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Sexo y relaciones

Orgasmos al entrenar: estos son los ejercicios que lo hacen posible

El placer sexual y el ejercicio físico pueden encontrarse donde menos se espera; así lo demuestra el coregasmo, un fenómeno validado por la ciencia y presente desde hace décadas en estudios médicos. Lejos de ser un mito o una simple anécdota de gimnasio, el coregasmo describe el orgasmo que surge de la activación del core y el suelo pélvico durante ciertos ejercicios. Este tipo de orgasmo asexual ocurre sin fantasía, imágenes eróticas o estimulación directa, y afecta tanto a mujeres como a hombres.

¿Cómo se produce el orgasmo durante el ejercicio?

El coregasmo se origina en la sinergia entre fatiga muscular y activación neurológica. Cuando los músculos abdominales, lumbares y el suelo pélvico trabajan intensamente ocultan un potencial inesperado: pueden desencadenar sensaciones placenteras que suben de intensidad hasta alcanzar el clímax. Los estudios subrayan cómo este placer no necesita deseo consciente ni pensamientos sexuales. El cuerpo, bajo carga y tensión, libera neurotransmisores como dopamina, oxitocina y endorfinas, responsables del bienestar y la euforia física.

En mujeres, esto se manifiesta como una sensación interna, profunda y envolvente, principalmente en el bajo vientre y la pelvis, distinta al orgasmo clitoriano pero igualmente natural. En hombres, puede recordar a un orgasmo prostático, con sensaciones prolongadas y difusas, incluso con la posibilidad de eyaculación sin erección completa.

El papel de la musculatura del core y suelo pélvico

La clave del coregasmo está en la musculatura central, especialmente el suelo pélvico. Esta zona funciona como el soporte interno de órganos vitales y participa activamente en el control de la respuesta sexual. Cuando el core se activa con ejercicios de intensidad, los músculos implicados sostienen y presionan las áreas erógenas desde dentro, generando microcontracciones involuntarias y trayendo consigo sensaciones de placer.

Mujeres y hombres que practican ejercicios de fortalecimiento abdominal o de suelo pélvico suelen describir sensaciones muy distintas a las habituales del entrenamiento, destacando reacciones espontáneas difíciles de controlar. La activación sostenida de estos músculos explica por qué los ejercicios específicos para el core están ligados a este fenómeno.

Factores que influyen en su aparición

Experimentar un coregasmo depende de una combinación de anatomía personal, tono muscular y estado emocional. Aquellas personas con mayor propiocepción, que sienten y controlan mejor su cuerpo, pueden identificar estos estímulos con mayor facilidad. El tono fuerte en la zona central y en el suelo pélvico, además de la concentración plena, respalda la probabilidad de experimentar orgasmos involuntarios.

Los patrones de movimiento juegan un papel: los ejercicios que implican movimientos repetidos, soportando tensión en el core, multiplican las probabilidades. Factores como la fatiga acumulada y el umbral de sensibilidad individual también marcan la diferencia. La literatura señala que la aparición suele ser accidental, sin un control absoluto, y que, aunque más frecuente en mujeres, también se reportan en hombres.

Foto Freepik

Ejercicios que favorecen la aparición de orgasmos al entrenar

No todos los movimientos tienen el mismo efecto. La investigación, apoyada por testimonios de deportistas y usuarios habituales de gimnasios, identifica varios ejercicios con alta capacidad para inducir coregasmos. La similitud entre estos radica en la activación potente y sostenida del cuadrante abdominal y del suelo pélvico.

Abdominales en la ‘silla del capitán’ y otros ejercicios clave

Dentro de los entrenamientos abdominales, la ‘silla del capitán’ destaca por encima del resto. En esta máquina, el deportista eleva las piernas mientras mantiene el tronco erguido y apoyado en el respaldo, lo que obliga a una contracción máxima de los abdominales inferiores y el suelo pélvico. La mayoría de quienes han experimentado un coregasmo relatan que esta máquina es la más común para generarlo, debido a que aísla perfectamente la zona implicada.

Los abdominales clásicos y sus variantes, así como ejercicios como elevaciones de piernas colgado, suelen provocar sensaciones similares. Lo que diferencia a la silla del capitán es la estabilidad del torso, que dirige toda la tensión al área central sin comprometer otras cadenas musculares.

Levantamiento de pesas, yoga, ciclismo y cardio

El levantamiento de pesas no solo construye fuerza, también puede hacer vibrar zonas profundas e inesperadas. Sentadillas pesadas, peso muerto y prensas, cuando activan la respiración diafragmática y el core, pueden llevar a experimentar microorgasmos o sensaciones de placer intenso.

En el yoga, posturas como la del águila, que exige compresión y enfoque en la base de la pelvis, también están vinculadas al coregasmo. Secuencias prolongadas con respiración consciente favorecen microcontracciones en los músculos internos responsables de la respuesta placentera.

Montar en bicicleta y el running contribuyen de otro modo: la repetición y el impacto rítmico transmiten vibraciones sutiles hacia el suelo pélvico. Aunque menos intenso que en el trabajo de core aislado, el porcentaje de personas que reportan orgasmos en estas disciplinas no deja de ser relevante.

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Ejercicios de Kegel y el control consciente

Los ejercicios de Kegel ofrecen otro nivel de control y fortalecimiento del suelo pélvico. Practicarlos regularmente no solo potencia la salud sexual general, sino que incrementa la capacidad de identificar y potenciar las sensaciones placenteras durante la actividad física. Al mejorar el tono y la respuesta muscular consciente, las Kegel hacen más fácil y frecuente el acceso a orgasmos durante el entrenamiento.

El desarrollo de la propiocepción, por ejemplo mediante técnicas de atención plena, ayuda a detectar señales internas y optimizar la experiencia física, tanto durante un coregasmo como en las relaciones sexuales fuera del gimnasio. Mantener el foco en la respiración y en la postura correcta también maximiza resultados y minimiza riesgos.

La normalización del coregasmo invita a escuchar el cuerpo, adaptar el entrenamiento a los objetivos personales y a vivir el ejercicio desde una perspectiva que une salud física, placer y autoconocimiento, sin tabúes ni falsas creencias. Si aparece ese ‘dulce añadido’ durante una rutina, saber por qué ocurre y cómo gestionarlo forma parte de entenderse mejor.

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