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Sexo y relaciones

No disfruto del sexo con mi pareja: cómo comunicarlo y mejorar la relación

A muchas personas les ocurre algo que casi nunca se comenta en voz alta: no disfrutan del sexo con su pareja y se sienten raras, culpables o rotas. En la consulta de sexología este tema es muy frecuente y no suele tener una única causa ni una única solución. Aunque las encuestas recientes del CIS en España muestran que la mayoría se siente satisfecha con su vida sexual, también hay un grupo importante que no lo está y necesita respuestas. La idea central es clara: no existe la telepatía sexual, nadie puede adivinar qué gusta o qué duele si no se habla.

Por qué una persona puede dejar de disfrutar del sexo con su pareja

La falta de disfrute casi nunca se debe a un solo motivo. A veces hay causas físicas, como dolor, cansancio extremo, cambios hormonales o efectos de ciertos medicamentos que reducen el deseo o dificultan la excitación. En otros casos, pesan más los factores emocionales, por ejemplo el estrés continuado, la tristeza, la ansiedad o una autoestima frágil que hace que la persona se sienta poco atractiva.

También influyen mucho la historia de la relación y la vida diaria. La rutina, los conflictos no resueltos, los resentimientos acumulados o la carga mental del trabajo y la familia hacen que el cuerpo esté presente, pero la cabeza no. En el plano sexual pueden aparecer diferencias de deseo, gustos que nunca se han nombrado o una educación sexual pobre que lleva a repetir siempre lo mismo. Con el paso del tiempo es normal que cambie la intensidad del deseo, eso no significa que la relación esté rota, sino que necesita ajustes.

Monotonía, falta de conexión y silencios que dañan la intimidad

La monotonía y la sensación de estar haciendo “sexo por inercia” suelen ir de la mano de falta de comunicación. Muchas parejas hablan sin problema de trabajo, hijos o dinero, pero se callan cuando algo no funciona en la cama por vergüenza o miedo a herir. Ese silencio alarga la insatisfacción y agranda la distancia emocional.

Cómo comunicar que no se disfruta del sexo sin herir a la pareja

Comunicar la insatisfacción requiere tacto, pero también honestidad. Elegir bien el momento ayuda mucho: mejor fuera de la cama, sin prisas y sin estar enfadados. Conviene hablar en primera persona, centrarse en lo que ocurre y en cómo se vive, por ejemplo “cuando pasa esto yo me siento…” en lugar de “tú siempre haces…”. Así se evita convertir la conversación en una búsqueda de culpables.

El lenguaje en positivo también marca la diferencia. Frases como “me gustaría probar algo distinto” o “me encantaría que nos tomáramos más tiempo con los preliminares” suelen recibirse mejor que “no me gusta lo que haces”. Recordar que no hay telepatía ayuda a quitar culpa: cada uno es responsable de su propia sexualidad, pero la relación se construye entre dos, por eso compartir información es un acto de cuidado.

Foto Freepik

Elegir el momento adecuado y crear un clima de seguridad

Hablar del tema suele funcionar mejor en un contexto tranquilo, no justo antes, durante o después del encuentro sexual. Un paseo, un rato en el sofá sin móviles o una cena relajada pueden ser espacios más seguros. Reforzar el cariño, con frases que recuerden el afecto y el deseo de estar mejor, crea un clima en el que la otra persona se siente menos atacada y más dispuesta a escuchar en ese momento oportuno.

Frases y enfoques que ayudan a hablar de sexo con respeto

Las frases centradas en el “yo” suelen abrir más puertas. Por ejemplo: “cuando vamos tan rápido yo me siento tensa y me gustaría ir más despacio” o “últimamente noto menos ganas y me preocupa, qué podemos hacer juntos para mejorar”. Estas formulaciones miran al futuro y proponen cooperación. En cambio, las comparaciones con parejas pasadas o con estereotipos dañan mucho; comentarios del tipo “mi ex sí sabía” hieren y bloquean el diálogo.

Pequeños cambios para mejorar el disfrute sexual y la relación de pareja

No siempre se necesitan grandes revoluciones para que el sexo mejore. A menudo ayuda recuperar muestras de afecto no sexuales, como abrazos largos, caricias y besos sin obligación de que terminen en coito. Conocer mejor el propio cuerpo, incluso a solas, facilita después explicar qué gusta y qué no. Introducir novedades, siempre habladas y aceptadas por ambos, puede romper la rutina sin forzar a nadie. Cuando hay dolor persistente, choques intensos de deseo o un malestar que no cede, pedir ayuda a una persona experta en sexología o terapia de pareja es una opción sensata, igual que se consulta a un profesional ante un síntoma físico.

Cuidar la cercanía diaria y experimentar sin presión

La intimidad sexual se apoya en la intimidad cotidiana. Reservar algo de tiempo de calidad sin pantallas, compartir preocupaciones, reír juntos y mostrarse afecto fuera de la cama fortalece el vínculo. Hablar de deseos y miedos con calma, manteniendo siempre el respeto a los límites, reduce la presión por “rendir” y permite que la exploración sexual se viva como un espacio de curiosidad compartida, no como un examen.

No disfrutar del sexo con la pareja no es una condena, es un mensaje que invita al cambio. Cuando se escucha ese mensaje y se abre un diálogo honesto, con o sin apoyo profesional, el encuentro íntimo puede convertirse en un lugar de mayor cuidado mutuo, placer y complicidad para ambos.

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