooperación institucional y la apuesta por innovaciones accesibles marcan el futuro de la protección contra el fraude, con el objetivo de reducir pérdidas y mejorar la confianza en los sistemas de aseguramiento.

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