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Salud

Lo que debes comer para proteger tus huesos de la osteoporosis

La osteoporosis afecta la estructura de los huesos, haciéndolos más frágiles y propensos a fracturas. Este problema de salud se manifiesta especialmente con la edad y es muy común en mujeres después de la menopausia, cuando el cuerpo pierde estrógenos y disminuye la capacidad de mantener la densidad ósea. La alimentación y los hábitos diarios tienen un papel fundamental en la protección del esqueleto, mucho más allá del simple consumo de calcio. Una dieta adecuada, rica en nutrientes estratégicos, puede marcar la diferencia en la fortaleza y longevidad de los huesos.

Nutrientes y alimentos que fortalecen los huesos

El hueso vive en constante remodelación y su resistencia depende de una combinación de calcio, vitamina D, magnesio, vitamina K y proteína. Mantener un equilibrio diario de estos nutrientes es clave para frenar la pérdida de densidad ósea durante el envejecimiento.

Los lácteos como leche, yogur y quesos ofrecen calcio de fácil absorción junto con proteínas y algunos aportes de vitamina D (si están enriquecidos). Para quienes no consumen lácteos, existen alternativas como bebidas vegetales fortificadas, tofu elaborado con sales de calcio o sardinas y salmón enlatados con espinas.

En el mundo vegetal, el brócoli, la col rizada, las acelgas, espinacas y el kale son fuentes muy aprovechables, no solo por su contenido de calcio sino por aportar también magnesio y vitamina K. Las semillas de sésamo, chía y lino aportan calcio y grasas saludables; el tahini (pasta de sésamo) es una forma deliciosa de incorporarlas. Las legumbres y los frutos secos (almendras, pistachos, avellanas) suman proteínas, zinc y magnesio, indispensables para la correcta mineralización ósea.

Los mariscos y moluscos, como mejillones y almejas, complementan la dieta con calcio, zinc y proteínas, mientras que las proteínas magras de carnes o huevos también apoyan la formación y renovación de tejido óseo.

La biodisponibilidad del calcio es mayor en los lácteos y pescados con espina. Sin embargo, las verduras de hoja verde y las semillas resultan esenciales, sobre todo para quienes prefieren no consumir alimentos de origen animal.

Fuentes principales de calcio y cómo consumirlas mejor

El calcio sostiene la estructura ósea y ayuda a que los huesos se mantengan fuertes a lo largo del tiempo. Para que este mineral se absorba de forma óptima, necesita el apoyo de la vitamina D y de la vitamina K.

Los productos lácteos son los alimentos con el calcio más fácil de usar por el organismo. Incluir leche, yogures o quesos en las comidas principales y tentempiés ayuda a repartir la ingesta a lo largo del día. Las bebidas vegetales enriquecidas con calcio, como la leche de soja o de almendras, ofrecen una alternativa completa si no se toleran los lácteos.

El hábito de consumir pescados con espina (sardinas o salmón enlatados) aporta calcio en forma muy biodisponible. Las sardinas pueden añadirse a ensaladas, tortillas o tostadas, integrando calcio y omega-3.

En el caso de las semillas, conviene tomarlas molidas, tostadas o en forma de pasta (tahini), ya que esto mejora la absorción del calcio. Espolvorear semillas de sésamo o chía sobre yogures, ensaladas o cremas es sencillo y efectivo. Las verduras de hoja verde quedan bien en salteados, cremas y como guarnición; aprovecharlas varias veces a la semana multiplica el aporte mineral.

Complementar el calcio con vitamina D es fundamental, ya que esta vitamina facilita que el intestino absorba el calcio consumido. Además, la vitamina K que se encuentra en hortalizas verdes y en algunos fermentados, también contribuye a fijar el calcio en el hueso.

Foto Freepik

Otros nutrientes imprescindibles

El magnesio ayuda a transformar el calcio en tejido óseo útil; se encuentra en frutos secos como almendras y avellanas, en semillas y en legumbres. El zinc mantiene la densidad ósea y puede obtenerse de mariscos, moluscos, carnes magras y huevos.

La vitamina D resulta esencial porque sin ella el calcio no se aprovecha completamente. Basta con una exposición solar moderada y alimentos como huevo, pescado azul (atún, caballa, salmón), mariscos y productos enriquecidos. La proteína de calidad refuerza la estructura ósea y los músculos, que actúan en conjunto para prevenir caídas y fracturas. Se puede obtener de carne blanca, huevo, pescado, mariscos, lácteos, tofu, legumbres y frutos secos.

Hábitos y factores diarios que ayudan a proteger los huesos

No todo es alimentación. Mantener actividad física regular protege los huesos igual o incluso más que los suplementos. Los ejercicios de fuerza y de impacto como caminar, bailar, correr o entrenar con pesas promueven la formación ósea, activando las células encargadas de crear hueso nuevo.

La exposición solar, aunque sea durante ratos breves y con seguridad, incentiva la síntesis natural de vitamina D, completando así la cadena para la absorción de calcio de la dieta.

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Un peso saludable evita el exceso de carga sobre las articulaciones y huesos, disminuyendo a la vez el riesgo de fracturas. Dormir bien y controlar el estrés también beneficia la renovación celular, incluido el tejido óseo.

El consumo moderado de café (preferentemente sin azúcares ni leche en exceso), eligiendo comidas caseras en lugar de procesadas, sumado al abandono del tabaco y la reducción del alcohol, completa el entorno ideal para que los huesos se mantengan fuertes.

¿Qué evitar para no dañar la salud de tus huesos?

El exceso de sal acelera la eliminación de calcio por la orina, reduciendo sus reservas corporales. Limitar los embutidos, los precocinados, las sopas instantáneas y los snacks ultraprocesados ayuda a evitar este efecto.

Las bebidas carbonatadas y refrescos con ácido fosfórico favorecen la desmineralización y compiten con la absorción del calcio. Optar por agua, infusiones o zumos naturales resulta mejor opción. El alcohol y el tabaco tienen una acción tóxica directa sobre el hueso y afectan el equilibrio hormonal, debilitando la estructura ósea.

El consumo excesivo de azúcares y ultraprocesados, muy frecuente en la dieta moderna, perjudica la densidad ósea tanto por su acción inflamatoria como por afectar la microbiota intestinal, que influye también en el aprovechamiento de minerales. Sustituir estos alimentos por integrales, frutas frescas, verduras y legumbres, favorece la fortaleza mineral y el balance hormonal.

Una rutina de vida saludable, que combine una dieta rica en nutrientes, actividad física, exposición solar sensata y pocos excesos, marca la diferencia en la salud del sistema óseo durante toda la vida. La constancia en estos hábitos resulta más efectiva que cualquier suplemento aislado. Escuchar a profesionales y adaptar la alimentación a cada etapa y necesidad permite lucir y sentir huesos fuertes, flexibles y protegidos.

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