La píldora anticonceptiva es clasificada como cancerígena por la OMS… pero no por las razones que te imaginas

La noticia sobre la píldora anticonceptiva y su clasificación como cancerígena por la OMS suele causar inquietud. Las redes sociales alimentan el debate con comparaciones poco precisas entre anticonceptivos, tabaco o alcohol. La realidad es más compleja de lo que sugiere un simple titular. Lo que pocos cuentan es que esta clasificación se basa en el nivel de evidencia científica, no en el grado de peligro. Además, existen matices relevantes y múltiples beneficios asociados con el uso de anticonceptivos hormonales que a menudo se ignoran.
Cuando se estudian los datos y se consulta a expertos, queda claro que la conversación sobre riesgos y ventajas no puede reducirse a una afirmación simplista.
¿Por qué la OMS clasifica la píldora anticonceptiva como cancerígena?
La Organización Mundial de la Salud utiliza el sistema del Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (CIIC) para clasificar sustancias. Este sistema organiza los agentes según la fuerza de la evidencia que demuestra su capacidad para causar cáncer en humanos. El Grupo 1 agrupa a los productos con pruebas científicas sólidas de carcinogenicidad. Desde 2005, las píldoras anticonceptivas combinadas (que incluyen estrógeno y progestágeno sintéticos) están en esta categoría.
No significa que la píldora sea igual de peligrosa que sustancias como el tabaco o el amianto, que se encuentran en el mismo grupo. Sólo indica que existe suficiente respaldo científico para afirmar que puede causar cáncer bajo ciertas condiciones. Los estudios recientes muestran que usar estos anticonceptivos por varios años se asocia con un aumento relativo del 20 a 30% en el riesgo de cáncer de mama en mujeres usuarias, especialmente mientras se usan y hasta 10 años después de dejar de tomarlos.
¿Cómo actúan las hormonas sintéticas en el cuerpo?
Las hormonas sintéticas presentes en las píldoras anticonceptivas funcionan imitando el ciclo menstrual natural, pero su exposición crónica altera partes sensibles del cuerpo. El estrógeno y el progestágeno pueden estimular la multiplicación celular en tejidos como el pecho o el cuello del útero. En ciertos contextos, este estímulo puede favorecer el desarrollo de células anormales y, con el tiempo, aumentar la probabilidad de que aparezca un tumor. Es un efecto comparable a correr cada día: en la mayoría de ocasiones ayuda a fortalecer, pero si existe una lesión previa, puede agravarla.
El nivel de impacto depende de dosis, duración del uso, edad de la mujer y antecedentes familiares. Por eso los riesgos varían considerablemente entre personas. Aun así, el riesgo absoluto para la mayoría sigue siendo bajo.
Qué tipo de riesgos concretos existen para la salud
Los científicos coinciden en que, aunque el aumento del riesgo absoluto de cáncer de mama es pequeño, el uso prolongado de la píldora puede elevar la incidencia en mujeres con factores predisponentes. Además, el cáncer de cuello uterino también aparece con mayor frecuencia en quienes han usado anticonceptivos orales durante cinco años o más, especialmente si existen infecciones persistentes de VPH.
De manera adicional, los métodos hormonales orales pueden incrementar la posibilidad de sufrir trombosis, hipertensión y problemas cardiovasculares en algunas personas, sobre todo aquellas mayores de 35 años o con antecedentes de enfermedades asociadas. Sin embargo, los controles regulares y la selección adecuada del método permiten reducir significativamente estas complicaciones.

Beneficios y matices: no todo es blanco o negro
A pesar de que la clasificación del CIIC ha generado alarma, los efectos de la píldora anticonceptiva en la salud no son sólo negativos. De hecho, tomarla con regularidad aparece relacionado con una reducción importante de algunos tipos de cáncer y con otras ventajas relevantes para la salud integral de la mujer.
El uso racional y supervisado puede marcar la diferencia, evitando riesgos innecesarios y aprovechando los efectos positivos del método.
Reducción del riesgo en otros tipos de cáncer
Diversos estudios han comprobado que las anticonceptivas combinadas reducen hasta en un 50% el riesgo de cáncer de ovario y endometrio tras varios años de uso. Este efecto protector se mantiene incluso una década después de dejar de tomarlas. También se ha observado una menor incidencia de cáncer colorrectal en usuarias de largo plazo.
Estos beneficios resultan especialmente significativos en mujeres con predisposición genética a estos tumores o antecedentes familiares fuertes. En algunos casos, el ahorro de muertes asociado con la prevención de cánceres supera el posible aumento de riesgo de cáncer de mama.
Otras ventajas y criterios para elegir método anticonceptivo
Más allá del cáncer, la píldora anticonceptiva contribuye a controlar síntomas como los dolores menstruales intensos, el sangrado excesivo y algunas alteraciones hormonales. Permite planificar la maternidad de manera segura y puede mejorar la calidad de vida en etapas específicas.
Elegir el método anticonceptivo ideal depende del perfil de cada persona: edad, antecedentes familiares, historial de trombosis, hipertensión, tabaquismo, existencia de migrañas o condiciones autoinmunes. Para algunas, resulta aconsejable evitar los anticonceptivos hormonales combinados; en esos casos, existen alternativas seguras como los métodos de barrera, el DIU de cobre o los anticonceptivos sin estrógenos.
Las consultas regulares con especialistas y el diálogo abierto permiten adaptar la mejor estrategia contraceptiva, minimizando riesgos y maximizando beneficios según cada caso.