Ocho posturas sexuales para ejercitar el suelo pélvico
El suelo pélvico se parece a una hamaca de músculos que sostiene vejiga, útero y recto. Cuando está fuerte, ayuda a controlar la orina, sostiene mejor los órganos y mejora la calidad del orgasmo. Cuando está débil, aparecen pérdidas, menos sensibilidad y sensación de peso en la zona íntima.
Qué es el suelo pélvico y por qué influye en el placer
El suelo pélvico es un grupo de músculos y ligamentos que cierran la parte baja de la pelvis. Colabora en el control de la orina, las heces y la estabilidad del tronco, y participa en la excitación y el orgasmo.
Cuando pierde fuerza, es frecuente notar escapes de orina al toser, menor lubricación o dificultad para llegar al clímax. Al fortalecerlo, aumenta el riego sanguíneo, mejora la sensibilidad y se gana más control sobre las contracciones orgásmicas. Un suelo pélvico activo puede hacer que cada movimiento se sienta con más intensidad.
Cómo usar las posturas sexuales para entrenar el suelo pélvico
El sexo no sustituye a los ejercicios de Kegel, pero puede ser un gran complemento. En las posturas donde la persona que recibe la penetración marca el ritmo, resulta más fácil contraer y soltar de forma consciente.
Conviene respirar profundo, ir despacio y avisar a la pareja de que se quiere probar algo nuevo. Las contracciones deben ser suaves, como si se quisiera cortar el chorro de orina, sin aguantar el aire ni apretar glúteos o abdomen. El objetivo es sentir más, no forzar el cuerpo.
Claves básicas antes de probar las ocho posturas
Ayuda vaciar la vejiga antes, elegir una superficie cómoda y cuidar la lubricación natural o con producto. Si aparece dolor punzante o ardor, se para y se ajusta la postura. Es mejor empezar con pocos minutos, jugar con el movimiento y aumentar solo si el cuerpo lo pide. El foco está en el placer y el bienestar, no en el rendimiento.
Ocho posturas sexuales que activan y fortalecen el suelo pélvico
Posturas donde la mujer controla el ritmo y la profundidad
En La Doma, la mujer se coloca encima, con las rodillas a cada lado de la pareja. Desde ahí puede subir y bajar la pelvis o hacer círculos, mientras contrae el suelo pélvico al bajar y lo relaja al subir. Esta combinación aumenta la conciencia de la zona y la capacidad de alargar o acercar el orgasmo.
En La Hamaca, el cuerpo se inclina un poco hacia atrás, apoyado en brazos o cabecero. La ligera elevación de la pelvis recuerda a un puente suave y facilita contracciones más intensas.
En El Sometido, la mujer sigue controlando desde arriba, pero la pareja de abajo participa menos en el movimiento. Esto permite concentrarse en la sensación interna y en contracciones cortas y rítmicas, muy útiles para entrenar.
Posturas clásicas que se vuelven un ejercicio pélvico
En Cara a cara, sentados frente a frente, ambos se abrazan y se balancean con un movimiento lento. Al mantener la espalda relativamente recta, resulta más fácil notar cómo se activa el suelo pélvico con cada empuje.
El misionero activo cambia la dinámica clásica. Quien está abajo eleva un poco la pelvis, activa el abdomen bajo y contrae el suelo pélvico con cada entrada suave. Se puede imaginar que se “agarra” al pene o al juguete desde dentro.
El puente con apoyo en la cama añade intensidad. Boca arriba, con rodillas flexionadas, la pelvis se eleva unos centímetros durante la penetración. Mantener una contracción ligera en esa posición trabaja fuerza y resistencia.
Posturas en cuadrupedia que intensifican la activación
En El Perrito, la persona que recibe se coloca a cuatro apoyos, con manos y rodillas en la cama. Esta posición hace más fácil percibir el peso de los órganos y la respuesta del suelo pélvico. Se recomienda empezar con un ritmo lento, contraer durante el empuje y relajar en la salida.
Una variante consiste en apoyar el pecho en almohadas, lo que descarga la espalda y permite centrarse en la zona pélvica. Con buena comunicación, estas posturas pueden ser muy placenteras y a la vez un potente entrenamiento.
Consejos de seguridad, intimidad y disfrute al ejercitar el suelo pélvico
Es importante escuchar el cuerpo y usar lubricante si hay sequedad o fricción molesta. Hablar de límites, fantasías y ritmo con la pareja mejora la confianza y reduce la tensión. Si existe dolor intenso, infección, sangrado anómalo o posparto reciente, se debe esperar al visto bueno médico.
Cada cuerpo responde de forma distinta, por eso lo ideal es combinar estas posturas sexuales con ejercicios de Kegel fuera de la cama y, si hace falta, con la guía de una fisioterapeuta de suelo pélvico.
Para integrar el suelo pélvico en la vida íntima diaria
Fortalecer el suelo pélvico no solo cuida la salud íntima, también mejora la seguridad personal y la conexión en pareja. Cuando se practica con calma, curiosidad y respeto, el entrenamiento deja de ser una obligación y se convierte en una forma de autoconocimiento.
Probar estas ocho posturas de manera progresiva permite descubrir qué movimientos despiertan más placer y qué contracciones resultan más naturales. Con el tiempo, el cuerpo aprende, la respuesta sexual se afina y el encuentro se vuelve un espacio de autocuidado compartido.