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Sexo y relaciones

Lo que muchos hombres hacen después de los 50 y aumenta la disfunción eréctil

En la vida de muchos hombres, cruzar la barrera de los 50 años puede significar cambios no solo en la rutina diaria, sino también en la salud sexual. La disfunción eréctil se convierte en uno de los motivos más frecuentes de consulta urológica en esta etapa, afectando la confianza, la autoestima y la calidad de las relaciones.

Hábitos comunes después de los 50 que perjudican la función eréctil

El estilo de vida suele transformarse después de los 50. Aparecen rutinas más sedentarias, se dedica menos tiempo a la actividad física y se tienden a adoptar costumbres perjudiciales. Uno de los más importantes es el sedentarismo. La falta de ejercicio limita el flujo sanguíneo, debilita la salud vascular y contribuye al sobrepeso, factores que afectan directamente la capacidad del cuerpo para responder sexualmente. Se ha comprobado que incluso caminatas regulares favorecen la función eréctil.

Otro hábito dañino es el consumo excesivo de alcohol. Muchos hombres usan el alcohol como vía de escape ante el estrés o el aburrimiento, sin saber que este reduce los niveles de testosterona, compacta los vasos sanguíneos y puede provocar daños en el hígado, generando un círculo vicioso donde cada vez resulta más difícil lograr una erección adecuada. El tabaquismo ocupa también un lugar central: la nicotina endurece las arterias, disminuye el flujo de sangre y, a largo plazo, acelera la aparición de problemas sexuales.

Los malos hábitos alimenticios en la adultez suelen mantenerse o agravarse. Dietas ricas en grasas saturadas, azúcares y alimentos ultraprocesados dañan el sistema circulatorio. Esto resulta especialmente crítico para la erección, que depende en gran medida de una buena salud cardiovascular. La falta de frutas, verduras y grasas saludables puede sumar al riesgo de padecer enfermedades como diabetes o hipertensión, ambas responsables de casos de disfunción eréctil.

No dormir las horas necesarias es otro error frecuente. El descanso insuficiente afecta la producción de hormonas, reduce la energía general y eleva los niveles de estrés, haciendo más difícil tanto el deseo sexual como el rendimiento. Al sumar estos factores, las probabilidades de experimentar disfunción eréctil aumentan notablemente.

Reducir la frecuencia sexual también está relacionado directamente con un mayor riesgo de disfunción eréctil. Estudios recientes han comprobado que los hombres que mantienen relaciones sexuales solo ocasionalmente duplican el riesgo de presentar este problema respecto a aquellos con vida sexual regular. La actividad sexual habitual mantiene los tejidos y vasos sanguíneos en correcto funcionamiento y ayuda al equilibrio hormonal.

Foto Freepik

El papel del estrés y la salud mental en la vida sexual después de los 50

El peso de las responsabilidades cambia con el tiempo. Muchos hombres experimentan estrés laboral ante la cercanía de la jubilación, incertidumbre financiera, o por cambios en el rol familiar. A esto se suman preocupaciones emocionales y nuevos desafíos en la convivencia en pareja. El cuerpo y la mente rara vez funcionan como compartimentos aislados y el estrés crónico puede afectar la salud sexual a varios niveles. Cuando el cuerpo está tensionado, los vasos sanguíneos se contraen, disminuyendo la irrigación necesaria para la erección.

Las preocupaciones constantes desgastan tanto como una mala alimentación o la falta de ejercicio. El miedo al fracaso, la presión de complacer o la ansiedad ante el desempeño suelen convertirse en profecías auto cumplidas, dificultando aún más la conexión erótica y generando insatisfacción para ambos miembros de la pareja.

En estas situaciones, la comunicación abierta se vuelve fundamental. Hablar sobre expectativas, temores y frustraciones ayuda a reducir la tensión y fortifica los lazos afectivos. El apoyo emocional, ya sea a través de la pareja, amigos o un profesional, puede tener un impacto muy positivo en la función sexual. Ignorar estos temas o reprimirlos rara vez trae buenos resultados y, en muchos casos, puede cronificar el problema.

La ansiedad y la depresión merecen especial atención. No solo reducen el deseo sexual, sino que alteran la química cerebral asociada al placer y la motivación. El acceso a herramientas de acompañamiento psicológico favorece el manejo de estas emociones, mejorando indirectamente la vida sexual.

Omisión de controles médicos y automedicación

Uno de los errores más frecuentes después de los 50 consiste en evitar consultas médicas de rutina. Muchos hombres postergan el chequeo con el urólogo o ignoran los primeros síntomas de cambio en la función sexual y urinaria. Este descuido puede hacer que problemas tratables como la hipertensión, la diabetes o la dislipidemia evolucionen en silencio, afectando de manera irreversible la circulación sanguínea necesaria para una erección.

El uso de remedios sin receta o la automedicación con fármacos comprados en internet suele empeorar el panorama. Existen riesgos asociados a la combinación de medicamentos o a la dosificación incorrecta, y se han reportado efectos secundarios graves e incluso daño permanente en quienes buscan soluciones rápidas y sin control profesional. Un diagnóstico médico adecuado permite identificar la causa del problema y elegir el tratamiento más seguro.

La supervisión médica regular resulta clave también en el control de enfermedades crónicas. Mantener estables los niveles de glucosa y presión arterial, ajustar correctamente los fármacos y priorizar la salud metabólica ayuda a reducir el riesgo de disfunción eréctil. Seguir sin cambios rutinas poco saludables o dejar de lado la vida sexual solo incrementa los riesgos a largo plazo.

El acompañamiento profesional combina el abordaje clínico con la orientación sobre hábitos de vida, ofreciendo alternativas no invasivas y soluciones ajustadas a cada caso.

La importancia de la prevención y los pequeños cambios

La disfunción eréctil no es siempre una consecuencia directa de la edad. En muchos casos, se asocia con decisiones de vida que pueden modificarse. Reinventar la relación con el cuerpo, priorizar la salud física y mental, y mantener la actividad sexual forman parte de la prevención. Mantenerse informado, consultar con profesionales de salud y no limitarse ante los primeros obstáculos abre la puerta a una vida sexual plena a cualquier edad. Actuar a tiempo y con información de calidad puede transformar el bienestar y la confianza personal en la madurez.

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