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Salud

Las alergias al maní potencialmente mortales se pueden prevenir con un método nuevo y sencillo

Las alergias al maní representan uno de los principales desafíos clínicos para familias y sistemas de salud en todo el mundo. La gravedad de sus reacciones, que incluyen desde urticaria hasta anafilaxia, obliga a miles de niños y adultos a vivir bajo estrictas restricciones alimentarias y un constante temor a la exposición accidental. Frente a esta realidad, la comunidad médica celebra un avance clave: la aparición de métodos sencillos respaldados por la ciencia para prevenir las alergias potencialmente mortales al maní, desplazando la dependencia exclusiva de la evitación total. Este nuevo enfoque busca una tolerancia real, capaz de transformar la vida de quienes conviven con esta alergia y de sus familias.

Evolución y desafíos de la alergia al maní

La alergia al maní afecta hasta un 2% de la población infantil en países occidentales y su prevalencia sigue en aumento. Se estima que una de cada cinco personas alérgicas al maní sufrirá una reacción grave durante su vida, a pesar de los esfuerzos por evitarlo por completo. Las consecuencias van más allá de la salud física: el miedo constante afecta la calidad de vida, influye en el bienestar mental e incluso impacta la vida escolar y social.

El manejo tradicional históricamente se ha basado en la eliminación estricta del maní y en el uso de adrenalina solo ante emergencias. Este enfoque, aunque necesario, no es suficiente para evitar todos los accidentes. Además, los errores involuntarios siguen siendo una amenaza real, especialmente en entornos fuera del hogar. Este contexto pone en evidencia la necesidad urgente de nuevos métodos que ofrezcan protección adicional y la posibilidad de adquirir tolerancia, permitiendo una vida más segura y libre de miedo.

Métodos innovadores para prevenir alergias al maní potencialmente mortales

El desarrollo de la inmunoterapia oral (OIT) ha abierto una ventana de esperanza en el tratamiento de la alergia al maní. Esta terapia consiste en administrar pequeñas cantidades controladas de proteína de maní, aumentando la dosis gradualmente bajo estricta supervisión médica. Así, se busca que el sistema inmune “aprenda” a tolerar el alérgeno sin desencadenar reacciones graves.

Los estudios demuestran que hasta un 80% de los pacientes logran desensibilizarse, aunque la terapia no equivale a una cura. La OIT necesita constancia: el paciente debe mantener la dosis diaria durante largos periodos para conservar la tolerancia, y existe el riesgo de efectos adversos como malestar digestivo, urticaria e incluso reacciones anafilácticas. Este método, sin embargo, marca un antes y un después, porque permite que una persona con antecedentes de reacciones graves pueda estar protegida en caso de exposiciones accidentales.

Alternativas como la inmunoterapia sublingual (SLIT), la inmunoterapia epicutánea (EPIT) mediante parches y el uso de anticuerpos monoclonales (como omalizumab) están avanzando en estudios clínicos. Estos métodos buscan mejorar la seguridad, reducir efectos secundarios y ofrecer opciones personalizadas para cada paciente. La SLIT y la EPIT, por ejemplo, utilizan dosis muy bajas de alérgeno para aumentar la tolerancia, lo que resulta especialmente útil en niños pequeños o en pacientes con antecedentes de reacciones graves.

Recientemente, los programas de prevención temprana han cobrado fuerza, al demostrar que la introducción controlada de maní en la dieta de lactantes con riesgo puede reducir la incidencia de alergia en la adolescencia hasta en un 71%. Estos resultados desafían la antigua práctica de retrasar la exposición al maní en bebés, proponiendo un enfoque más proactivo y basado en la evidencia.

Foto Freepik

Inmunoterapia oral y avances regulatorios

En 2020, la FDA aprobó Palforzia, el primer medicamento basado en inmunoterapia oral para tratar la alergia al maní en niños de entre 4 y 17 años. Palforzia se administra en cápsulas mezcladas con alimentos y sigue un protocolo de aumentos de dosis muy estrictos bajo supervisión médica. Los ensayos clínicos han demostrado que casi 7 de cada 10 niños tratados con este método pueden tolerar una dosis de proteína de maní que, de otra manera, les provocaría síntomas graves.

Programas internacionales como el ADAPT OIT en Australia están llevando la inmunoterapia oral un paso más allá. Dirigido a bebés menores de 12 meses diagnosticados con alergia al maní, este programa ofrece el tratamiento en hospitales públicos y con seguimiento especializado, abriendo la puerta a la prevención primaria de reacciones severas. La intervención temprana es gratuita y se monitorea a largo plazo para evaluar su eficacia y seguridad antes de extenderla a más centros.

Un aspecto esencial de estos tratamientos es la necesidad de estrictos criterios de seguridad. El uso de epinefrina debe estar siempre disponible y la administración se realiza en entornos controlados, sobre todo durante las primeras semanas y aumentos de dosis, ya que persiste un riesgo de reacciones adversas.

Nuevas estrategias de inmunoterapia y tratamiento combinado

Las investigaciones en inmunoterapia sublingual y epicutánea buscan facilitar la desensibilización por vías menos invasivas. Los parches epicutáneos, por ejemplo, liberan cantidades mínimas de proteína de maní a través de la piel, generando menos reacciones sistémicas en comparación con la OIT.

El uso de anticuerpos monoclonales, como Xolair (omalizumab), integrado a las terapias de desensibilización, representa una de las grandes promesas a futuro. Este medicamento puede reducir la intensidad de la reacción al bloqueo de las inmunoglobulinas responsables de los síntomas alérgicos. Estudios recientes muestran que combinar omalizumab con inmunoterapia oral, sublingual o epicutánea no solo mejora la seguridad sino que acorta el tiempo necesario para alcanzar la tolerancia.

El estudio de la microbiota intestinal y la exposición controlada desde etapas muy tempranas, incluso en lactantes, abre nuevas líneas de investigación. El objetivo es modificar el sistema inmune para evitar el desarrollo de alergias alimentarias, lo que podría ofrecer una protección aún más duradera y efectiva.

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