¿Alguna información? ¿Necesitas contactar al equipo editorial? Envía tus correos electrónicos a [email protected] o ve a nuestro formulario.
Salud

¿Por qué la menopausia favorece la aparición de artrosis?

La artrosis es una enfermedad crónica que afecta principalmente a las articulaciones. Su avance conlleva desgaste del cartílago articular, dolor constante, inflamación leve y pérdida de movimiento. Por otro lado, la menopausia significa el fin de la etapa reproductiva en la mujer y representa un momento de grandes cambios hormonales, en especial por el descenso en los niveles de estrógenos.

Esta disminución hormonal tiene un fuerte impacto en el cuerpo femenino, afectando también los huesos y articulaciones. No es casual que más del 70% de las personas mayores de 50 años presenten señales de artrosis, y en las mujeres, la prevalencia se dispara tras la menopausia. Los últimos estudios confirman que tanto la menopausia como la artrosis están unidas por factores hormonales y estructurales que comprometen la salud de las mujeres.

Impacto del descenso hormonal en la salud articular femenina

Cuando los estrógenos disminuyen durante la menopausia, el cuerpo experimenta un proceso similar al de quitar el lubricante de una bisagra. El cartílago, esencial para absorber impactos y permitir movimientos suaves, se vuelve más frágil. Esto sucede porque el tejido articular y óseo tienen receptores hormonales que dependen de las señales recibidas por los estrógenos.

La bajada de estrógenos afecta directamente la producción y el mantenimiento del colágeno, el principal sostén de los tejidos articulares. Además, los huesos pierden densidad y resistencia, volviéndose más susceptibles a procesos degenerativos como la artrosis. Este vínculo entre las hormonas sexuales y las articulaciones explica el aumento de casos de artrosis tras la menopausia.

El papel de los estrógenos en la integridad articular

Los estrógenos no solo sirven para regular el ciclo menstrual. Tienen una función decisiva en la salud del cartílago y el hueso. Actúan sobre el metabolismo del colágeno, ayudan a mantener la elasticidad del tejido conjuntivo y favorecen la renovación celular en las articulaciones. Su presencia ayuda a amortiguar golpes y a prevenir el desgaste excesivo que deriva en artrosis.

Además, los estrógenos contribuyen al equilibrio entre la formación y destrucción ósea, evitando la aparición de pequeños microtraumatismos que, acumulados, terminan desgastando el cartílago. Cuando los niveles de estas hormonas descienden, la capacidad de recuperación de las articulaciones disminuye, quedando más expuestas al daño y a la inflamación.

Cambios en el cartílago y tejido óseo tras la menopausia

La menopausia altera de forma drástica la arquitectura de articulaciones y huesos. La caída de estrógenos afecta la calidad del colágeno, haciendo que el cartílago pierda firmeza y elasticidad. Las articulaciones se vuelven más vulnerables al roce y la presión, lo que acelera el proceso de degeneración articular.

En paralelo, la masa ósea disminuye. El esqueleto femenino entra en una etapa donde la desmineralización ósea se incrementa, favoreciendo tanto la artrosis como la osteoporosis. Esta doble amenaza no solo causa dolor e incomodidad, sino que también incrementa el riesgo de fracturas y deformidades. El debilitamiento de los músculos por la pérdida hormonal añade un factor extra, facilitando la sobrecarga y el deterioro de las grandes articulaciones como caderas y rodillas.

Foto Freepik

Manifestaciones y factores de riesgo de la artrosis posmenopáusica

Las mujeres posmenopáusicas viven una etapa en la que las molestias articulares son más frecuentes e intensas. La artrosis en esta etapa suele presentarse con dolor articular, sobre todo después de periodos de inactividad, lo que puede generar rigidez y limitar actividades cotidianas. Muchas mujeres relatan que el dolor empeora con el frío o los cambios de clima.

Junto al componente hormonal, hay factores que pueden potenciar la aparición y empeoramiento de la artrosis: el exceso de peso obliga a las articulaciones a soportar más carga, la herencia genética puede favorecer un cartílago más débil, y ciertos hábitos como el sedentarismo y la falta de ejercicio aceleran el deterioro articular. Los riesgos se multiplican cuando coinciden varios de estos factores, dando lugar a síntomas más severos y complicaciones mayores.

Síntomas y complicaciones frecuentes

El síntoma más habitual es el dolor que se presenta al mover la articulación o al finalizar la jornada. La rigidez matutina, la inflamación leve y la pérdida progresiva de movilidad forman parte del cuadro clínico. A medida que la artrosis avanza, pueden aparecer deformidades articulares especialmente en los dedos, rodillas y caderas.

En casos más avanzados, el dolor impide el descanso y puede llegar a ser permanente. Además, la artrosis puede asociarse a otros problemas como alteraciones de la postura, pérdida de fuerza muscular y, en ocasiones, dificultad para realizar tareas básicas. Las complicaciones no solo afectan el bienestar físico, sino también la calidad de vida emocional y social.

Influencia del estilo de vida y prevención

La aparición de artrosis tras la menopausia no es un destino inevitable. Adoptar hábitos de vida saludables puede reducir el impacto de la enfermedad y mejorar la calidad de vida. El ejercicio regular, adaptado a las capacidades individuales, ayuda a fortalecer los músculos, mejorar la movilidad y conservar la estabilidad articular. Actividades como caminar, natación o ejercicios de bajo impacto son recomendables.

Lee también:

Una alimentación equilibrada, rica en calcio, vitamina D, proteínas y antioxidantes, ayuda a mantener los huesos y articulaciones en mejor estado. Evitar el sobrepeso reduce la presión sobre las articulaciones y limita el avance de la artrosis. El control del dolor y la inflamación puede completarse con fisioterapia, técnicas de relajación muscular y, en algunos casos, tratamientos farmacológicos prescritos por el médico.

Las opciones terapéuticas actuales incluyen medicamentos que alivian el dolor y mejoran la función articular, así como terapias físicas que refuerzan la musculatura y limitan el avance de la enfermedad. En determinadas situaciones, puede considerarse la terapia hormonal sustitutiva para compensar el déficit de estrógenos, siempre bajo supervisión médica. El apoyo emocional y la educación en autocuidado son fundamentales para afrontar los desafíos de la artrosis posmenopáusica.

¿Le resultó útil este artículo?