Los siete órganos del cuerpo humano sin los que se puede vivir

El cuerpo humano tiene una sorprendente capacidad de adaptación ante la ausencia de ciertos órganos. Aunque muchos cumplen funciones importantes para la salud, algunos pueden ser extirpados o dejar de funcionar sin poner en peligro inmediato la vida. Esta situación suele suceder por razones médicas, como traumatismos, infecciones o enfermedades degenerativas.
Órganos del cuerpo humano de los que se puede prescindir
El bazo es conocido por su papel en la filtración de la sangre y en la defensa inmunitaria, ayudando a combatir infecciones y reciclar glóbulos rojos. Sin embargo, si se realiza una esplenectomía (extracción del bazo), el cuerpo utiliza otros órganos como el hígado y los ganglios linfáticos para asumir parte de sus funciones. La mayor adaptación tras la cirugía es el incremento del riesgo de infecciones graves, por lo que las personas sin bazo necesitan seguir un calendario especial de vacunas y consultar al médico si presentan síntomas sospechosos.
El estómago, encargado de la descomposición inicial de los alimentos, también puede ser extirpado por completo en algunos casos de cáncer o úlceras graves. Tras una gastrectomía, el esófago se conecta directamente al intestino delgado, permitiendo continuar la digestión. El mayor reto para el cuerpo es la digestión de ciertos nutrientes y el mantenimiento del peso, lo que suele requerir suplementos vitamínicos y una alimentación ajustada, pero es posible llevar una vida funcional.
En cuanto al colon, encargado de la absorción de agua y formación de heces, es posible vivir sin todo el intestino grueso. Luego de una colectomía, algunas personas necesitan una bolsa externa que recoja las heces, mientras que otras pueden adaptarse mediante la unión del intestino delgado al ano. Los cambios en el tránsito intestinal son comunes, pero el organismo ajusta sus funciones y la dieta puede ayudar a controlar estos efectos.
La vesícula biliar almacena bilis para la digestión de grasas. Su extracción, frecuente por la presencia de cálculos, rara vez genera problemas graves. Es habitual que la digestión de comidas grasas sea más lenta, por lo que se recomienda limitar su consumo. El cuerpo se adapta utilizando el conducto biliar común para liberar la bilis directamente en el intestino, sin perjudicar la vida ni la salud con cuidados mínimos.
El apéndice es un pequeño tubo unido al intestino grueso cuya función aún es objeto de debate. Se cree que puede albergar bacterias benéficas, pero no existe evidencia de consecuencias negativas tras su extirpación por apendicitis u otras causas. El cuerpo sigue funcionando sin cambios perceptibles, excepto por la intervención quirúrgica.
Los órganos reproductivos (ovarios, testículos y útero) cumplen funciones esenciales en la reproducción y en la producción hormonal. Sin embargo, se pueden extirpar sin afectar el funcionamiento general del organismo. La pérdida de los ovarios en la mujer o de los testículos en el hombre implica que deberá iniciarse, en ocasiones, una terapia de reemplazo hormonal. El útero puede extraerse por problemas como miomas o cáncer, cambiando la capacidad reproductiva pero sin alterar en gran medida otras áreas de la salud.
Con relación a los riñones, estos órganos filtran desechos y mantienen el equilibrio de líquidos y minerales. Aunque se pueden vivir con un solo riñón, la ausencia de ambos exige diálisis de por vida o un trasplante renal para realizar la depuración de la sangre. Muchas personas nacen con un solo riñón y nunca presentan síntomas ni limitaciones relevantes si mantienen hábitos saludables.

Cambios en la vida después de perder un órgano no vital
La cotidianidad después de una cirugía mayor que implica la pérdida de un órgano no vital depende de la capacidad de adaptación del organismo y de los cuidados médicos. La mayoría puede llevar un día a día normal, pero es fundamental realizar consultas médicas frecuentes para controlar posibles complicaciones a largo plazo. El uso de medicamentos o suplementos está indicado en múltiples casos, como en quienes pierden el estómago (para la absorción de vitaminas) o los riñones (para manejar la presión arterial y el metabolismo del calcio).
En ausencia del bazo, la prevención de infecciones es una prioridad. Los médicos recomiendan un esquema vacunal específico que incluye la protección frente a bacterias encapsuladas, como neumococo, meningococo y Haemophilus influenzae. Además, suelen administrar la vacuna anual frente a la gripe. Las personas deben mantener un registro de sus vacunas y conocer los síntomas de infecciones graves para actuar con rapidez y consultar sin demoras.
El cuerpo desarrolla mecanismos de compensación: otras estructuras asumen el trabajo que antes realizaba el órgano perdido. Después de una colecistectomía, por ejemplo, el hígado y el conducto biliar común permiten digerir las grasas, mientras que tras la resección de un riñón, el otro puede aumentar su filtrado. Los sistemas biológicos muestran una notable capacidad de ajuste, aunque requerirán cambios en la dieta, hidratarse de manera constante y evitar prácticas de riesgo.
La adaptación emocional también importa, sobre todo cuando se pierden órganos relacionados con la sexualidad o la fertilidad. La atención médica integral incluye apoyo psicológico si es necesario, para facilitar la aceptación de los nuevos hábitos y de los cambios corporales.
