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Natación: estos dos estilos no se recomiendan si tienes dolor de espalda

La natación es vista como uno de los deportes más completos y seguros para casi todas las edades. Muchos médicos y especialistas la sugieren para personas que tienen molestias articulares, lesiones leves o buscan un ejercicio de bajo impacto. ¿Por qué? Porque el agua sostiene al cuerpo y reduce la presión sobre las articulaciones y la columna. Sin embargo, al hablar de dolor de espalda, no todo en la piscina es igual de beneficioso.

Existen diferencias claras entre los estilos de nado y algunas variantes pueden incluso agravar un problema preexistente. Por eso, es fundamental reconocer cuáles estilos evitar cuando la espalda ya mostró señales de alerta.

Por qué la natación puede ayudar o empeorar el dolor de espalda

El agua ofrece un alivio natural donde la flotación disminuye el peso corporal que recae sobre la columna. Este entorno lleva a que la natación se convierta en una opción idónea para quienes buscan moverse sin sentir dolor en la espalda. Además, el medio acuático disminuye la fuerza de gravedad y permite que los músculos trabajen de forma coordinada y suave. Sin embargo, no todos los movimientos dentro del agua son inofensivos.

Los estilos de natación varían en su exigencia técnica y biomecánica, lo que puede modificar cómo se comporta la columna en cada caso. Si una persona repite movimientos incorrectos o selecciona un estilo de nado poco adecuado, la actividad puede aumentar la presión en ciertas zonas lumbares o cervicales. El riesgo también incrementa cuando no se respeta la técnica correcta. Bajo ciertas condiciones, nadar de forma inapropiada puede hacer más severos los síntomas de dolor.

Efectos positivos de la natación para la columna

Realizada correctamente, la natación puede reducir la intensidad del dolor, mejorar la flexibilidad y reforzar la musculatura del tronco y la zona lumbar. El fortalecimiento del core cobra especial importancia, ya que este grupo muscular ayuda a estabilizar la columna y a prevenir futuras lesiones. Los ejercicios en el agua facilitan el movimiento sin cargar las articulaciones, algo esencial para quienes buscan una recuperación progresiva.

El trabajo constante y adaptado de los grupos musculares profundos también incrementa la propriocepción, ayudando a mantener una postura adecuada en el agua y fuera de ella. Cuando la natación se realiza de forma suave, dirigida por profesionales y sin forzar la amplitud de movimiento, aporta grandes beneficios para la salud de la espalda. De hecho, muchos especialistas la consideran un complemento en procesos de rehabilitación y prevención.

Riesgos presentes en algunos estilos de natación

Nadar puede ser un aliado pero, para quien ya arrastra molestias, ciertos estilos pueden convertirse en un problema. Los movimientos bruscos o repetitivos, junto con una mala alineación durante la técnica, pueden sobrecargar los discos intervertebrales y los ligamentos. Algunas posturas o extensiones extremas resultan especialmente dañinas para quienes presentan dolor lumbar o cervical.

El agua previene el impacto, pero no elimina la posibilidad de sobreuso o lesiones musculares, especialmente si no se vigila la técnica. Los estilos que exigen movimientos de extensión o torsión muy pronunciados ponen en riesgo a quienes ya tienen dolor o lesiones previas. Aquí es donde la selección del estilo adecuado marca la diferencia entre aliviar el dolor o empeorarlo.

Foto Freepik

Dos estilos de natación que deben evitarse si tienes dolor de espalda

Cuando se presenta dolor de espalda, es esencial elegir bien el estilo. Los estilos de mariposa y braza (también conocido como pecho) concentran la mayor carga sobre la columna y, por consiguiente, son menos recomendados en estos casos. Las exigencias técnicas y la biomecánica de estos nados pueden agravar lesiones, en vez de colaborar a la recuperación.

Ambos estilos demandan un control avanzado del tronco y una movilidad amplia en la zona lumbar y cervical. El esfuerzo extra que se imprime en cada movimiento puede provocar sobresolicitud de los músculos y ligamentos, aumentando el riesgo de dolor o lesión. Si bien la natación, en general, suele recomendarse como segura, la ciencia y la experiencia clínica coinciden en advertir que estos estilos particulares deben evitarse o adaptarse de manera estricta bajo supervisión profesional.

Por qué el estilo mariposa no es adecuado

El estilo mariposa exige una potente acción de brazos y piernas acompasada por un movimiento ondulante de la espalda. Esto implica una importante extensión y rotación a nivel de la columna. Cada ciclo aumenta la presión sobre los discos y las articulaciones intervertebrales, sobre todo en la región lumbar. Los estudios biomecánicos recientes muestran que los nadadores suelen reportar mayores tasas de dolor lumbar por la sobreexigencia de este estilo.

El mariposa no solo demanda fuerza, sino también coordinación para soportar un arco lumbar marcado y una oscilación rítmica que puede desencadenar molestias agudas o crónicas. Para quienes ya sienten dolor, repetir este patrón amplifica la tensión en el sector medio y bajo de la espalda, provocando más síntomas y, en el peor de los casos, nuevas lesiones.

La problemática de la braza en personas con molestias lumbares

El estilo braza es uno de los más populares entre nadadores recreativos, pero representa una trampa para aquellos con molestias en zona lumbar o cervical. En la braza, la cabeza debe salir constantemente fuera del agua, lo que implica una extensión sucesiva de las vértebras cervicales y una hiperextensión de la zona lumbar. Esta doble exigencia genera tensiones no solo en los músculos, sino también en los ligamentos y estructuras articulares.

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Las investigaciones y los testimonios clínicos coinciden: la braza puede ser desencadenante de dolores lumbares y cervicales, especialmente cuando no se controla la técnica o se nada distancias largas sin descanso. Además, el movimiento circular amplio de las piernas y la cadera potencia estas molestias, porque obliga a la columna a adaptarse a posturas forzadas, elevando el riesgo de lesiones o recaídas.

Recomendaciones y alternativas seguras para nadadores con dolor de espalda

Para quienes buscan seguir en el agua sin agravar su dolor, existen alternativas seguras. El estilo más recomendable suele ser el nado de espaldas suave, que permite mantener la columna en posición neutra y reduce la sobrecarga. Otra opción son los ejercicios acuáticos personalizados, pensados y monitorizados por fisioterapeutas o entrenadores especializados en rehabilitación.

Es crucial pedir evaluación profesional antes de iniciar cualquier rutina de natación, ajustar la intensidad y priorizar una técnica correcta en cada movimiento. Mantener una frecuencia moderada y combinar la natación con ejercicios de fortalecimiento del core puede ayudar a disminuir los síntomas y prevenir recaídas. La propriocepción, o el sentido de la posición y el movimiento corporal, debe trabajarse también en el agua, porque juega un papel clave en la protección de la espalda.

La natación, si se elige el estilo correcto y se adapta a las necesidades individuales, puede ser una aliada para mejorar la salud vertebral. Evitar estilos exigentes y mantener un enfoque preventivo será siempre la mejor política en casos de dolor de espalda.

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