Las 4 bebidas alcohólicas que más afectan al estómago
El consumo de alcohol es una práctica extendida, pero pocas personas piensan en el efecto que puede tener sobre el estómago. Algunas bebidas pueden ser más peligrosas que otras y es importante conocerlas para evitar daños mayores.

Impacto del alcohol en la salud digestiva
El alcohol afecta la mucosa gástrica al irritarla y dañar su estructura. Esto puede aumentar la producción de ácido gástrico, lo que favorece la aparición de inflamación, gastritis e incluso úlceras. El consumo prolongado debilita las defensas naturales del estómago y puede alterar el ritmo normal de los movimientos digestivos, lo que se traduce en molestias como diarrea, estreñimiento o distensión. Estos cambios alteran la microbiota intestinal, incrementan la probabilidad de infecciones y reducen la absorción de nutrientes vitales, como las vitaminas del grupo B. Un desequilibrio continuo abre la puerta a enfermedades más graves, incluyendo cirrosis y cáncer gástrico. Moderar el consumo, tanto en cantidad como en frecuencia, es indispensable para proteger la salud.
Las cuatro bebidas alcohólicas más dañinas para el estómago
Vodka
El vodka suele tener una de las graduaciones alcohólicas más altas, con valores que rondan los 40 grados. Esta concentración tan elevada lo convierte en una bebida muy agresiva para el estómago. El vodka es pobre en nutrientes, pero abundante en azúcares y calorías, lo que sobrecarga aún más el sistema digestivo. Al llegar al estómago, el etanol puede irritar la mucosa y aumentar la liberación de ácido, favoreciendo la aparición de quemazón, náuseas e incluso úlceras. Al ser una bebida habitual en la mezcla con bebidas energizantes o refrescos azucarados, su efecto dañino se multiplica. Las bebidas energéticas elevan la carga estimulante y pueden causar insomnio, además de potenciar la deshidratación y la agresión gástrica. Esta combinación representa un riesgo importante para quienes la consumen regularmente.
Ron
El ron se obtiene de la fermentación y destilación de la caña de azúcar, lo que le da un perfil particularmente dulce y un alto contenido de alcohol. Esta mezcla no solo incrementa las calorías por copa, también multiplica el daño potencial para el estómago. El abuso de ron puede derivar en inflamación, distensión abdominal y dolor gástrico, problemas que se agravan cuando se consume en forma de cócteles combinados con refrescos. La alta cantidad de azúcares y alcohol promueve un entorno donde la mucosa gástrica se daña con mayor facilidad, alterando el equilibrio ácido y favoreciendo procesos inflamatorios a largo plazo.

Anís y licores digestivos
El anís es famoso en muchos países por sus supuestos efectos digestivos, aunque su consumo puede ser perjudicial. Se trata de bebidas con una graduación alcohólica muy alta y muchas calorías. Aunque suelen tomarse después de una comida copiosa, el anís y otros licores digestivos pueden irritar la mucosa del estómago y empeorar procesos de inflamación, sobre todo si hay un consumo frecuente. Muchas de estas bebidas encubren sus riesgos tras un sabor suave y dulce, pero la realidad es que dañan la digestión y pueden alterar el funcionamiento gástrico, favoreciendo la acidez y el malestar.
Cerveza
La cerveza suele ser percibida como inofensiva, pero su composición la convierte en una de las principales responsables de la irritación gástrica. Su alta acidez, contenido de gluten, azúcares y subproductos de la fermentación agravan la inflamación del estómago, especialmente en personas sensibles. A esto se suma que la cerveza tiene efectos sobre la microbiota intestinal y puede contribuir al desequilibrio metabólico, favoreciendo el aumento de peso y la aparición de patologías digestivas. El consumo habitual de cerveza puede potenciar síntomas de reflujo y distensión, además de potenciar la resaca por la presencia de congéneres, que intensifican la sobrecarga del hígado y el malestar intestinal.
Factores que agravan los efectos del alcohol en el estómago
El daño que provocan las bebidas alcohólicas en el estómago depende de múltiples factores. El consumo en exceso aumenta los riesgos, pero también influye la mezcla con bebidas energéticas o gaseosas, que potencian la agresión a la mucosa. Masticar poco los alimentos, saltarse comidas o comer en exceso mientras se bebe, multiplica el daño estomacal y favorece la aparición de síntomas como la acidez y la indigestión. El tabaquismo, la falta de ejercicio y una dieta rica en grasas incrementan aún más el riesgo de complicaciones digestivas. Todas estas variables contribuyen a que el estómago sea más sensible al daño por alcohol y tenga menor capacidad de recuperación. Por eso, cuidar los hábitos de vida es tan importante como elegir con cuidado qué y cuánto se bebe.