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Pareja

Las mujeres infieles tienen muchos más orgasmos con sus amantes y explican por qué

En los últimos años, varias encuestas divulgadas por medios europeos han señalado un patrón claro: un grupo de mujeres que mantienen relaciones extraoficiales reporta orgasmos con más frecuencia con su amante que con su pareja oficial. La explicación que más se repite apunta a preliminares más largos y centrados en el clítoris, mejor comunicación sobre lo que gusta y una sensación de libertad que reduce la presión.

Qué revelan los datos sobre orgasmos con la pareja frente al amante

Informes citados por medios en dos mil veintitrés, basados en sondeos a mujeres con relaciones extraoficiales, describen una diferencia llamativa entre los orgasmos con la pareja estable y con el amante. En términos sencillos, las cifras se mueven cerca de trece por cada cien encuentros con la pareja oficial frente a algo más de cincuenta por cada cien con el amante. No se trata de una verdad absoluta para todas las mujeres, pero sí de un patrón que se repite y que ayuda a mirar con lupa las prácticas que sostienen el placer. Según las respuestas más frecuentes, la clave está en preliminares más largos, caricias orales y manuales centradas en el clítoris, una mayor libertad para expresar lo que gusta y una sensación de deseo más nítida. También pesa la autenticidad, ya que muchas reconocen fingir a veces con la pareja, mientras que con el amante se sienten menos presionadas a aparentar.

Expertas han recordado que la penetración por sí sola no suele estimular lo suficiente el clítoris, por eso el orden, el tiempo y el foco de la estimulación importan. Como telón de fondo, la brecha del orgasmo en el sexo heterosexual muestra que los hombres reportan orgasmos con mucha más frecuencia que las mujeres, lo que invita a revisar hábitos, expectativas y la autenticidad de la experiencia. No se trata de moralizar, se trata de entender el mecanismo para poder replicar lo que funciona dentro de la relación estable con cuidados y acuerdos.

Cifras clave y lo que significan para el placer

Cuando un grupo de encuestadas dice alcanzar orgasmos con el amante en una proporción que dobla o triplica la de la relación oficial, el mensaje es claro. No es una sentencia para todas, pero sí un indicador que ilumina hábitos que conviene ajustar. El tamaño de la diferencia apunta a prácticas que favorecen o frenan la respuesta sexual, no a una supuesta superioridad del amante. Las caricias sostenidas, el foco en el clítoris y la libertad para hablar cambian el desenlace con frecuencia.

Preliminares y clítoris, la pieza que suele faltar

Muchas mujeres necesitan estimulación externa del clítoris para llegar al orgasmo, y esa estimulación se sostiene mejor con caricias orales y manuales, ritmos atentos y tiempos sin prisa. Alargar los preliminares no es un adorno, es el cimiento que prepara el cuerpo y la mente, y que facilita un orgasmo más probable. La penetración puede sumar, pero rara vez reemplaza ese trabajo fino sobre el clítoris.

Libertad para pedir lo que gusta, sin miedo a ofender

Con el amante, según cuentan, hay menos vergüenza y más margen para decir lo que se desea sin temor a herir. En la relación estable, el miedo a golpear el ego aparece con más fuerza y frena la claridad. Una vía útil es hablar en positivo, pedir con respeto y usar frases simples, por ejemplo, más suave, más lento, justo ahí, ahora sí. La comunicación cercana reduce la tensión y amplifica el placer.

Novedad, química y orgasmos menos fingidos

La novedad alimenta el deseo, sostiene la atención y agudiza los sentidos. Esa combinación eleva la excitación y puede volver más intensa la respuesta sexual. Varias mujeres señalan que con el amante sienten menos obligación de fingir, lo que hace la experiencia más auténtica y congruente con el cuerpo. La química no es magia, es atención y presencia sostenida.

Foto Freepik

Qué frena el orgasmo en la relación oficial y cómo identificarlo

Uno de los frenos más repetidos es confundir sexo con solo penetración. Si el encuentro se centra allí y se reduce el resto a un trámite breve, la probabilidad de orgasmo femenino baja. La rutina y la falta de tiempo también muerden el deseo, sobre todo cuando el cansancio se acumula y la intimidad se vuelve automática. A esto se suma el estrés, que compite con la concentración y entorpece la excitación gradual. La escasa comunicación hace que se repitan prácticas que no funcionan, mientras que las expectativas poco realistas presionan, tensan y cortan el ritmo. Fingir es un freno silencioso porque refuerza un mapa equivocado.

