Los riesgos poco conocidos de la masturbación

La masturbación es una práctica habitual y parte natural de la sexualidad. Puede ayudar a conocer el propio cuerpo, reducir tensiones y mejorar el bienestar general. Sin embargo, cuando se pasa por alto el autocuidado o se recurre a prácticas agresivas o repetitivas, pueden aparecer riesgos físicos y psicológicos poco comentados. Informarse sobre ellos ayuda a la toma de decisiones responsables y fomenta el respeto hacia la propia salud sexual, sin prejuicios ni tabúes.
Riesgos físicos asociados a la masturbación
Aunque suele considerarse una actividad segura, existen escenarios donde pueden surgir complicaciones físicas. El desconocimiento o la búsqueda continua de estímulos intensos pueden llevar a adoptar técnicas poco saludables. La clave está en la moderación y el autocuidado.
Lesiones por técnicas excesivas o inadecuadas
El uso frecuente de movimientos muy bruscos o la falta de lubricación pueden ocasionar irritaciones, fisuras e incluso fractura del pene. Esta lesión, aunque poco común, surge por la ruptura de los cuerpos cavernosos, produciendo dolor intenso y, en ocasiones, requerimiento de atención médica urgente. También pueden aparecer hemorragias internas o sangrados en la uretra como resultado de la masturbación agresiva.
En mujeres, la fricción excesiva en el clítoris puede desencadenar una desensibilización temporal, calambres o incluso dolor que impide disfrutar del placer. La piel genital es sensible y requiere cuidado, hidratación y respeto por los límites del propio cuerpo.
Uso de objetos y riesgos de infecciones
Introducir juguetes sexuales o cualquier objeto no diseñado para la zona íntima eleva el riesgo de lesiones internas e infecciones. Los materiales poco higiénicos o difíciles de limpiar pueden acumular bacterias y alterar la flora vaginal, generando infecciones urinarias o fúngicas. Además, intentar prácticas extremas como el fisting sin preparación y cuidado adecuado aumenta el peligro de desgarros o lesiones profundas.
El contacto con objetos cortantes o el uso repetido sin limpieza exhaustiva añade un peligro adicional. Lavar los juguetes antes y después de usarlos es una regla obligatoria. Si un objeto queda atascado en la vagina o el recto, es esencial acudir al médico y no tratar de extraerlo sin ayuda profesional.

Impacto psicológico y sexual de la masturbación
La masturbación, vista desde la salud emocional y social, puede tener dos caras. Por un lado, aporta relajación y autoconocimiento. Por otro, cuando se vuelve compulsiva o sustituta de otras formas de placer, puede generar problemas en la percepción del deseo y en la relación con uno mismo y otros.
Desensibilización y mecanización del placer
La repetición de las mismas rutinas o el uso continuado de dispositivos vibratorios puede llevar a una reducción de la sensibilidad y a la sensación de orgasmos menos intensos. Algunos relatos reflejan que, tras varios orgasmos seguidos o una sobreestimulación, el cuerpo necesita tiempo para recuperar la respuesta habitual. El placer se vuelve mecánico, perdiendo la dimensión sensual y emocional que también enriquece la experiencia. El foco excesivo en un solo tipo de estimulación puede limitar la capacidad de disfrutar de caricias, besos o estímulos suaves en otras partes del cuerpo.
Efectos en las relaciones sexuales y el deseo de pareja
Las prácticas solitarias pueden alterar las expectativas respecto al sexo en pareja, generando desconexión emocional y dificultades de adaptación entre la estimulación individual y la compartida. Quienes encuentran el orgasmo de forma muy rápida y sencilla en solitario, suelen frustrarse si no logran lo mismo en la vida sexual con otra persona.
El deseo compartido puede disminuir si se prioriza la masturbación por encima de la intimidad de pareja. Esto puede afectar la comunicación, el vínculo y la complicidad, provocando desencuentros e insatisfacción sexual. La pornografía, utilizada como acompañante frecuente, puede aumentar la necesidad de estímulos extremos, fortalecer rutinas y hacer difícil la búsqueda de placer en encuentros reales.
Culpa, vergüenza y adicción
El sentimiento de culpa o vergüenza después de masturbarse es un fenómeno extendido, especialmente cuando surgen por creencias morales, religiosas o culturales. Esta reacción puede influir en la autoestima y activar un círculo de malestar tras el placer. Cuando la masturbación se convierte en una conducta compulsiva, afectando la vida social, laboral y el descanso, aparecen signos de adicción. Lo compulsivo requiere atención: produce ansiedad, insatisfacción y aislamiento, dificultando el control sobre los propios impulsos y, con frecuencia, lleva a buscar ayuda profesional.
Las personas con patrones adictivos pueden experimentar insomnio, disminución progresiva de la sensibilidad, agotamiento físico, baja productividad y problemas en la gestión emocional. Romper este ciclo implica reconocer los límites y recurrir a acompañamiento psicológico si la situación lo demanda.