Muchas mujeres, por cuidado o costumbre, dicen que a veces han fingido con su pareja, y muchos hombres creen que su compañera nunca lo hizo, lo que agranda el malentendido y perpetúa el mismo guion. La brecha del orgasmo recuerda que, si ellos reportan orgasmos mucho más a menudo, no basta con su satisfacción para dar por resuelta la experiencia. Una propuesta práctica es observar los hábitos durante una semana.

Anotar qué ayuda y qué distrae del placer ofrece pistas concretas para reordenar tiempos y prioridades. No se trata de culpas, se trata de información útil. Cuando se detectan los frenos, la pareja puede ajustar el orden del encuentro, estirar los preliminares, cuidar el ambiente y abrir un canal de guía amable en tiempo real.

Cuando se cree que penetrar es todo el sexo

Poner la penetración en el centro reduce las probabilidades de orgasmo femenino porque deja de lado la estimulación externa que muchas necesitan. Cambiar el orden, dedicar más tiempo a caricias y construir una excitación gradual antes de entrar, aumenta las opciones de placer y de respuesta.

Brecha del orgasmo y malentendidos en pareja

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Si ellos llegan casi siempre y ellas no, el silencio es caro. Ese desequilibrio oculta la falta de goce de ella y debilita la complicidad. Hablarlo cambia la dinámica, permite ajustar el mapa y prioriza lo que da placer. La confianza crece cuando se nombra lo que falta sin culpas.

Rutina, prisa y estrés, enemigos del placer

La prisa y el cansancio apagan el deseo y entorpecen la sensibilidad. Crear espacios sin pantallas, con luz baja y tiempo real, ayuda a que el cuerpo responda. Un entorno cuidado baja el estrés y favorece la atención al momento.

Fingir refuerza el problema, la honestidad lo corrige

Cuando se finge, se premia una práctica que no funciona y se entierra la pista que hacía falta. La salida es la honestidad amable. Señales claras, frases cortas y en positivo guían sin herir, por ejemplo, ahí sí, más suave, quédate ahí, ahora cambia. La honestidad ordena el mapa, el respeto lo sostiene.

Cómo llevar lo que funciona con el amante a la relación estable

El objetivo no es copiar una aventura, es traer sus lecciones. Lo que resulta con el amante suele tener tres ejes: acuerdos explícitos, más tiempo de preliminares y feedback en vivo. Una ruta útil empieza con una charla breve y concreta, sin culpas ni reproches. Elegir un buen momento, fuera de la cama, y proponer cambios medibles, por ejemplo, dedicar más minutos a caricias, incluir sexo oral con calma y asegurar estimulación clara del clítoris antes y durante la penetración. Crear citas eróticas ayuda a salir del piloto automático, con música, luz cálida y pausas de masaje para bajar revoluciones y subir la presencia. Probar posiciones que faciliten el contacto con el clítoris puede sumar, pero la ganancia mayor viene de la calidad del tacto y de cómo se pide lo que se quiere. Medir el progreso por el placer y la conexión, no por contar orgasmos, baja la presión y abre espacio a una respuesta más natural. Cuidar la protección y el consentimiento en cada cambio refuerza la seguridad y mantiene el deseo vivo. Con acuerdos claros, preliminares generosos, feedback amable y un toque de variedad, la relación estable puede cerrar la brecha que hoy otras mujeres dicen cerrar fuera de casa.

Hablar sin culpas, con acuerdos claros

Una charla útil usa frases simples y directas. Funciona esto, falta esto, me gustaría probar esto. Elegir un momento tranquilo, sin interrupciones, mejora el tono. Pactar cambios concretos, tiempos y señales, convierte la charla en acuerdos reales. La claridad baja la defensiva.

Más caricias y sexo oral, cuánto tiempo importa

Dedicar más minutos a besos, tacto, sexo oral y manos hace la diferencia. Probar ritmos, presiones y zonas, con lubricante si hace falta, eleva la sensibilidad. El cuerpo responde mejor cuando la mente se siente atendida. La paciencia y la constancia son aliadas.

Feedback en el momento, sin juicio

Guiar durante el encuentro con frases cortas y en positivo es una práctica poderosa. Un sí, un no, un más, un ahí, orientan sin cortar el clima. El feedback se integra como un lenguaje del cuerpo que afina el ritmo y protege la conexión.

Variedad segura y rituales que suben el deseo

Pequeños cambios sostienen el interés. Música, luz baja, pausas de masaje y posiciones que faciliten el contacto con el clítoris renuevan el guion. La variedad funciona mejor cuando hay cuidado, protección y consentimiento, porque la seguridad nutre el deseo. La atención hace el resto.

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